El acuerdo de cooperación nuclear logrado por el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, y su par de India, Manmohan Singh, abre camino hacia un paisaje de pesadilla, advierten expertos, políticos y activistas de ambos países.
El convenio, al que aún resta la ratificación del Congreso legislativo en Washington, es, según sus críticos, un golpe al actual régimen internacional de no proliferación nuclear y una recompensa para India por un comportamiento que no difiere mucho del que Estados Unidos le critica a Irán.
"Este acuerdo puede complicar una ya difícil situación en Asia meridional, donde dos países rivales poseen armas nucleares", dijo, refiriéndose a Pakistán, el conductor del Movimiento en India por el Desarme Nuclear, N. D. Jayaprakash.
"Lo triste es que en nada de todo esto aparece la idea de que las armas nucleares no son seguras en manos de nadie. Y ahora, lejos del debate por el desarme, se eleva el clamor de otros países para que se les permita poseer armas nucleares", se lamentó Jayaprakash.
Pakistán, donde Bush se encontraba este sábado en el marco de su gira de cuatro días por Asia meridional, fue el primer país en reclamar a Estados Unidos un acuerdo similar al firmado con su rival India.
[related_articles]
Pero Bush descartó tal convenio ante la prensa en Islamabad. "Discutimos el programa civil nuclear y le expliqué (al presidente pakistaní Pervez Musharraf) que Pakistán e India son países distintos, con necesidades e historias diferentes", afirmó.
En el campo del desarme, la sensación es de alarma. "Con este acuerdo, el propio Estados Unidos se ha convertido en el principal proliferador de tecnología nuclear. Practica la proliferación selectiva", dijo a IPS Anuradha Chinoy, experto en desarme de la Universidad Nehru de India.
El acuerdo llevará a varios países —como Irán y Corea del Norte— a la desesperación por ingresar en el club de los poseedores de arsenales nucleares, según Chinoy.
Teherán, cuyo programa de desarrollo nuclear podría ser, incluso, condenado por el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), ya acusó a Washington y a Nueva Delhi de doble discurso.
Por su parte, el presidente de la organización ambientalista estadounidense Worldwatch Institute, Christopher Flavin, consideró "difícil argumentar que Irán y Corea del Norte deberían ser privados de tecnología nuclear, mientras a India, que ni siquiera ha firmado el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares, se le brinda esa tecnología en bandeja de plata".
"El acuerdo es un desastre para el régimen planetario de no proliferación" nuclear, coincidió el legislador Edward Markey, quien, al parecer, encabezará las gestiones para impedir la ratificación del acuerdo en el Congreso estadounidense.
El convenio también perjudica "las gestiones futuras para convencer a Pakistán, Irán, Corea del Norte y cualquier otro país interesado en poseer armas nucleares de que hay un campo de juego nivelado y salvaguardas reales", agregó Markey, entrevistado por la televisión pública de Estados Unidos.
Mientras, la mayoría de la prensa india aplaudió el acuerdo, al que consideró una muestra de la habilidad negociadora del gobierno, quienes lograron mantener la fabricación de armas nucleares fuera de las inspecciones internacionales y un mejor acceso a la tecnología.
India se ha negado a firmar el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares con el argumento de que es discriminatorio. Este país realizó sus primeras pruebas en 1974, lo cual le hizo objeto de sanciones internacionales, pero se superó en 1998 cuando realizó una segunda ronda de exitosas detonaciones.
Paradójicamente, el acuerdo India-Estados Unidos fue objeto de elogios del director general de la AIEA, Mohamed El Baradei, quien le describió como un esfuerzo "puntual para los esfuerzos en curso para consolidar el régimen de no proliferación, combatir el terrorismo nuclear y fortalecer la seguridad".
Según el Convenio, India pudo clasificar ocho de sus 22 reactores nucleares como militares, lo cual los mantendrá fuera del escrutinio de la AIEA. También podrá decidir si los futuros reactores podrán ser calificados como civiles o militares.
Lo más importante es que Nueva Delhi logró mantener todo su programa de reactores rápidos en la lista de instalaciones militares.
Estas instalaciones apelan a la fisión originada por neutrones rápidos, queman combustible altamente concentrado o enriquecido y podrían, en teoría, producir más material físil del que consumen. Y el acuerdo no incluye topes a las compras de material físil, incluido plutonio para armas.
La mayoría de los observadores estadounidenses consideran que la mayoría del Congreso estadounidense aprobará el tratado, no sin resistencia tanto del opositor Partido Demócrata como del gobernante Partido Republicano.
Entre los que dudan sobre las implicancias del acuerdo figuran los presidentes de las Comisiones de Asuntos Exteriores de las dos cámaras, ambos republicanos: el representante Henry Hyde y el senador Richard Lugar.
El líder del Grupo del Congreso sobre India, representante Gary Ackerman, advirtió que el presidente Bush deberá involucrarse en la promoción del acuerdo para lograr la mayoría.
"El presidente, hasta ahora, hizo un trabajo horrible para convencer al Congreso de que el convenio es una buena idea", sostuvo.
El acuerdo, alcanzado tras intensas negociaciones en el primer viaje de Bush a India esta semana, pone fin a la moratoria estadounidense a las ventas de combustible y equipamiento mundial a India, vigente desde que ese país detonó su primera bomba atómica hace 32 años.
Se estima que en los arsenales indios descansan hoy unas 50 armas nucleares, y esa cantidad podría duplicarse año a año con el plutonio que producirán los reactores rápidos.
El experto Joseph Cirincione, del Centro Carnegie para la Paz Internacional, consideró que "el presidente Bush abrió la tienda" al acceder al acuerdo, pues "lo único que no hizo fue venderle armas a India".
Los defensores del convenio afirman que significará el ingreso de India al régimen internacional de salvaguardas, y que permitirá al pujante país asiático a reducir la dependencia de los combustibles fósiles.
Pero "las plantas de energía nuclear no serán una contribución significativa para resolver los problemas energéticos de India", advirtió el experto Arjun Makhijani, del Instituto para la Investigación en Energía y Ambiente con sede en Washington.
Según Makhijani, el acuerdo permitiría un aumento de la proporción de electricidad nuclear dentro del total generado de apenas tres a cinco por ciento.
Pero el diario The Wall Street Journal pronosticó que grandes compañías estadounidenses, y no sólo del sector nuclear, podrían aprovechar el acuerdo. Entre ellas figurarían General Electric y Ford.
Ese interés quedó subrayado por "un inusualmente explícito comunicado" del Departamento (ministerio) de Defensa estadounidense, según el cual el acuerdo incrementaría la cooperación militar, incluidas las ventas de armas, según observó el diario The New York Times.
También se mencionan argumentos estratégicos: la esperanza en que India, junto con Japón, sirva de contrapeso a China en Asia.
Pero el acuerdo también contribuiría a elevar la tensión entre India y China, que, según Circincione, ya considera un acuerdo de cooperación nuclear con Pakistán, otro país poseedor de armas atómicas que ha desafiado el régimen de no proliferación.