Tras años de opresión y hermetismo, los generales que gobiernan Birmania se encuentran ante la resistencia de un contrincante inesperado: el virus de la influenza aviar.
Esta semana, la junta militar que ejerce el poder desde el golpe de Estado de 1962 confirmó que la nación de Asia sudoriental fue la última golpeada por el mortal virus H5N1, marcando un drástico abandono de su política de aislamiento.
El pedido de asistencia de la junta a la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) fue elogiado por esa agencia.
"Estamos complacidos de que el gobierno de Myanmar (nombre con que la junta designa a Birmania) informara del brote a la FAO y buscara la verificación del virus en laboratorios del exterior", dijo a IPS Laurence Gleeson, alto funcionario de sanidad animal de la oficina de esa agencia de la ONU para la región Asia-Pacífico en Bangkok.
Parte de esta apertura supone que Rangún permita que un experto en salud animal de la FAO visite las áreas donde se detectaron los casos de gripe del pollo (que afecta a todo tipo de aves), en los alrededores de la ciudad de Mandalay, unos 700 kilómetros al norte de Rangún, y en la vecina Sagaing.
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"Estamos buscando rastros epidemiológicos del virus, de dónde vino, y los controles que es necesario poner en práctica para contener su propagación", agregó Gleeson, quien también confirmó que los análisis realizados el jueves demostraron que Birmania tenía el letal virus H5N1.
Estudios tempranos llevados a cabo por la FAO documentaron una mortalidad de 40 por ciento —unos 120 pájaros fallecidos— en un establecimiento avícola que tenía 280 animales en el distrito de Pyigyidagun, en Mandalay. Dos criaderos adyacentes al mismo, uno de los cuales tiene 450 pollos, no fueron afectados.
En Sagaing, según la FAO, se estima que la mortalidad afectó a 10 por ciento de la población avícola de tres establecimientos que tenían 12.000 ejemplares.
Pero apenas el jueves los birmanos supieron que el virus había llegado a sus patios traseros, donde crían aves.
El tema había estado envuelto en un manto de secreto durante cuatro días. Los medios de comunicación estatales revelaron las cantidades del daño causado: unas 5.000 aves habían sido sacrificadas y se había implementado una prohibición de vender pollos y productos derivados en la zona de Mandalay. También se pidió a la población que informara de cualquier otro brote de influenza aviar.
La respuesta del Consejo Estatal de Paz y Desarrollo —como se hace llamar la junta militar— a la mortandad de aves es vista por los analistas de la región como una ocasión para que Rangún vuelva a comprometerse con sus vecinos y con la comunidad internacional.
"La influenza aviar representa un problema único y exige soluciones únicas que deberían estimular al gobierno birmano a pedir ayuda a la comunidad internacional", dijo a IPS Kavi Chongkittavorn, editor y columnista sobre asuntos regionales en The Nation, un periódico en inglés que se publica en Tailandia.
"Birmania podría ganar cierto respeto siendo abierta y transparente y confiando en la ayuda exterior en este tema", agregó.
Otros dicen que la apertura de Birmania es crucial para sus vecinos que ya fueron afectados por la gripe del pollo o están preocupados por prevenir un brote interno.
Tailandia, vecina meridional de Birmania, encabeza esta lista, dado que 14 personas fallecieron debido al virus y decenas de miles de pollos fueron sacrificados o murieron desde que se reportó la existencia de la enfermedad en su territorio, a comienzos de 2004.
Otras naciones del sudeste asiático afectadas son Vietnam, donde hubo 42 personas muertas, Indonesia, donde hubo 22, y Camboya, con cuatro. China, el vecino gigante de Birmania hacia el oriente, informó de cuatro víctimas mortales por la influenza aviar desde 2005.
Esta enfermedad, que hizo que 150 millones de pollos y patos fueran sacrificados o murieran del virus en toda Asia, donde fue detectado el virus por primera vez en 2003, se expandió ahora a Rusia, Asia Central y partes de Europa y África.
La influenza aviar es conocida desde hace unos 100 años. Y la cepa H5N1 del virus es la peor de todas, dada su gravedad y su capacidad de adaptación genética.
En 1997 la enfermedad traspasó la frontera de las especies, cuando aves contagiaron a humanos. Los expertos afirman que el virus —que ya mató a unas 100 personas en todo el mundo— podría mutar hasta volverse transmisible de un humano a otro, desatando una pandemia similar al brote de gripe española que entre 1918 y 1919 mató a 50 millones de personas, 500.000 de ellas en Estados Unidos.
Hasta la respuesta de esta semana a la gripe del pollo, el régimen birmano había establecido un récord en materia de desdén a la asistencia sanitaria internacional y la colaboración regional para tratar una serie de problemas que amenazaban las vidas de sus habitantes y la estabilidad regional, en particular el sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida).
En agosto de 2005, el Fondo Mundial de Lucha contra el Sida, la Tuberculosis y la Malaria, un mecanismo internacional independiente establecido para financiar los esfuerzos de la sociedad civil para combatir las tres pandemias, dejó de funcionar en el país tras severas restricciones a los viajes impuestas por Rangún.
Otras agencias humanitarias internacionales que asisten a civiles en Birmania también fueron objeto de prohibiciones similares, haciéndoles prácticamente imposible ayudar a los necesitados.
En ese momento se estimaba que Birmania tenía entre 170.000 y 620.000 personas viviendo con VIH (virus de inmunodeficiencia humana, causante del sida). La tasa de infección anual en la población de 50 millones de habitantes era de 1,3 por ciento, convirtiendo a ese país en el segundo más afectado de Asia sudoriental, según el Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/Sida (Onusida).
Hasta fines de 2003, Birmania, la principal fuente de todas las cepas del VIH que se propagaron por Asia según el Consejo de Relaciones Exteriores, con sede en Nueva York, se negó a reconocer que tenía una crisis de sida, y mantuvo el tema fuera de los medios de comunicación del país.
El avance de la tuberculosis en ese país y más allá de sus fronteras también preocupa a los funcionarios de salud pública en los países vecinos, dado que 97.000 nuevos casos de esta enfermedad son reportados en Birmania cada año, convirtiéndola en una de las 22 naciones más afectadas. Una cantidad considerable son casos multirresistentes a los fármacos.
"El régimen birmano no puede permitirse repetir con la influenza aviar los mismos errores que cometió con el Fondo Global" del Sida, dijo Kavi. "Su respuesta inicial sugiere que está mirando este problema de modo diferente".