TRABAJO-CUBA: El pasado en sus manos

«Rescatar el patrimonio es revivir cada día la historia», dice Alberto Herrera, haciéndose oír entre golpes de martillo y la estridencia de una sierra mecánica. Diseminados por el amplio local de la zona antigua de la capital cubana, otros jóvenes también aprenden los secretos de la carpintería.

En salas contiguas se despliegan los distintos oficios que imparte la escuela taller Gaspar Melchor de Jovellanos, encargada desde hace más de una década de entregar mano de obra calificada para las labores de restauración y conservación del centro histórico de la Habana Vieja.

De 1992 a diciembre de 2004, se habían graduado 462 jóvenes, una quinta parte de los cuales son mujeres. Alrededor de 75 por ciento de ellos se mantienen trabajando dentro del Sistema de la Oficina del Historiador de la ciudad de La Habana, lo que a juicio del director del plantel, Eduardo González, expresa el sentido de "pertenencia" de los educandos respecto del proyecto.

La escuela considera trabajadores en aprendizaje a sus alumnos, que al terminar sus dos años de adiestramiento teórico y práctico pueden optar por incorporarse a las labores del Centro Histórico o aceptar ofertas de otros lugares. "No hay coacción ni presiones para que se queden en la Oficina, ellos eligen", afirmó González.

"He aprendido cosas sobre las cuales no tenía la más mínima idea. Este es un mundo inmenso y por supuesto que me quedaré a trabajar aquí", asegura Herrera, quien ya venció la mitad del curso que lo califica como restaurador en la especialidad de carpintería.

La escuela fue creada el 6 de abril de 1992, a raíz de un convenio suscrito entre la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECI) y la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana que se mantuvo vigente hasta 2003. Desde entonces, la institución permanece sólo bajo el patrocinio de la parte cubana.

El proyecto ha contribuido al renacimiento de oficios que se estaban perdiendo, asegura la mano de obra imprescindible para salvar el patrimonio y devino en importante fuente de empleo para el sector juvenil de la Habana Vieja y otros municipios de la capital cubana.

En los primeros años del plantel se impartieron especialidades como albañilería, arqueología, cantería, carpintería, electricidad, jardinería, forja, pintura de obra, plomería, vidriería y yeso. Posteriormente, los oficios se redujeron, en dependencia de las necesidades.

"No vamos a graduar jóvenes que luego no tengan trabajo. Ese es el principio de la escuela", subrayó González a IPS.

Pero la demanda aumentó, al punto que en febrero comienza un nuevo curso, con una matrícula de 120 alumnos, que funcionará como Unidad Docente número 2 de la escuela. Muchos de los profesores serán egresados de las primeras graduaciones, añadió González, un entusiasta de este programa educacional que dirige desde sus inicios.

"Existe necesidad de esta fuerza laboral calificada. Acá les damos la formación patrimonial y, desde el punto de vista constructivo, con las características propias de nuestras obras", explicó, en referencia a que se trata de edificaciones muy antiguas, con sistemas ya en desuso y desconocidos para quien no esté debidamente preparado.

"De modo que los jóvenes aprenden directamente trabajando en obras de restauración, bajo la dirección de maestros profesionales de obras que se han formado aquí en la Habana Vieja", recalcó González.

La actual capital de Cuba La Ha fue fundada en 1519 y su parte más antigua, conocida como La Habana Vieja desde el siglo XIX y Patrimonio de la Humanidad desde 1982, constituye uno de los centros económicos, turísticos y culturales más dinámicos de este país caribeño.

En este casco urbano se localizan 88 monumentos de alto valor histórico, 860 de gran valor ambiental y 1.780 construcciones armónicas que "muestran de modo excepcional cuatro siglos de arquitectura".

La Escuela taller para capacitar mano de obra especializada en restauración forma parte del vasto programa a cargo de la Oficina del Historiador que va más allá del remozamiento y conservación de los antiguos inmuebles y piensa también en la población que habita el lugar: más de 70.000 personas en 214 hectáreas.

