Tras ganar las elecciones parlamentarias, el primer ministro de Israel, Ehud Olmert, afronta el desafío de formar una coalición de gobierno capaz de resolver cuestiones clave, como fijar las fronteras del país o aliviar los problemas socioeconómicos.
El partido Kadima, liderado por Olmert y fundado por el ex primer ministro Ariel Sharon, declarado "permanentemente incapacitado" tras sufrir una serie de infartos cerebrales a partir de diciembre que lo dejaron en coma, obtuvo 29 de las 120 bancas de la Knesset (parlamento unicameral) en los comicios del 28 de marzo, pese a que se pronosticó que podía ganar más de 40.
Por tanto, Olmert procura ahora formar una gran alianza que podría incluir al Partido Laborista (con 19 bancas), los ultraortodoxos Shas (12) y Judaísmo Unido de la Torá (seis), el partido de los Pensionistas (siete) y el derechista Israel Beiteinu (12).
El derechista Likud, que ha gobernado durante años y al que renunció Sharon para formar la nueva fuerza política, fue el gran derrotado, al quedarse con sólo 12 asientos en la Knesset.
Los laboristas serían los socios principales del Kadima, dado que poseen el segundo mayor número de escaños.
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Para formar la coalición, que debería concretarse en las próximas semanas, Kadima necesita por lo menos 61 asientos en el parlamento.
En los últimos días se intensificaron los debates públicos y en los corredores del parlamento sobre el control de los principales ministerios: Defensa, Justicia, Finanzas, Educación y Relaciones Exteriores.
Se especula que los laboristas podrían recibir la cartera de Defensa, aunque estos prefieren Finanzas, ya que "controla la agenda socioeconómica, que fue el principal asunto que plantearon en las elecciones", dijo a IPS el codirector ejecutivo del independiente Centro Israel-Palestina para la Investigación y la Información, Gershon Baskin.
La unión de fuerzas entre laboristas y pensionistas en los ministerios sociales "convertiría a Israel en un paraíso socialista", sostuvo el politólogo Ira Shakansky, profesor de la Universidad Hebrea Israelí, en Jerusalén.
No obstante, las numerosas Fuerzas Armadas abarcan una gran porción del presupuesto, dejando poco para "lo que la izquierda israelí quiere proveer al pueblo", dijo a IPS.
A pesar de que el plan de Olmert de replegar la mayoría de las fuerzas de ocupación de Cisjordania y de establecer las fronteras permanentes de Israel en cuatro años fue uno de los asuntos centrales de la campaña, los problemas socioeconómicos israelíes también tuvieron un gran influencia en la votación.
Las principales preocupaciones son la reforma de las pensiones, el aumento del salario mínimo y la expansión de la atención médica.
"Hubo muchos casos en los que se cortaron beneficios sociales tan rápido que la población pasó a vivir en verdadera angustia", sobre todo durante la administración del ex primer ministro Benjamin Netanyahu (1996-1999), indicó Sharkansky.
Netanyahu es ahora el principal líder del Likud.
Hay diferentes pronósticos sobre cómo el nuevo gobierno encarará el dilema de la seguridad.
Candidatos a integrar la coalición gobernante como el Shas no apoyarán el desmantelamiento de las colonias israelíes en los territorios palestinos "a menos que eso salve vidas judías", sostuvo Baskin.
Por su parte, Sharkansky señaló que los pensionistas tampoco respaldarían un completo retiro de Cisjordania. El partido basó su campaña en la reforma de las pensiones y los derechos de los adultos mayores, pero no ha articulado una verdadera plataforma política, indicó el analista.
Sharkansky cree que si el Kadima y el laborismo no logran convencer a sus socios en la coalición de que apoyen la retirada, es posible que pidan ayuda a otros partidos, como el izquierdista Meretz (con cinco bancas) y los grupos árabes (con 10 escaños en total), arriesgándose a que estos exijan la entrega de más tierras a los palestinos.
Algunos creen que la primera tarea de Kadima será presionar para lograr una paz negociada con los palestinos entre los primeros seis meses y el primer año de gobierno.
Baskin considera probable que Olmert y el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, diseñen otro plan para atraer al presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Mahmoud Abbas, a nuevas negociaciones de paz.
La secretaria de Estado (canciller) estadounidense, Condoleezza Rice, ha dicho que Washington no rechaza un establecimiento unilateral de las fronteras de Israel, como venía impulsando Sharon, pero prefiere que sea negociado con la ANP.
Algunos palestinos temen que, ante la formación de una coalición de centroizquierda, resurjan en oposición los partidos nacionalistas, como el Israel Beiteinu, fundado por inmigrantes rusos.
"Estoy preocupado de que en tres, cuatro o cinco años veamos un gobierno de extrema derecha", dijo el analista político Assad Ghanem, de la Universidad de Haifa.
El líder de Israel Beiteinu, Avigdor Lieberman, ha llamado a excluir a los palestinos de la sociedad israelí.
"Sabemos por las encuestas que la mitad de los israelíes no quieren que los palestinos estén aquí", dijo Ghanem a IPS.
Sharkansky asegura que aún hay posibilidades de que Israel Beiteinu integre la coalición de gobierno.
Lieberman "podría obtener algunas cosas que desea", y una vez en el gobierno podría bombardear a los palestinos a través de los medios con mensajes para que abandonen Israel", sostuvo el analista.
"La mayoría de ellos se iría, o se pondrían violentos y usarían a Lieberman como excusa", añadió.
Analistas subrayaron que las elecciones de la semana pasada marcaron un punto crítico para el Likud.
"El Likud está en grandes problemas. Perdió la mayor parte del apoyo con que contaba", señaló Baskin.
El partido está destinado a sufrir una gran lucha de poder interna, pues muchos miembros piden la renuncia de Netanyahu, quien demostró gozar de poca confianza del electorado, añadió.
Baskin señaló que el sueño de Netanyahu de crear el "Gran Israel" no está en sintonía con el deseo de muchos israelíes de abandonar Cisjordania y de ese modo reducir las fronteras del país.