NEPAL: La movilización continúa

Miles de nepalíes advirtieron este viernes al parlamento, el cual reanudaba su actividad cuatro años después de ser disuelto por el rey Gyanendra, que seguirán en las calles hasta que se establezca una democracia plena.

Dirigentes de la sociedad civil se comprometieron, frente a la multitud concentrada ante las puertas del Poder Legislativo, a mantener la movilización popular, al igual que en las últimas semanas.

Las manifestaciones de cientos de miles de personas lograron que Gyanendra se despojara del poder absoluto que se había arrogado hace 14 meses al disolver el gabinete ministerial.

El parlamento convocó a elecciones para una asamblea constituyente tendrá a su cargo la redacción de una nueva carta política. En la agenda figurará la posible instauración de un régimen republicano.

La Cámara de Representantes sesionó por primera vez desde 2002 este viernes, luego de que el rey Gyanendra lo restableció en la noche del lunes, una jornada de protestas en que cientos de miles de personas salieron a las calles, muchas de ellas dispuestas a avanzar sobre el palacio real.

"Queremos que declaren una asamblea constituyente. Sólo entonces abandonaremos este lugar", dijo a IPS antes del inicio de la sesión el presidente de la Asociación Comunitaria Rai, Kulbahadur Rai.

"Una asamblea constituyente debería establecer la participación en el gobierno de todos los componentes de la sociedad nepalí. La constitución de 1990 no lo hizo. Se burlaron de nosotros", agregó.

La nacionalidad rais, una de las 59 oficialmente reconocidas en Nepal, representa 37 por ciento de los 25 millones de habitantes del país, según las autoridades, si bien líderes comunitarios consideran que tal vez se acerquen al 50 por ciento.

Casi todas las nacionalidades han sido excluidas del poder político, monopolizado por las denominadas "castas superiores" en este reino, el único que profesa oficialmente la religión hindú.

La multitud de este viernes se disgregó en pequeños grupos que escuchaban a sus propios líderes o cantaban y bailaban canciones folklóricas. Los manifestantes se sentaron en el pavimento, cubierto de octavillas amarillas y rosadas, con las banderas flameando sobre ellos.

Niños vendían agua embotellada en medio del calor. Una fila de dos docenas de policías antidisturbios se mantuvieron ante la puerta principal del parlamento, pero con una actitud más de espectadores que de vigilantes.

Dos docenas de jóvenes se treparon en el monumento a Prithvi Narayan Shah, fundador del Nepal moderno. Algunos, identificados con un cartel de la Asociación de paramédicos, decían pretender una constitución que eche a la familia real y cree una república.

"Creemos que los legisladores escucharán. Éste es un gran movimiento", dijo Bambdev Bhandari, de 27 años.

Un cartel, mucho más grande, colgaba de la puerta principal del parlamento. Se dirigía al primer ministro designado: "Alerta, Girija P. Koirala: Preste juramento del soberano pueblo nepalí, no del asesino Gyanendra."

Quince personas murieron en casi tres semanas de protestas masivas —entre 220 y 430— que detuvieron toda la actividad en este pequeño país enquistado entre China e India, según la oficina en Nepal de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Se trató, al principio, de pequeñas manifestaciones, en especial reducidas en la capital, pero se convirtieron en un "tsunami humano", según cuando los líderes de una amplia alianza de siete partidos opositores llamaron a la protesta

Una de las explicaciones del éxito del movimiento fue la participación de insurgentes maoístas. En su década de conflicto para acabar con la injusticia y la monarquía en uno de los países más pobres de Asia, los rebeldes maoístas han tomado el control de hasta 80 por ciento del territorio. Unas 13.000 personas murieron en el conflicto.

En noviembre, los insurgentes, calificados de terroristas por un gobierno anterior, acordaron con la alianza de siete partidos opositores su reintegro en la actividad política pacífica a cambio de la creación de una asamblea constituyente.

Pero los rebeldes cuestionaron el martes a los partidos políticos por aceptar la oferta real de restablecimiento del parlamento, al tiempo que anunciaban el mantenimiento de la huelga y el bloqueo carretero.

Pero desde entonces pusieron fin a la huelga y declararon un cese del fuego de tres meses. "Vengan a hablar", les exhortó Koirala el jueves.

El viernes, la asociación de estudiantes maoístas realizó una asamblea pública en Katmandú que atrajo a miles de simpatizantes y curiosos.

El día anterior, los partidos políticos habían convocado a decenas de miles de personas para difundir su agenda parlamentaria. El primer punto fue la creación de una asamblea constituyente, y el segundo la anulación de decisiones "regresivas" del periodo absolutista.

La sesión del viernes se retrasó dos horas porque Koirala, de 84 años, estaba enfermo. La sesión se abrió sin la presencia del veterano dirigente del Partido del Congreso, que envió un mensaje escrito.

"Esta reunión de la Cámara de Representantes decide realizar elecciones para convocar una asamblea constituyente. También expresa su compromiso de celebrar un diálogo inmediato con los maoístas, declarar un cese del fuego y asegurar un ambiente libre de luchas y miedo", indicaba la moción de Koirala. (

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