El oficialismo derechista arrasó en los comicios parlamentarios colombianos del domingo, obteniendo 72 escaños en el Senado, contra 28 de la oposición. El socialdemócrata Partido Liberal (PL) se desplomó, y la abstención bordeó 60 por ciento.
El Partido Conservador, que adhirió enseguida al presidente Álvaro Uribe cuando asumió como presidente en 2002, quedó fortalecido en estas elecciones como segunda fuerza. Por fuera del conservadurismo uribista permanece un sector intelectual de esa colectividad de la derecha tradicional, que se expresa a través del diario El Nuevo Siglo.
El presidente coordinó posiciones legislativas con sectores que ahora son mayoritarios pues quedaron en primer, segundo, cuarto y sexto lugares: ellos son el Partido de la U, el ya mencionado Partido Conservador, Cambio Radical y Convergencia Ciudadana. Cuatro movimientos adicionales suman sus fuerzas al uribismo.
Pero los electores castigaron a varios políticos cuyos nombres fueron relacionados, en medio de grandes escándalos, con el paramilitarismo de ultraderecha ligado al narcotráfico y señalado de haber cometido la mayor parte de los crímenes en la guerra civil colombiana.
El grado de abstención no puede ser atribuido totalmente a la guerrilla izquierdista, aunque ésta la promovió, según denuncias. Los sufragios anulados por los propios electores, una forma activa de abstención en muchos casos, alcanzan casi 13 por ciento de los votos.
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El liberalismo muerde el polvo ubicándose tercero con sólo 17 senadores, cuando esperaba 30. La izquierda, reunida en el Polo Democrático Alternativo, obtuvo 11 senadores y es la quinta fuerza en el parlamento.
Quizá debido a que cualquier votante puede inmiscuirse en la elección de los dos senadores de la circunscripción indígena, más de la mitad de los votos fueron en blanco y esta votación deberá ser repetida entre las 90 etnias aborígenes que suman cerca de un millón de personas en este país de 44 millones de habitantes.
El domingo se eligieron también los 167 miembros de la cámara baja. Este lunes, los observadores aún no tenían claro el impacto paramilitar en esos escaños.
En todo caso, "la presencia en las regiones de gente ligada al paramilitarismo se refleja mucho más fuerte en la cámara que en el Senado", dijo a IPS León Valencia, director de la no gubernamental Corporación Arco Iris, que elaboró el mapa de la influencia de estos grupos ilegales en la política.
En su momento, el PL no aceptó la jefatura del actual mandatario Uribe. Pero con estas elecciones, el presidente, que se postula para ser reelecto en los comicios de mayo, mostró quién ganó el pulso.
El PL y el Polo Democrático celebraron simultáneamente consultas internas para definir sus respectivas candidaturas a la Presidencia para las elecciones de mayo.
Horacio Serpa, ex embajador de Uribe ante la Organización de los Estados Americanos (OEA) y con una fuerte imagen negativa entre los electores según reiteradas encuestas, quedó por tercera vez como candidato del históricamente mayoritario PL, ahora dirigido por César Gaviria, ex presidente de Colombia (1990-1994) y ex secretario general del foro interamericano (1994-2004).
Aunque Gaviria asumió la responsabilidad por la derrota del PL al no lograr el propósito de que la suya fuera la lista más votada, dijo que "el paramilitarismo y el dinero fácil jugaron un papel importante en la elección parlamentaria", al proclamar la candidatura de Serpa.
Cuando ambos líderes liberales ejercían sus cargos en la OEA, ese organismo aprobó el envío a Colombia de una misión de observación del polémico proceso de desmovilización paramilitar negociado por Uribe, que fue considerada por defensores de derechos humanos como una legitimación del mismo.
Para Iván Cepeda, de la recién creada asociación Hijas e Hijos por la Memoria y contra la Impunidad, "aún es temprano para lanzar un juicio sobre si el paramilitarismo retrocedió, avanzó o se mantuvo (en el parlamento). Hay que ver con más calma cómo ocurrió la votación en distintos lugares".
