Rumores de que el «capo» de la economía brasileña, el ministro Antonio Palocci, habría renunciado por nuevas denuncias de corrupción esta semana, ilustran el hostigamiento que enfrentará el presidente Luiz Inácio Lula da Silva en camino a su reelección en octubre.
Un conjunto de factores ampliaron últimamente la posibilidad de un triunfo por el que nadie apostaba unos meses atrás. Las últimas encuestas dan a Lula una gran ventaja sobre todos sus adversarios, indicando que la ciudadanía lo absolvió del escándalo de corrupción que estalló en junio y barrió con la dirección del gobernante Partido de los Trabajadores (PT) y con poderosos ministros.
La decisión del Partido de la Socialdemocracia Brasileña de nombrar al gobernador del sureño estado de Sao Paulo, Geraldo Alckmin, como principal candidato opositor en las elecciones presidenciales, amplió el favoritismo de Lula. Las encuestas colocaban mejor al alcalde de la ciudad de Sao Paulo, José Serra, el único capaz de amenazar al presidente, repitiendo la disputa de 2002.
Pero los escándalos no se agotaron y pueden forzar la salida de Palocci, el ministro de Hacienda que era considerado el sostén del gobierno hace pocos meses, cuando las denuncias de corrupción provocaban renuncias e inhabilitaciones políticas de otros "brazos derechos" de Lula, como el ex jefe de la Casa Civil de la Presidencia, José Dirceu, y el ex presidente del PT, José Genoino.
Lula aseguró este viernes que Palocci no dejaría su gobierno a causa de presiones de la oposición, a la que acusó de intentar anular el éxito de su gestión en este año electoral.
Pero la permanencia de Palocci es arriesgada. El jueves, Francenildo Santos Costa, un trabajador doméstico de Brasilia, testificó ante una comisión parlamentaria de investigación (CPI), desmintiendo declaraciones previas del ministro a los parlamentarios.
Costa cuidaba la casa de Wladimir Poleto, un auxiliar de Palocci cuando éste era alcalde de Ribeirao Preto, en el estado de Sao Paulo. Las investigaciones parlamentarias acumularon varios indicios de que hubo en la alcaldía un sistema de recaudación de fondos ilegales, a través de empresas contratadas para prestar servicios al municipio, como recolección de basura.
Los fondos se destinaban supuestamente al PT. Palocci gobernó Ribeirao Preto, ciudad de medio millón de habitantes, entre 1993 y 1996 y entre 2001 y mediados de 2002, cuando asumió la coordinación de la campaña de Lula a la Presidencia, y luego el Ministerio de Hacienda.
Palocci logró negar de manera convincente las denuncias ante dos CPI dedicadas a investigar hechos que involucran a varios de sus ex colaboradores, dos de los cuales lo acompañaron en el Ministerio de Hacienda. Uno de ellos renunció después de responder a varias acusaciones.
Según las nuevas denuncias, la casa de Poleto en Brasilia servía tanto para celebrar fiestas como para distribuir dinero del grupo apodado "República de Ribeirao Preto".
El casero Costa, que cuidó la vivienda siete años, dijo al diario O Estado de Sao Paulo el martes que Palocci estuvo en la casa "entre 10 y 20 veces", afirmación negada por el ministro ahora y en sus testimonios previos ante las CPI.
Pero un conductor de automóviles de ex asesores de Palocci ya había revelado la presencia del ministro en la casa, y Costa la confirmó el jueves en la CPI que investiga loterías ilegales que habrían contribuido a partidos políticos.
El líder del PT en el Senado, Sebastiao Viana, obtuvo una decisión de la Suprema Corte para suspender el testimonio del casero, arguyendo que se trataba de un hecho ajeno al objeto de la CPI. La decisión judicial llegó tarde al Senado, cuando Costa había contestado por 50 minutos a preguntas de parlamentarios, confirmando "hasta la muerte" las declaraciones anteriores y añadiendo detalles que fortalecieron su denuncia.
La maniobra pudo haber sido el golpe fatal en el ministro. Líderes opositores en el parlamento que antes defendían a Palocci o evitaban agravar su situación por apoyar su política económica conservadora, pasaron a pedir su renuncia. No puede seguir gobernando un ministro que tiene que acallar de esa forma a un casero, sentenció el socialdemócrata Artur Virgilio Neto.
Lula logró zanjar la crisis de 2005 sin heridas graves, pero perdió prácticamente a todos los compañeros fuertes y más allegados de sus campañas electorales anteriores. Aunque Palocci no deje el ministerio, está políticamente muy disminuido. El PT, del cual Lula es candidato, discrepa hoy de varias políticas gubernamentales, especialmente la económica.
La alta popularidad recuperada en las encuestas no asegura a Lula un triunfo en las elecciones de octubre, pese a la aparente debilidad de sus oponentes. El presidente es hoy un líder personal, basado en su carisma, su gran capacidad de comunicarse con las poblaciones pobres y en la fuerza del gobierno. Estos eran factores imbatibles hace algunas décadas en Brasil, pero pueden no serlo hoy.
(