«Nada nuevo, como de costumbre», dijo disgustado Nguyen Van Minh, haciendo a un lado su ejemplar del diario Tuoi Tre. La noticia del día eran las resoluciones del décimo Congreso del gobernante Partido Comunista de Vietnam.
Como muchos otros vietnamitas, este ingeniero de sistemas de 29 años había depositado muchas esperanzas en que el Congreso diera al partido y a este país la posibilidad de hacer frente a la corrupción en altos cargos del gobierno.
El dirigente Phan Dien, uno de los más conocidos miembros del Politburó comunista (comité ejecutivo), había prometido que el Congreso tendría "sustancia real" y que resolvería reformas importantes.
Pero la tónica del Congreso —que incluyó una votación a mano alzada de las listas únicas al Comité Central y el Politburó— aseguró que se reiterara la formalidad de los anteriores y la falta de espacio para los dirigentes reformistas.
El Congreso del Partido Comunista, único autorizado en Vietnam, se celebra cada cinco años para elegir a los miembros de su dirección, pero también altos funcionarios de gobierno (presidente, primer ministro y presidente de la asamblea nacional legislativa).
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En esta ocasión, se realizó entre el 18 y el 25 de abril, al mismo tiempo que representantes del gobierno negociaban con delegados de la Organización Mundial del Comercio (OMC).
Minh esperaba que el Congreso considerara políticas para combatir con eficiencia la corrupción rampante que, descripta por Dien como "una amenaza a todo el sistema político".
Vietnam, que figura entre los países más pobres y menos desarrollados del mundo, fue sacudido por escándalos de corrupción que involucraron a altos funcionarios de sectores como el petróleo, las telecomunicaciones, la agricultura y el comercio.
Uno tras otro, los delegados fueron enfatizando la urgente necesidad de combatir la corrupción. Muchos, incluso, urgieron al Partido Comunista a adoptar "fuertes medidas" para frenarla.
"Todos repetían que el sistema político estaba amenazado, pero ninguno se atrevió a pedir una disección minuciosa para ver qué lo hace tan vulnerable", dijo el ingeniero Nguyen.
"Todo lo que consideraron necesario incluir en sus resoluciones finales es que el partido tomará medidas fuertes y condenará a miembros que abusen del poder en su propio beneficio, y que les pedirá una declaración de bienes y una actitud críticas y autocríticas", señaló.
"La misma cantinela de siempre", evaluó.
Los escasos y pequeños ajustes efectuados a la línea política por el Congreso —nuevas reducciones de la actividad económica del Estado y la autorización a miembros del partido para realizar negocios— no satisfacen las expectativas del público.
En sus aportes en el proceso de preparación del Congreso, muchos afiliados al Partido Comunista habían expresado su esperanza de que se introdujera la democracia, a la que consideraron un prerrequisito para los esfuerzos anticorrupción.
Todos sabían cuál era el problema real: el partido se considera a sí mismo por encima del Estado y no está dispuesto a cambiar esa condición.
"Debería haber una ley para el partido", dijo el ex secretario del Comité Central, Nguyen Van Tran.
"El partido está usurpando poder del Estado. Éste es el error del actual sistema político", afirmó.
Nguyen Van Tran recordó el caso del ministro de Transporte Dao Dinh Binh, obligado a renunciar luego de negarse a informar a la Asamblea Nacional (parlamento) porque, según dijo, en su carácter de miembro del Comité Central sólo sería responsable ante ese organismo.
A comienzos de este año, Bui Tien Dung, director de la Unidad 18 del Proyecto de Administración del Ministerio de Transporte, utilizó dos millones de dólares, originalmente destinados a proyectos de infraestructura, en apuestas de partidos de campeonatos de fútbol ingleses y españoles.
Tras investigar proyectos de autopistas, puentes y otras obras de infraestructura a cargo de la Unidad 18, la policía descubrió evidencia según la cual Dung y sus cómplices retiraron fondos públicos, aceptaron dinero procedente de convenios del Estado y obsequiaron automóviles oficiales a sus contactos empresariales.
El escándalo obligó al ministro Dao a renunciar. El viceministro, Nguyen Viet Tien, fue arrestado. Los nombres de ambos fueron eliminados de la lista de candidatos para el próximo Comité Central.
En una nota publicada en el diario Tuoi Tre, el economista Le Dang Doanh señaló que "el escándalo de la Unidad 18 plantea muchas preguntas serias sobre el sistema político y el modo en que funciona".
Antes del Congreso, algunos veteranos líderes comunistas —incluidos los generales Vo Nguyen Giap y Chu Huy Man y el ex secretario general Le Kha Phieu— solicitaron que la policía realizara una investigación plena del caso de la Unidad 18, aunque eso condujera a las altas jerarquías.
Pero delegados del Congreso no asumieron un punto de vista suficientemente serio sobre el escándalo, más allá de prometer vagamente extraer lecciones del mismo.
"Todos ellos asumieron un extraño aire de imperturbabilidad", comentó Le Hung Anh, un veterano de la guerra anticolonial.
El ex combatiente dijo que esperaba más determinación en la lucha contra la corrupción por parte del Partido Comunista, y que ahora está desilusionado.
"No se hizo nada. El caso fue silenciado. Ningún delegado se atreve a cuestionar la responsabilidad de los altos funcionarios ni cómo estos se las arreglan para ser nombrados candidatos al Congreso", dijo Nguyen Dang Dung, de 72 años, un veterano comunista ahora retirado que vive en Ho Chi Minh (ex Saigón).
"Los delegados coincidieron en que la corrupción debe ser combatida, pero no pudieron decir cómo".
Un abogado de la ciudad que habló con IPS a condición de mantener su identidad en reserva dijo que "la mayor lección que debe dejar el décimo Congreso es que la corrupción, el despilfarro y las malas acciones crecerán siempre y cuando no haya una transparencia regulada por una legislatura democrática".
Pero la palabra democracia usada por el abogado es diferente de la noción de "democracia centralizada" que sigue el Partido Comunista de Vietnam.
El ministro de Comercio Truong Dinh Tuyen ya destacó lo ambiguo de este significado, diciendo que hay una contradicción implícita entre los conceptos de centralización y democracia.
El subjefe de la inspección central, Vu Quoc Hung, identificó cinco maneras de utilizar dinero para comprar influencia dentro del partido. Los miembros, dijo, podrían pagar para obtener más poder, conseguir un puesto más alto o un diploma (necesario para ascender), evadir una demanda legal o atenuar un veredicto.
"El partido debería erradicar todas estas formas de corrupción si quiere mantener su credibilidad", opinó.
Un funcionario del Ministerio de Planeamiento e Inversiones confesó a periodistas locales que el caso de la Unidad 18 tendría "un impacto terrible y sin precedentes" sobre las relaciones entre Vietnam y los donantes.
El Banco Mundial y Japón, los dos donantes cuyos proyectos de infraestructura y de asistencia al desarrollo son administrados por la Unidad 18, ya manifestaron su interés en la gobernanza de Vietnam.
Todos los donantes dijeron que querían ver a Vietnam más resuelto en la lucha contra la corrupción, impidiendo que el dinero destinado a la asistencia fuera desviado por funcionarios corruptos.
En un intento por tranquilizarlos, el ministerio se apresuró a redactar una regulación para reestructurar unidades de administración de proyectos de modo de controlar más eficientemente los miles de millones de dólares de asistencia que ingresan al país cada año.
Pero la mayoría de las personas consideran que esos esfuerzos son pura retórica, dado que el Congreso dejó pasar una oportunidad que podría haber asegurado que la corrupción fuera firme y efectivamente extirpada.