El gobierno de Brasil distribuirá este año unos 1.000 millones de preservativos gratis, como parte de su programa de lucha contra el sida, considerado el más exitoso del mundo en desarrollo.
"En Brasil, la campaña del gobierno es directa, como en ningún otro lugar de América Latina", dijo a IPS Frederico Meyer, representante de ese país en la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Meyer sostuvo que el Ministerio de Salud de su país apoya consistentemente campañas educativas que enfatizan la importancia de que todos usen preservativos.
En cambio, los avisos de condones estuvieron prohibidos hasta hace pocos años en Argentina. Pero incluso en una cultura abierta como la brasileña, los estigmas persisten.
A comienzos de este mes, carteles para promover el uso de profilácticos que mostraba a dos hombres besándose fueron arrancados de la vía pública por una organización no gubernamental brasileña identificada como Consejo Publicitario de Autorregulación.
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Según el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNPFA), los condones "son el único medio efectivo de proteger a las personas sexualmente activas de la infección con VIH", el virus de inmunodeficiencia humana, causante del sida.
Además de la distribución de preservativos, el programa brasileño de lucha contra el sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida) incluye la de fármacos antirretrovirales baratos.
Otros países tienen programas similares. En China, cuya población es de 1.300 millones de habitantes, el sistema nacional de planificación familiar ofrece 1.200 millones de condones por año, según la Misión Permanente de China ante la ONU.
Pero en muchas naciones africanas, la cantidad de preservativos distribuidos es errática. En Nigeria, se repartieron 14 millones en 1992, y llegaron a 227 millones, pero para 1998 esa cifra se redujo a 68 millones.
En India, apenas un cuarto de los 1.500 millones de profilácticos manufacturados cada años son utilizados apropiadamente, según una investigación realizada por el periódico indio The Telegraph.
El informe asegura que 200.000 condones son usados con fines que no tienen nada que ver con el combate al sida ni con la anticoncepción.
Por ejemplo, los tejedores lo emplean para lubricar sus telares y para pulir los hilos de oro y plata utilizados en el bordado de los "saris" —vestidos femeninos ajustados tradicionales de India— que producen.
Brasil entregó condones gratis durante una década. En 2003 fueron 259 millones, muchos de ellos importados de China e India a un costo de dos centavos cada uno, un precio que, según Pedro Chequer, director del Programa Nacional contra las Enfermedades de Transmisión Sexual y el Sida de Brasil, "es imposible de lograr dentro del país".
El gobierno también adhirió firmemente a una política de compromiso con los llamados grupos "de alto riesgo", por lo que rechazó subsidios del gobierno estadounidense por 40 millones de dólares el año pasado porque su aceptación implicaba, como contrapartida, oponerse al trabajo sexual comercial.
La prevalencia del VIH entre adultos de Brasil, cuya población es de alrededor de 187 millones de habitantes, es de 0,7 por ciento, según la ONU. El Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre VIH/Sida (Onusida) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) informaron el año pasado que los logros brasileños siguen siendo únicos en América Latina.
Meyer dijo a IPS que la diferencia más importante entre Brasil y otros países es que el gobierno considera el acceso a los fármacos antirretrovirales como un derecho humano.
El fisco gastó 1.800 millones en medicamentos de este tipo entre 1996 y 2002. En el mismo periodo, el gobierno brasileño ahorró más de 2.200 millones de dólares en tratamientos a personas con VIH, pues no debió hospitalizarlas por enfermedades oportunistas.
Pero Luiz Loures, director de Iniciativas Globales de Onusida, señaló que, en general, el acceso a los fármacos genéricos "es mucho más difícil hoy que hace cinco años".
Esto condujo a una larga disputa entre Brasil y Estados Unidos, donde tienen su sede muchos de los grandes laboratorios que producen medicamentos para tratar el sida.
Amenazando con emitir "licencias obligatorias" que permitirían la producción genérica local de fármacos patentados, Brasil pudo comprar medicinas antirretrovirales a precios mucho más bajos.
"En Brasil, los costos del tratamiento antirretroviral por persona rondan los 500 dólares, mientras que en México, por ejemplo, pueden llegar a 5.000", dijo Meyer. La táctica negociadora del gobierno permitió que 170.000 brasileños recibieran tratamiento el año pasado.
Pero "las patentes deben ser incumplidas a la brevedad posible, para garantizar la sustentabilidad del programa", dijo Chequer a IPS. "Esto no es simplemente un objetivo más: es una necesidad."
El Ministerio de Salud de Brasil calculó que para 2011 se ahorrarían 100 millones de dólares si a Brasil se le permitiera manufacturar sólo tres de las medicinas antirretrovirales patentadas: Efavirenz, Lopinavir y Tenofovir.
Mientras, la inclusión de la sociedad civil en la toma de decisiones, tanto de las más de 600 organizaciones no gubernamentales dedicadas a la lucha contra el VIH en Brasil como de personas que viven con VIH/sida, parece haber ayudado a eliminar el estigma social que rodea a la enfermedad.
"Si es para salvar la vida de alguien, no importa quién es", dijo Meyer.
Entre 1998 y 2001, el gobierno brasileño dio a las organizaciones de la sociedad civil casi 30 millones de dólares para desarrollar programas preventivos. Esta red de ONG juega un rol clave en la distribución de condones y jeringas esterilizadas.
La Actualización Epidémica del Sida 2005, informe publicado por Onusida y la OMS, indicó que el uso de drogas inyectables es un factor crucial en Brasil. En algunas áreas, representa al menos la mitad de los casos de sida.
Sin embargo, el informe también muestra que ahora usan jeringas esterilizadas o descartables tres cuartos de las 200.000 personas que se inyectan drogas. Por contraste, el uso de ese medio de consumo de tóxicos le ha dado un gran "ímpetu a la propagación del VIH" en Argentina.
Desde 1981, el VIH/sida mató a más de 25 millones de personas en todo el mundo. El mes pasado, el secretario general de la ONU, Kofi Annan, la consideró una de las epidemias más destructivas de la historia. El número total de personas que viven con VIH/sida ahora alcanzó 40,3 millones.
Unos 2,2 millones de mujeres infectadas con VIH dan a luz cada año, y una cantidad considerable de nuevas infecciones afectan a jóvenes de entre 15 y 24 años, así como a niños.
En Brasil, según Onusida y la OMS, unas 600.000 personas viven con VIH, lo que representa más de un tercio del número total de portadores del virus en América Latina.
Pero gracias a esfuerzos intensivos de prevención todavía es la mitad de lo que el Banco Mundial pronosticó hace una década.
Luego de África subsahariana y Asia meridional y sudoriental, América Latina tiene una de las epidemias más severas, junto con Europa oriental y Asia central. La cantidad de nuevas infecciones en la región aumentó de 150.000 a aproximadamente 240.000 en 2004.
Pero con una sola excepción —la transmisión de esposo a esposa—, todos los indicadores brasileños se mantienen estables o se redujeron en los últimos años.
La cantidad de muertes disminuyó a la mitad, según la Misión Brasileña ante la ONU. La hospitalización cayó 70 por ciento entre 1998 y 2004, y la supervivencia promedio tras el diagnóstico se elevó de cinco meses a casi cinco años, informó Onusida.