Al respecto, González indicó que el otro objetivo muy importante del plantel es ofrecer una opción de aprendizaje y oficio a chicos y chicas que se han "desvinculado" del estudio y el trabajo.

"Cerca de 60 por ciento de los jóvenes que han pasado o pasan por nuestra escuela son de la Habana Vieja y quisiéramos elevar aún más esa proporción, a fin de garantizar posibles soluciones sociales y que el personal se mantenga vinculado a su trabajo. "Se trata de lograr que el joven se sienta en un trabajo seguro y hasta cierto punto estable", apuntó.

"Esto es buenísimo, se aprende a trabajar, a ser responsable y eso ayuda para el futuro. Yo me siento mejor persona desde que trabajo aquí", afirma Juan Alberto Rivero, 21 años y especializado hace tres en forja de metales, quien reside a cinco cuadras del taller. "Me siento halagado cuando veo terminadas las obras en que hemos trabajado", recalca.

La convocatoria al primer curso del plantel sorprendió a Lissete Roura con 21 años y estudiando alemán sin otro propósito que el de "sumar conocimientos", según confiesa. Hoy no se arrepiente para nada de su decisión de especializarse en arqueología histórica. "Me cambió la vida completamente", afirma.

A su lado, Yadira Arteaga, de 27 años, recuerda que "estaba sin hacer nada, porque no encontraba mi vocación", hasta que decidió aceptar el reto de adiestrarse en restauración de pintura mural. "Trabajo en esto ante todo porque me gusta, es mucho más que un medio de vida", aseguró la joven.

El salario mensual de Arteaga es de 296 pesos cubanos (moneda nacional), equivalentes a unos 12 dólares estadounidenses en las casas estatales de cambio, más un "estipendio" de 10 pesos convertibles (CUC), que representa algo más de 10 dólares, que reciben por igual todos los trabajadores del sistema de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana.

Aunque autoridades cubanas consideran incorrecta esta equiparación entre su moneda nacional y el dólar estadounidense. Alegan al respecto que con esa formulación se están obviando, entre otros datos, gratuidades de sectores como salud y educación, los precios subsidiados de algunos servicios básicos y alimentos distribuidos mediante la tarjeta de racionamiento.

La vivienda sigue siendo uno de los principales problemas de la Habana Vieja. Algo más de 45 por ciento de las casa-habitaciones censadas en 2001 carecían de condiciones adecuadas y la mitad eran "ciudadelas", es decir, casas antiguas donde conviven varias familias que comparten las áreas comunes incluido el servicio sanitario.

"Nosotros valoramos y hemos aceptado personas con problemas sociales y de vivienda e inclusive tratamos de apoyarlos en la búsqueda de soluciones. De hecho, la capacitación que reciben los deja en mejores condiciones para ayudarse a sí mismos y crear una mejoría en las condiciones de vida de la familia", comentó González.

El directivo afirmó que centros urbanos latinoamericanos como Lima, Quito y la septentrional ciudad colombiana de Cartagena de Indias han puesto en práctica experiencias similares a las de la escuela taller Gaspar Melchor de Jovellanos, aunque quizás sin el nivel de institucionalidad y permanencia como el dado en Cuba.

El proceso de restauración y conservación de la Habana Vieja, iniciado en la década del 80, cobró mayor impulso luego que en 1993 el gobierno otorgó prerrogativas especiales a la Oficina del Historiador, a cargo de Eusebio Leal, para una gestión autofinanciada del centro histórico.

Fuentes de la Oficina aseguran que entre 1994 y 2002 se terminaron 76 obras del patrimonio cultural, 14 hoteles con 413 habitaciones, otras 79 instalaciones turísticas como cafeterías y comercios, 11 inmobiliarias, 171 obras sociales y 3.092 viviendas.

A la vez, se estima que en 10 años de trabajo fueron creados más de 11.000 empleos para residentes de La Habana Vieja o de municipios vecinos.

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