Expertos expresaron su preocupación por la dicotomía que surge entre los países pobres, que sólo reciben asistencia, y otros del mundo en desarrollo que son relativamente más ricos y se benefician de la asistencia, la inversión, el comercio y las migraciones.
Los primeros son los "huérfanos de coherencia", dijo Louka T. Katseli, director del Centro de Desarrollo de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), un club de donantes europeos y estadounidenses con sede en París.
Katseli se dirigió a una reunión de 90 economistas e investigadores sobre desarrollo de toda Europa realizada el 31 de marzo en Viena y organizada por la Asociación Europea de Institutos de Investigación y Formación en Materia de Desarrollo y la Fundación Austríaca para la Investigación sobre Desarrollo.
Los debates se centraron en "promover la coherencia" en la política de desarrollo de la Unión Europea (UE). El bloque, integrado por 25 naciones, dona 55 por ciento de toda la asistencia para el desarrollo.
La UE también es el socio económico y comercial más importante del mundo en desarrollo.
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La importancia de una política de desarrollo coherente es reconocida desde 1992, cuando el Tratado de Maastricht que estableció la UE fue firmado en esa meridional localidad holandesa por los jefes de estado y de gobierno de lo que entonces se conocía como Comunidad Europea.
El artículo 178 de ese documento dice que la coherencia de las políticas es una "obligación del tratado". El artículo 316 agrega: "La Unión (Europea) tomará en cuenta los objetivos de cooperación para el desarrollo en las políticas que implemente, que probablemente afectarán a los países en desarrollo".
La Comisión Europea, brazo ejecutivo de la UE, enfatizó reiteradamente su compromiso con la coherencia de políticas, particularmente en vista de sus esfuerzos por lograr para 2015 los Objetivos de Desarrollo de la Organización de las Naciones Unidas para el Milenio.
Los ocho objetivos fueron aprobados por jefes de Estado y de gobierno en la Cumbre del Milenio celebrada en Nueva York en 2000, para abordar varias de las principales barreras para el desarrollo.
Entre los mismos figuran reducir a la mitad (respecto de 1990) la proporción de personas que viven en la indigencia y padecen hambre, así como lograr la educación primaria universal, promover la igualdad de género y reducir la mortalidad infantil en dos tercios y la materna en tres cuartos.
También se propone combatir la propagación del síndrome de inmunodeficiencia adquirida, la malaria y otras enfermedades, asegurar la sustentabilidad ambiental y crear una sociedad global para el desarrollo entre el Norte y el Sur.
Pero sea cual sea el compromiso con la coherencia, la realidad luce diferente.
Un análisis de la asignación de flujo relacionada a las políticas de los países que integran la OCDE —gasto en asistencia, remesas de migrantes, ganancias por exportaciones— muestra que, mientras la asistencia favorece a los países en desarrollo más pobres, los ingresos relativos a las inversiones, la migración y el comercio tienden a favorecer a los estado que son relativamente más ricos de esa misma área.
Refiriéndose al análisis del Centro de Desarrollo de la OCDE, Katseli dijo: "Este modelo de flujos sugiere que si hay interacciones importantes y mutuamente fortalecedoras entre estos, muchos países (particularmente los más pobres) no se están beneficiando de ellos".
Según el análisis, algunos de los ejemplos más flagrantes de la falta de coherencia política tienen lugar en "la intersección" de la asistencia y el comercio.
"La política de asistencia por un lado promueve la reestructura productiva (a menudo orientada a las exportaciones) en la economía en desarrollo, mientras que la política comercial (incluyendo subsidios internos que distorsionan el comercio) impide las exportaciones de los países en desarrollo", apuntó.
Katseli añadió que el argumento tradicional de que la asistencia es mejor que el comercio para aumentar el bienestar en los países en desarrollo no gana terreno. "Una mezcla de acceso al mercado y gasto en asistencia por parte de los países de la OCDE sería más efectiva que cualquier política aislada", afirmó.
La asistencia para el comercio no es una panacea para todos los problemas vinculados al comercio que enfrentan los países en desarrollo.
Sin embargo, si la iniciativa es diseñada, administrada e implementada adecuadamente, puede hacer una diferencia significativa al habilitar a los países en desarrollo a usar el comercio y la liberalización comercial como motor de desarrollo y de reducción de la pobreza.
El experto en desarrollo Paul Hoebink, de la holandesa Universidad de Nijmegen, dijo en la reunión que "pese a los esfuerzos por lograr una coherencia de políticas, la incoherencia se da a menudo".
Dado que un gobierno tiene que tratar con varios grupos de presión, bien puede ser imposible hallar soluciones óptimas que satisfagan a todas las partes involucradas y lograr todos los objetivos, comentó.
"Esto es, por supuesto, aún más así en la Unión Europea, donde la cantidad de partes es mucho mayor que a nivel nacional", señaló Hoebink. "Como consecuencia, frecuentemente es necesario acordar soluciones alternativas, que a cambio pueden conducir a la incoherencia", sostuvo.
Pero el costo de la incoherencia puede ser alto, perjudicando los intereses de los países en desarrollo. Según las últimas cifras brindadas por la OCDE, el apoyo distorsionador del comercio por parte de la UE y de Estados Unidos a la agricultura y los subsidios a las exportaciones para productos agrícolas fueron de 318.300 millones de dólares en 2002.
En contraste, la asistencia a los países en desarrollo por parte de Europa y Estados Unidos juntos totalizaron 57.000 millones de dólares.
"Las pérdidas de ingresos de los países en desarrollo a cusa del proteccionismo agrícola de países de altos ingresos fueron calculadas en 100.000 millones de dólares al año", dijo Hoebink. "Se dice que los países del occidente africano han perdido 250 millones de dólares debido a subsidios a la producción de algodón en Europa y Estados Unidos".
"En vista de esta situación, promover la coherencia es una tarea importante que la presidencia austríaca de la UE se impuso a sí misma, dijo en la reunión Irene Freudenschuss-Reichel, directora general de cooperación para el desarrollo en el Ministerio de Relaciones Exteriores de Austria.
Se estableció una batería de mecanismos para asegurar la máxima coherencia, aseguró Freudenschuss-Reichel. Estos incluyen un cuidadoso escrutinio del presupuesto del gobierno, énfasis en el desarrollo sustentable y consultas interministeriales.
La reunión fue una de una serie que se celebra en Viena durante los seis meses de presidencia austríaca del bloque, hasta el 30 de junio. Finlandia asumirá el mismo puesto el 1 de julio.