La Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (Asean) cada vez oculta menos el fracaso de su «compromiso constructivo» hacia la democratización de Birmania, y ahora pide a China e India ayuda para poner fin a los abusos de derechos humanos del régimen.
Los últimos acontecimientos, entre ellos el desplante al que la junta militar sometió al enviado especial de Asean, abren aun más espacio para que el bloque suspenda o expulse de sus filas a Birmania, como exigen legisladores y activistas de la región.
Más de 200 trabajadores birmanos inmigrantes en Tailandia lanzaron un grito horror cuando la imagen de una cabeza ensangrentada se proyectó en la pantalla, en una conferencia sobre la situación en Birmania convocada por la organización de derechos humanos Tenaganita.
Se trataba del prisionero político birmano Thet Naing Oo, muerto a golpes por la policía en Rangún a comienzos de este mes. Luego, se proyectaron más imágenes del cadáver, que daban cuenta de los tormentos a los que fue sometido el asesinado dirigente opositor.
"Esto es lo que les ocurre a los presos políticos en Birmania", dijo señalando la pantalla Irene Fernandez, directora ejecutiva de Tenaganita. "Los líderes de la Asean han mantenido silencio. Esto debe parar. Ya fue demasiado. La Asean debe considerar la expulsión de Birmania".
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Las demandas de Fernández fueron aplaudidas por los inmigrantes, muchos de los cuales integran la Liga Nacional para la Democracia, el partido de la líder de la oposición birmana y premio Nobel de la Paz, Aung San Suu Kyi.
La Asean, integrada por Birmania, Brunei, Camboya, Filipinas, Indonesia, Laos, Malasia, Singapur, Tailandia y Vietnam, mantiene una política de "compromiso constructivo" con Rangún. Pero el fracaso de esa política resulta evidente.
La semana pasada, Birmania desairó al enviado especial de la Asean, el canciller malasio Syed Hamid Albar, que visitó el país con la misión de analizar las reformas políticas en Birmania. El ministro fue obligado abruptamente a regresar, sin poder reunirse con Aung San Suu Kyi.
La líder opositora birmana estuvo detenida 11 de los últimos 16 años y se encuentra bajo arresto domiciliario desde mayo de 2003.
El secretario general de la Asean, Ong Ken Yong, se manifestó el jueves decepcionado por el resultado de la misión de Albar, y sugirió que era tiempo de que China e India intervinieran para alentar la reforma democrática en Birmania.
"Deberíamos pedirles a China e India que sean más persuasivas", dijo Ong a la prensa, con lo que reconcía implícitamente el fracaso de la Asean en Birmania.
Ong tuvo en cuenta que la Asean se guiaba por el principio de no interferencia en los asuntos internos de un país miembro y de que había "espacio muy limitado" para las maniobras del bloque.
Pero la Asean recibe cada vez más presiones de Estados Unidos y otros países occidentales, así como de poderosas organizaciones de derechos humanos regionales —como Tenaganita—, para que expulse a Birmania.
La iniciativa de Tenaganita es apoyada por el Grupo Interparlamentario Myanmar (nombre que la junta militar gobernante da a Birmania) de la Asean, presidido por la legisladora opositora malasia Teresa Kok.
Kok pidió que la Asean actúe ante los horrores que la junta perpetra contra el pueblo birmano antes de que más activistas corran la misma suerte que Thet.
Fernandez dijo que el caso de Thet indicaba por sí solo el nivel de terror al que la junta birmana somete a activistas por la democracia y presos políticos.
"La arrogancia de la junta alcanzó nuevas cimas", dijo, refiriéndose a la indiferencia con el régimen trató a Albar.
Fernández afirmó que el fracaso de Albar en reunirse con los líderes de la oposición de Birmania demuestra que "la junta no está dispuesta a comprometerse en modo alguno con la reforma política, pese a la creciente presión regional".
"El abrupto regreso de Syed Hamid es un gran paso atrás", dijo Lim Kit Siang, legislador del Grupo Interparlamentario Myanmar.
Albar conversó con el primer ministro Soe Win durante 20 minutos antes de dirigirse al aeropuerto para emprender su viaje de regreso.
Birmania, que se integró al bloque regional en 1997, acordó en la cumbre de la Asean del año pasado, en Kuala Lumpur, permitir que un enviado especial visite y revise el avance de su "hoja de ruta" hacia la democracia y otras medidas de reforma. Allí se eligió a Albar como enviado especial.
Pero la visita aparentemente se vio afectada porque Albar insistió en reunirse con Suu Kyi.
A su regreso, Albar expresó a los periódicos locales que la junta le había dicho que Suu Kyi ya no era "relevante" y que la Liga Nacional para la Democracia carecía de influencia, por lo que no había necesidad de reunirse ni con ella ni con los otros.
Los ministros de Relaciones Exteriores de la Asean se reunirán en Bali, Indonesia, a mediados de abril. Allí Albar presentará un informe sobre el progreso de las reformas en Birmania.
Muchos parlamentarios de la oposición y activistas por los derechos humanos tienen la mira puesta en la reunión de Bali, para ver cómo toma la Asean el desaire de Rangún.
"La Asean debería considerar fuertemente, por lo menos, suspender la membresía a Birmania. De otro modo, le mostrará al mundo que es apenas un tigre sin colmillos", dijo Lim a IPS.
Igual que Lim, Fernández exigió que la Asean deje de lado su política de no interferencia en asuntos internos de los países para adoptar una postura más dinámica. También urgió a India y a China, ambas proveedoras de armas de Birmania, a presionar más a la junta para dar pasos tendientes a introducir reformas democráticas.
La junta alega que dio el primer paso hacia la democracia al convocar un cónclave para elaborar una nueva constitución.
Sin embargo, mantuvo a la Liga Nacional para la Democracia fuera de la convención y se niega a liberar a Aung San Suu Kyi y a 1.300 presos políticos, algunos de ellos legisladores surgidos de las urnas en 1990, en elecciones cuyo resultado desconoció el régimen..
En otro desaire a la Asean y a otros, esta semana Birmania llevó a cabo un despliegue masivo de poderío militar en su nueva capital, Pyinmana, con un desfile en que participaron más de 12.000 militares.
El jefe de estado, general Than Shwe, sostuvo que el país necesita un ejército fuerte en su campaña hacia lo que denominó "democracia disciplinada", en la cual, dijo, podría admitirse la existencia de múltiples partidos.
Para salir del punto muerto, activistas de derechos humanos dijeron que una fresca iniciativa diplomática debería ser asumida para presionar a la junta a aceptar las reformas democráticas.
"La comunidad internacional necesita probar que, mientras adopta un alto terreno moral en la crisis de Birmania, también debe ofrecer ideas y enfoques concretos para avanzar en la democratización y en la reconciliación nacional más allá de la actual política de sanciones y boicot", dijo Fernandez.
"Un paso necesario en esa dirección sería una nueva iniciativa diplomática para persuadir a la junta de respetar los resultados de las elecciones de 1990 y elaborar un proyecto de nueva constitución con la participación de todos" los involucrados, dijo.
"La situación actual en Birmania es que la nación está al borde de la revolución. Y si esto ocurre, lo que veremos es un genocidio", dijo Fernández.