MIGRACIONES: Lejos y desamparados

Los 10 países con mayor número de inmigrantes no han firmado o ratificado la Convención de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) creada en 1990 para proteger los derechos de los trabajadores extranjeros.

"Es obvio que esos países no quieren ser responsables del bienestar de los inmigrantes", dijo un funcionario de la ONU que prefirió no dar su nombre.

Alemania, Arabia Saudita, Canadá, España, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, India, Rusia y Ucrania tenían un total de 102 millones de inmigrantes en 2005, según un nuevo informe de la ONU.

Estados Unidos encabezó la lista el año pasado con 38,4 millones, seguido de Rusia, con 12,1 millones, Alemania, con 10,1 millones, Ucrania, con 6,8 millones, y Francia, con 6,5 millones.

El número de migrantes internacionales aumentó de unos 175 millones en 2000 a 191 millones en 2005, y seis de cada 10, unos 115 millones, viven en países ricos donde son privados de derechos básicos, mientras que siete de cada 100 tienen condición de refugiados.
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Según el informe de la ONU divulgado el martes, cerca de la mitad de todos los migrantes internacionales son mujeres, y tres cuartos están concentrados en apenas 28 países. Uno de cada cinco vive en Estados Unidos.

También se indica que la Convención de 1990 establece "los derechos humanos básicos y las libertades fundamentales que todos los trabajadores migrantes y sus familias deben gozar".

La Convención fue adoptada por la Asamblea General de la ONU en diciembre de 1990 y entró en vigor en julio de 2003. Pero, hasta ahora, ha sido ratificada por sólo 34 de los 191 estados parte.

Sin embargo, ninguno de los 34 estados "es uno de los grandes receptores de inmigrantes", dice el informe de 48 páginas titulado "Migración Internacional y Desarrollo".

Entre los países que lo ratificaron están aquellos de donde procede la mayor parte de los inmigrantes, como Argelia, Colombia, Ecuador, Egipto, Filipinas, Ghana, Mali, México, Senegal, Sri Lanka, Turquía.

El estudio, que aborda los aspectos demográficos, sociales y económicos de la migración internacional, es discutido en la actual sesión de la Comisión sobre Población y Desarrollo de la ONU, que termina este viernes.

En 2004, las remesas registradas de los emigrantes en todo el mundo superaron los 226.000 millones de dólares, 160.000 millones de los cuales fueron a las naciones más pobres del planeta.

De esta forma, las remesas superan la ayuda oficial al desarrollo (ODA) de los países ricos para los pobres, que suma entre 55.000 y 60.000 millones al año.

Los mayores receptores de remesas fueron India (con 21.700 millones de dólares), China (21.300 millones), México (18.100 millones) y Filipinas (11.600 millones). En algunos países, las remesas constituyeron un cuarto o más del producto interno bruto (PIB)

En relación con el PIB, los envíos de dinero fueron también significativos en Tonga (31 por ciento), Moldova (27 por ciento), Lesotho (26 por ciento) y Haití (25 por ciento).

Sin embargo, las remesas serían aun mayores, pues los cálculos no incluyen las transferencias a través de canales informales.

El estudio advierte que la emigración de personal calificado puede ir en detrimento de las perspectivas de desarrollo de su país de origen, sobre todo en naciones pequeñas.

"Sin embargo, los migrantes calificados que mantienen vínculos con su países de origen pueden estimular la transferencia de tecnología y capital", añade el trabajo.

La directora ejecutiva del Fondo de Población de las Naciones Unidas, Thoraya Ahmed Obaid, dijo a IPS que la "fuga de cerebros" en el sector de la salud de los países pobres, por ejemplo, requiere de urgentes respuestas de la comunidad internacional.

"Muchos países en desarrollo, sobre todo en África, sufren una gran escasez de médicos, enfermeras y otros trabajadores sanitarios debido a la pérdida de personal", afirmó.

Esto es devastador para los países más afectados por el sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida). La fuga de cerebros amenaza su capacidad para combatir la enfermedad.

Para enfrentar este problema, los países receptores de inmigrantes deberían dirigir parte de su ayuda al desarrollo a programas de educación y capacitación laboral, sobre todo en el sector de la salud de los países pobres, indicó Obaid.

Por otra parte, señaló que las mujeres migrantes significan una gran preocupación.

"Muchas de ellas se concentran en sectores marginales y no regulados de la economía, poniéndolas en gran riesgo de ser víctimas de la discriminación, la violencia o el abuso", afirmó.

Por tanto, las naciones deben urgentemente integrar los derechos humanos y de género a las políticas de inmigración y perseguir a los traficantes de personas, añadió.

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