Pese a que el rey Gyanendra de Nepal reinstauró al parlamento el lunes, allanando el camino para la elección de una asamblea constituyente, la gran indignación popular en las calles vuelve improbable que la monarquía subsista en el diseño institucional de la nueva carta magna.
Con 14 muertos y unos 5.000 heridos por la represión de las fuerzas de seguridad a manifestantes pacíficos en 19 días de protestas iniciadas el 6 de abril, muchos no están dispuestos a conceder siquiera un papel ceremonial a la Corona de este reino del Himalaya.
"Si la asamblea constituyente, que está por ser electa, decide dar un rol ceremonial a la monarquía, organizaremos manifestaciones y paralizaremos todo el país una vez más", dijo Narayan Sharma, un estudiante que participó en una concentración por la victoria en el área de Maharajgunj, en Katmandú.
La popularidad de la dinastía Shah, de 238 años, alcanzó su nivel más bajo en las últimas tres semanas, mientras las fuerzas de seguridad disolvían brutalmente manifestaciones a favor de la democracia, que paralizaron el país. Algunos reclaman que el rey abandone el país.
Las protestas se iniciaron cuando la opositora Alianza de los Siete Partidos de Nepal convocó a una huelga nacional en demanda de elecciones para una asamblea constituyente a través de la reinstauración del parlamento.
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A fines de noviembre de 2005, la guerrilla maoísta, que controla buena parte del país y lleva 11 años en armas contra la monarquía, acordó con los principales partidos opositores ingresar a la acción política no violenta, postulando a sus representantes en los comicios para una asamblea constituyente y tomando parte en la redacción de un proyecto de nueva constitución.
En ese contexto, los manifestantes de abril, cada vez más indignados e impacientes, vieron al rey como único obstáculo en el camino hacia la paz y la democracia.
Esto aseguró la transformación del levantamiento, que pasó de ser un movimiento prodemocrático a uno antimonárquico.
En la medianoche del lunes, en un discurso televisado a la nación, el rey anunció que estaba honrando el sentimiento del movimiento popular y reinstaurando el parlamento. También llamó a la Alianza de los Siete Partidos a solucionar la violenta insurgencia maoísta siguiendo la propia hoja de ruta que los políticos se habían trazado.
Pero aunque la retirada del rey haya puesto fin a las protestas, algunos analistas dicen los continuos errores de Gyanendra pueden haber liquidado las perspectivas de la monarquía en Nepal.
El país ha perdido 13.000 vidas por la guerra civil, y la monarquía constitucional, instaurada en 1990, desilusionó a la población, pues no trajo paz ni redujo la pobreza.
El 1 de febrero de 2005, mediante golpe de Estado, Gyanendra destituyó al primer ministro y a su gabinete y se arrogó todo el poder, so pretexto de un combate frontal a la guerrilla. El monarca ya había disuelto el parlamento.
Pero el régimen estuvo muy lejos de liquidar a los rebeldes.
"Es como una tragedia griega", dijo el profesor Abhi Subedi, ex director del Departamento de Inglés de la Universidad de Tribhuvan, en Katmandú. "El propio rey generó esto", agregó, en alusión al fin de la monarquía.
Declaraciones semejantes son comunes en las calles, dada la extrema impopularidad de Gyanendra.
Los 14 meses de dictadura de Gyanendra, hicieron desvanecer las libertades civiles, sin ningún esfuerzo destinado a un acuerdo que pusiera fin al conflicto.
Muchos concluyeron que el rey usaba a la insurgencia como pretexto para aferrarse al poder absoluto. Una serie de restricciones le aseguraron la antipatía de diferentes sectores de la sociedad civil, sindicatos, médicos, empleados públicos y la prensa.
Los partidos saludaron la decisión de Gyanendra el lunes, pero los maoístas, que apoyaron el levantamiento e incluso participaron en él, rechazaron el anuncio y dijeron que los partidos estaban cometiendo un error histórico y rompiendo su pacto.
Los rebeldes han dicho que las movilizaciones nacionales continuarán hasta que se anuncien las elecciones para la constituyente. Pero este miércoles suspendieron hasta el viernes un duro bloqueo impuesto a la capital y a otras ciudades importantes.
"Hemos retirado nuestro llamado a un bloqueo en respuesta a un pedido del presidente del Partido del Congreso, Girija Prasad Koirala, hasta la primera reunión del parlamento", señaló en una declaración el líder maoísta Prachanda, indicando cierta cooperación con la Alianza de los Siete Partidos.
La Constitución de 1990, que instauró la monarquía parlamentaria, también convirtió al rey en el comandante en jefe del Ejército Real Nepalés, lo que aseguró la continua lealtad militar hacia el monarca.
En 1959, el entonces rey Mahendra permitió a su país por primera vez saborear la democracia, al autorizar elecciones generales. Pero un año después, destituyó al gobierno y al parlamento, prohibió los partidos políticos e instauró un régimen absolutista sin partidos que continuó hasta 1990, cuando un movimiento democrático obligó a su hijo y sucesor, Birendra, a aceptar la monarquía constitucional y la democracia multipartidaria.
En febrero de 2005, el hermano menor de Birendra, Gyanendra, volvió a escribir la historia.
"Los reyes de Nepal siempre traicionaron al pueblo", dijo Ravi Maharjan, un estudiante del distrito de Bhakatpur.
El joven, presente en las manifestaciones del valle de Katmandú desde el 6 de abril, opina que la monarquía debe ser abolida si el pueblo quiere evitar que la democracia sea destruida por otro "rey ambicioso". "La mejor garantía para la democracia es derrocar a la monarquía", alegó.
Algunos analistas dicen que los maoístas están apenas a un anuncio de distancia de ingresar a la competencia política, y que su rechazo del discurso del rey se debió solamente a que no incluyó una mención explícita a los comicios para la constituyente.
Pero la Alianza de los Siete Partidos convocará al parlamento el viernes con una agenda prioritaria centrada en la elección de una asamblea constituyente.
"Anunciaremos elecciones para una asamblea constituyente", dijo el martes Madhav Kumar Nepal, quien preside el Partido Comunista de Nepal-Marxista Leninista Unido, ante una manifestación de unas 100.000 personas en Kalanki, en las afueras de Katmandú.
La asamblea decidirá el futuro de la Corona y, a juzgar por el abrumador sentimiento público, podría no contemplar siquiera una monarquía decorativa.
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