SOCIEDAD-BALCANES: La diversión, trampolín del cambio

Grandes cantidades de jóvenes viajan cada fin de semana de Croacia a Belgrado, la capital de Serbia, para disfrutar de una vida nocturna sin prejuicios dejando de lado el odio que terminó separando a estos dos países de los Balcanes.

Cada sábado, estos jóvenes llegan a la ciudad, se alojan en hoteles baratos, pasan el día de compras y luego viven la noche con ganas, olvidando las fracturas de las sangrientas guerras de secesión de los años 90.

"Me encanta viajar y conocer gente nueva", dijo a IPS la estudiante Lena Sasic, de 24 años, residente en Zagreb, la capital croata. "Belgrado es el lugar perfecto para divertirse y hacer buenas compras. Además, todos te entienden: no tienes que hablar ningún idioma extranjero", explicó.

En 1991, Croacia se declaró independiente de la entonces federación yugoslava. Esto marcó el inicio de las guerras de secesión en los Balcanes, que enfrentaron a Croacia y Bosnia-Herzegovina con Serbia, el país que dominaba Yugoslavia.

Los acuerdos de paz de Dayton, Estados Unidos, marcaron en 1995 el comienzo del fin del conflicto.
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La opinión que prevalece en Croacia es que croatas y serbios tienen poco en común, a pesar de hablan prácticamente el mismo idioma. Pero ese prejuicio no existe en Belgrado.

"La gente solo me mira con curiosidad cuando oyen mi acento de Zagreb. La mayoría dicen: 'Bienvenida, es tan bueno oírlo de nuevo'", relató Lena.

Entre Belgrado y Zagreb media una distancia de 400 kilómetros. Ambas ciudades están conectadas por una moderna autopista, que, sin embargo, suele estar vacía, pues el tráfico no recuperó la vitalidad previa a la guerra.

Los jóvenes croatas viajan a Belgrado en automóvil, autobús o tren. El servicio regular de autobuses y trenes fue restablecido hace pocos años. Todos los lazos entre las dos naciones se habían roto en 1991.

Maja Matic, de 25 años, es amiga de Lana y adora la vida nocturna de Belgrado. "No hay nada como los clubes en botes. Aquí la gente está más distendida que en cualquier otro lado", dijo.

La confluencia de los ríos Sava y Danubio, en Belgrado, está señalada por cientos de restaurantes y clubes nocturnos establecidos en botes, con música en vivo que varía desde tonadas gitanas y música popular serbia hasta jazz.

Los clubes son populares tanto entre los jóvenes como entre el público adulto, y gracias a ellos Belgrado se ganó el título de "ciudad del pecado" en los últimos años.

No muchos disc-jockeys de Zagreb se hacen cargo de la música en los clubes de botes en los fines de semana. Uno que se llama a sí mismo Verbal se volvió particularmente popular.

"Estoy fascinado por esta ciudad y su atmósfera cosmopolita", dijo a IPS. "Zagreb es un lugar aburrido, con menos posibilidades."

Belgrado también es más barata que otras capitales de la región. Los productos de las marcas más famosas cuestan menos aquí. Comercios de todo tipo están repletos de visitantes extranjeros.

Con una población de dos millones, Belgrado es la mayor ciudad de los Balcanes. Su población iguala a la de un país entero como Eslovenia, y equivale a la mitad de la de Croacia.

Mientras que los jóvenes croatas acaban de descubrir Belgrado, los jóvenes eslovenos suelen pasar sus vacaciones de fin de año en esta ciudad desde 2000. Este año, los visitantes de ese país cercano a la capital serbia en vísperas de año nuevo marcaron un récord de 35.000.

Serbia abrió sus puertas a los ex yugoslavos en 2000, luego de la caída de Slobodan Milosevic, hombre fuerte de Yugoslavia entre 1989 y 2000.

Su régimen condujo a las guerras de los años 90, que reforzaron una imagen de los serbios como personas primitivas, belicosas y brutales. La propaganda oficial en Croacia y Bosnia-Herzegovina se encargó de reforzar esa idea.

"Belgrado es todo lo contrario de lo que nos dijeron", dijo a IPS la zagrebí Janja Bacic, de 22 años. "De todos modos no les digo a mis padres que paso fines de semana aquí… Les daría un ataque."

"Muchos croatas simplemente odian a Serbia o les asusta la idea de visitarla, así que prefiero decir que estoy en la costa (adriática de Croacia). Los teléfonos celulares son una maravilla, ¿no?", bromeó.

El punto de vista de Janja no carece de fundamento. La prensa de Zagreg informó sobre los paseos de fin de semana de los jóvenes por Belgrado, y muchos croatas enviaron a los periódicos cartas con comentarios hostiles.

Algunos dijeron que esas excursiones "claramente envenenan a la juventud croata". Otros, que amenazan con arrastrar a los croatas a una "nueva, aunque imposible amistad con los serbios".

Pero muchos ven las ventajas.

"Hay una nueva generación en escena, una que no está cargada de ideología, odio, miedo o guerra", dijo a IPS Stjepan Gredelj, profesor de sociología en la Universidad de Belgrado.

Nacido en Croacia y criado en Belgrado, a menudo Gredelj dice que es un "testimonio viviente" del carácter amigable de la capital serbia. "Los valores de la nueva juventud son diferentes, pues no tienden a vivir en el pasado", explicó.

"Cuantos más contactos, mejores serán los puntos de vista en ambos lados para beneficio de los dos. El prejuicio debería ser erradicado, para que la gente de la región recupere una vida normal. El renacimiento de los lazos es un paso en esta dirección, aún si empieza a partir de la mera curiosidad y la vida nocturna."

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