Los ucranianos mostraron en las urnas cuán desilusionados están con el presidente Viktor Yushchenko, cuyo partido prooccidental terminó en un humillante tercer lugar en las elecciones parlamentarias del domingo, con apenas 15 por ciento de los votos.
Con más de 90 por ciento de los sufragios escrutados, los principales candidatos aceptaron los resultados esta semana, y observadores occidentales calificaron los comicios de "libres y justos".
Rusia, que mantiene una histórica influencia sobre Ucrania, condenó ciertas irregularidades, pero dijo que la votación fue hecha "en línea con la ley".
Las elecciones parlamentarias tuvieron como ganador, con 31 por ciento de los votos, al opositor Partido de las Regiones del proruso ex primer ministro Viktor Yanukovich, depuesto a fines de 2004 por la revuelta popular conocida como Revolución Naranja.
Pero la mayor sorpresa fue la votación de Yulia Timoshenko, quien obtuvo 22 por ciento de los sufragios. Aliada con Yushchenko en la Revolución Naranja, Timoshenko fue luego destituida de su cargo de primera ministra tras varias desavenencias con el presidente, de enfoque más liberal.
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Este episodio, más el fracaso del gobierno en combatir la corrupción y elevar la calidad de vida de la población, causaron una gran decepción en el electorado, que castigó en las urnas a Yushchenko.
El presidente fue además debilitado por una enmienda constitucional que redujo sus poderes y consolidó los del primer ministro, que debe ser elegido por el parlamento.
Los resultados indican que ningún partido podrá gobernar por sí solo, y existen grandes dudas sobre cómo se podrá formar una coalición exitosa.
La solución más probable es que Yanukovich, el ganador, quede fuera del gobierno. Ésta es la opción preferida por los simpatizantes de Timoshenko y de Yushchenko en Occidente, porque supondría la recomposición de la coalición "naranja".
Timoshenko ha insistido en su determinación por recuperar la jefatura de gobierno y en su disposición a negociar una coalición con Nuestra Ucrania, el prooccidental partido que lidera Yushchenko.
Nuestra Ucrania no excluye la posibilidad de la reunificación, pero se siente incómodo ante la posibilidad de que la populista Timoshenko lidere el gobierno. Pero el sorpresivo resultado de las elecciones le concede a ella la delantera.
El Partido Socialista, aliado con Yushchenko desde que llegó al poder, podrían ser un importante socio luego de ganar seis por ciento de los votos.
Pero los socialistas han aclarado que sus principios de educación y atención médica gratis, así como de neutralidad en política exterior, deberán ser tenidos en cuenta si se los llama a formar una nueva coalición de gobierno.
Sin embargo, asuntos como la reprivatización de algunos servicios públicos, el transporte del gas de Rusia a través de territorio ucraniano, y el ingreso de este país a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) podrían pasar a ser importantes obstáculos.
Yanukovich también quiere una coalición, y expresó disposición a trabajar con cualquier fuerza política. Alexander Mikhelson, observador político de la agencia analítica Glavred, con sede en Kiev, dijo a IPS que "esto demuestra que la posición de Yanukovich es débil".
Aunque reconoce que dejar fuera del gobierno al ganador de las elecciones podría empeorar el sentimiento de exclusión en los ucranianos del este, Mikhelson sostuvo que Yanukovich podría "poner en peligro la integración de Ucrania a Occidente" al crear un "ambiente político y de negocios muy pro-ruso".
Yanukovich ha dicho que su principal objetivo es terminar la división entre el este rusohablante e industrializado y el oeste prooccidental y agrícola, para que Ucrania actúe como puente entre Rusia y Occidente.
Recientemente prometió que su partido defendería siempre "los principios de la democracia y la libertad".
Mientras que Timoshenko ha descartado sistemáticamente dialogar con él, Yushchenko, quien realizará consultas con todos los partidos, dejó la puerta abierta.
Una coalición entre Yushchenko y Yanukovich afrontará graves dificultades. No solo los simpatizantes naranjas podrían percibirla como una traición, sino que además ambos partidos son propensos a chocar en asuntos importantes como la federalización, la integración a la OTAN y el estatus de la lengua rusa.
Pero Dmytro Vydrin, director del Instituto Europeo para la Integración y el Desarrollo, ha argumentado que la posibilidad de que se forme una coalición así es de "más de 50 por ciento".
Por su parte, el politólogo ruso Vladimir Malenkovich afirma que cualquier otra opción podría "preservar la actual división del país".
Yushchenko dijo en una conferencia de prensa que las elecciones fueron una "oportunidad única para seguir un curso de estabilidad", y que una nueva coalición debería buscar "la unidad en torno a valores nacionales".
Preocupada por la posibilidad de ser excluida de la formación de gobierno, Timoshenko reaccionó en televisión afirmando que "esto no es sobre la unificación del este y del oeste, es sobre apoyar o no al gran clan de negocios", en alusión a los intereses detrás del Partido de las Regiones.
El presidente afronta una elección difícil, y necesitará considerar las reacciones más allá de las fronteras de su país. Su peleado acuerdo por el precio del gas ruso, esencial para la economía, posiblemente sea desafiado por cualquiera que se convierta en primer ministro.
Mientras Yanukovich podría usar sus contactos con Rusia para obtener una revisión favorable del acuerdo, y oponerse fuertemente a la integración a la OTAN, las posturas de Timoshenko con Rusia son más polémicas, y seguramente estropearán el delicado vínculo con su vecino mayor.
Rusia ha dicho que está lista para un "diálogo activo" con el nuevo liderazgo de Ucrania. La decisión de Yushchenko determinará si Ucrania recompondrá sus relaciones con Moscú o seguirá el camino hacia la OTAN.
El presidente expresó su orgullo en la naturaleza democrática de las elecciones, y es consciente de que Occidente está por eso más dispuesto a recibirlo a bordo.
Sin perder tiempo, el Ministerio de Defensa ucraniano anunció que intenta presentar el borrador de un plan para unirse a la OTAN.
