HAITÍ: Una inmensa reconstrucción por delante

El flamante presidente de Haití, René Préval, visitó Washington y la ONU esta semana en busca de apoyo de la comunidad internacional y de inversores privados para afrontar los urgentes problemas sociales y económicos de su país.

Haití necesita unos 1.300 millones de dólares sólo para satisfacer las necesidades inmediatas de su población, según el Banco Mundial.

"El apoyo y la acción concreta de la comunidad internacional son extremadamente importantes para abordar los Objetivos de Desarrollo de la ONU para el Milenio", dijo Préval el lunes al Consejo de Seguridad.

Estos ocho objetivos fueron aprobados por jefes de Estado y de gobierno en la Cumbre del Milenio celebrada en Nueva York en 2000.

Entre ellos figura reducir para 2015 respecto de 1990 a la mitad la proporción de pobres y hambrientos del mundo, así como lograr la educación primaria universal, promover la equidad de género y reducir la mortalidad infantil en dos tercios y la materna en tres cuartos.
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Los líderes mundiales también se comprometieron a combatir la propagación del sida, la malaria y otras enfermedades, asegurar la sustentabilidad ambiental y crear una sociedad global para el desarrollo entre el Norte y el Sur.

Hablando ante el Consejo de Seguridad, el embajador de Estados Unidos en la ONU, John Bolton, dijo que su país está comprometido a ayudar a Haití en su proceso de reconstrucción.

"Para fines de 2006, Estados Unidos comprometerá casi 500 millones de dólares a la reconstrucción de Haití y al regreso a la democracia", aseguró.

Hace dos años, organizaciones internacionales como el Banco Interamericano de Desarrollo, la ONU y el Banco Mundial, así como donantes gubernamentales, entre ellos la Unión Europea, destinaron poco más de 1.000 millones de dólares a la recuperación de Haití.

Pero Préval urgió esta semana a "desbloquear los fondos rápidamente". Sólo 324 millones de dólares de los 1.000 millones comprometidos llegaron a Haití, pues los donantes aseguraron carecer de garantías de que los fondos llegarían a sus destinatarios legítimos.

Según el nuevo presidente haitiano, la reconstrucción debería tener lugar en tres fases, la primera de las cuales concentrada en la creación de empleos y la distribución de asistencia alimentaria.

"La gente está en una situación alimentaria desesperada. Tienen que recibir asistencia para la emergencia", dijo.

La segunda y tercera fases se dedicarán a la creación de infraestructura para apoyar las instituciones políticas de Haití, como el Congreso y la policía, y alentar las inversiones privadas. Préval también exigió una ampliación de las fuerzas de la ONU en el país.

Desde 2004, unos 9.000 cascos azules están desplegados en Haití. Su actual mandato expira en agosto, pero el Consejo de Seguridad de la ONU decidió extenderlo por otros seis meses.

Annan enfatizó ante el Consejo de Seguridad en la importancia del apoyo internacional a este país caribeño. Las recientes elecciones "deberían alentarnos a hacer esfuerzos aún mayores en Haití, que está comenzando su largo viaje hacia un futuro estable y democrático. Necesita y merece nuestra asistencia para llegar a ese destino."

Préval mantuvo el martes una reunión muy breve en Washington con el presidente estadounidense George W. Bush, quien lo felicitó. Bush también le aseguró que desea trabajar en conjunto con él.

El mandatario haitiano también se dirigió a la Organización de Estados Americanos (OEA) para describir los desafíos con que se enfrenta su presidencia y pedirle apoyo a esa institución.

"Debemos reformar el Estado para construir la nación, restaurar la producción nacional, desarrollar los recursos humanos, y restablecer un clima favorable para las inversiones", dijo el miércoles al Consejo Permanente de la OEA.

La presidenta del Consejo, embajadora Sonia Johnny, de Santa Lucía, dijo que "más que nunca, la comunidad internacional y hemisférica (continental) necesita manifestar en términos políticos, económicos y financieros su compromiso a largo plazo con la reconstrucción social y económica de la república de Haití".

La semana pasada, la secretaria de Estado (canciller) estadounidense Condoleezza Rice se reunió con líderes del Caribe para persuadirlos de apoyar al nuevo gobierno de Haití.

La Comunidad de Naciones del Caribe (Caricom), que se negó a reconocer al gobierno interino de Haití liderado por Gerard Latortue luego que la caída del presidente Jean Bertrand Aristide hace dos años, acordó volver a admitir a este país en sus filas.

Según el último Informe sobre Desarrollo Humano publicado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), Haití es el país más pobre de toda América. También es uno de los más pobres del mundo, en el puesto 153 entre 177 países evaluados por su desarrollo humano.

Más de 48 por ciento de la población es analfabeta, apenas 34 por ciento tiene acceso regular a servicios sanitarios y 23 por ciento de los niños pesan menos de lo que corresponde a su edad.

Esos y otros indicadores de Haití reflejan décadas de explotación y corruptos gobiernos elitistas. Sin embargo, este país se distingue por ser la primera república negra independiente del mundo, tras la revuelta de esclavos africanos que derrocó al régimen colonial francés en 1804.

Pero Estados Unidos ocupó el territorio de 1915 a 1934. En 1957, un golpe militar llevó a François Duvalier —conocido como Papa Doc— al poder, con apoyo del país norteamericano. Su hijo, el igualmente brutal Jean Claude Duvalier —Baby Doc—, ocupó el poder entre 1971 y 1986.

La esperanza regresó en 1991, con la elección democrática de Jean-Bertrand Aristide, un sacerdote católico devenido político. Pero un año después Aristide fue depuesto por el general Raoul Cedras, quien estableció un régimen militar.

Haití fue sometido entonces a una serie de sanciones económicas, la principal de ellas el embargo dispuesto por la ONU en mayo de 1994 sobre todas las mercaderías que ingresaran al país, excepto las correspondientes a asistencia humanitaria, como alimentos y medicinas.

El sector de ensamblaje industrial, dependiente del mercado estadounidense, empleaba a casi 80.000 trabajadores en los años 80. Pero durante el embargo el empleo cayó severamente. Las inversiones privadas, tanto nacionales como extranjeras, tardaron en regresar a Haití.

En julio de 1994, la ONU envió una misión de mantenimiento de la paz a Haití, con fuerte presencia estadounidense. Tres meses después, Aristide volvía a asumir el poder.

Desde aquella restauración democrática, el sector de ensamblaje industrial se recuperó gradualmente. Hoy emplea a unas 20.000 personas, pero el crecimiento se estancó por la preocupación de los inversores sobre la seguridad y la confiabilidad de suministros.

Préval, quien se había desempeñado como presidente en el periodo 1995-2000, entre los dos gobiernos de Aristide, asumió nuevamente el 7 de marzo.

Pero Préval hereda un país plagado por una severa pobreza, pandillas violentas y agitación política.

El trabajo de reconstruir Haití es "tan inmenso", dijo Préval a la OEA, que requiere un diálogo nacional con todos los sectores políticos del país para forjar un plan de desarrollo para el próximo cuarto de siglo.

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