La asociación había pedido el 9 de este mes al electorado no votar a 13 postulantes identificados con el paramilitarismo.
Por ahora, Cepeda ve que "hay unos 17 o 18 parlamentarios que vienen de fuerzas altamente dudosas" de vínculos con los grupos paramilitares. En algunos casos, se dan alianzas locales sospechosas.
En el barrio popular Santo Domingo Savio, de la noroccidental Medellín, la segunda ciudad del país, paramilitares desmovilizados fueron vistos haciendo fila ante una tienda de campaña con identificaciones de la alcaldía, donde irregularmente funcionaba una sede de promoción de las candidaturas de la senadora Rocío Arias, abierta admiradora de los paramilitares, y del postulante a la cámara baja por el PL, Jorge Morales.
La madre de un desmovilizado reportó que a los ex combatientes se les había "exigido presentar 10 votos cada uno para esta fórmula", dijo a IPS Luis David Obando, director de opinión pública del no gubernamental Instituto Popular de Capacitación (IPC), que realizó una misión de observación electoral conjunta con la estatal Universidad Nacional.
Esto "evidencia que el aparato (paramilitar) desarmado sigue teniendo injerencia territorial y que ésta debe ser efectiva, dado que había filas" de desmovilizados, añadió Obando.
Con todo, Arias se hundió, mientras Morales obtuvo su escaño. Ella hace parte de la lista de 13 candidatos vetados por Hijas e Hijos. Seis de los señalados sí ganaron sus bancas.
"Uno de los fenómenos importantes de destacar es que hubo una sanción del electorado a aquellos candidatos que han sido reconocidos violadores de derechos humanos y también de figuras que se han identificado públicamente con los grupos paramilitares", señaló Cepeda.
Entre esos postulantes que no recibieron respaldo electoral se encuentra el general retirado Rito Alejo del Río, a quien las comunidades del río Atrato culpan de haber aplicado en 1997 en esa región noroccidental una estrategia combinada militar-paramilitar que causó masacres y desplazamiento forzado, según había advertido el llamamiento de Hijas e Hijos.
Tampoco pasaron el examen de las urnas otros dos militares de la lista de vetados ni dos candidatas, Eleonora Pineda y Muriel Benito-Revollo, así como Vicente Blel, todos uribistas.
La consulta interna del Polo Democrático obtuvo cerca de un millón de votos, sobre un total de 10.780.668 habilitados.
En la carrera por la candidatura presidencial de la izquierda, el ex magistrado Carlos Gaviria barrió a su rival, el ex guerrillero del desmovilizado M-19 Antonio Navarro, y entra con fuerza a la primera vuelta electoral.
En Bogotá, tradicionalmente una plaza liberal, el PL resultó el gran derrotado, cayendo al tercer lugar, mientras el Polo tuvo que conformarse con un segundo puesto, a pesar de que gobierna en la alcaldía.
Pasadas las ocho de la noche del domingo, el indudable ganador de la jornada, el presidente y candidato Uribe, se dirigió en tono inusualmente sereno a su archienemiga, la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC, que lleva 42 años en armas), y le pidió que revisara "su conducta" y considerara "la posibilidad de un proceso de paz serio y urgente".
Una campaña presidencial "sin agresiones personales" es el camino, añadió Uribe.
Sus contendores ya están definidos: Serpa por el liberalismo y Gaviria por la izquierda, pero podría pisar fuerte el conservador Álvaro Leyva Durán.
Los tres retadores tienen una propuesta en común: la solución negociada a la guerra.
Las autoridades no reportaron incidentes importantes en la jornada electoral y se habló de "29 hechos violentos". Toda la costa atlántica, así como el departamento del Cauca, en el suroccidente, sufrieron apagones que afectaron el conteo de votos, pero el gobierno sólo atribuyó la responsabilidad a la guerrilla en el caso del Cauca.
El hecho más grave informado a IPS por organizaciones sociales del petrolero departamento de Arauca, fronterizo con Venezuela, fue un ataque atribuido a las FARC contra el acueducto del poblado de Saravena, que lo dejó sin agua potable, en violación del derecho internacional humanitario.