RELIGIÓN-VENEZUELA: Giro de Iglesia Católica en tiempo electoral

La Conferencia Episcopal de Venezuela desplazó de su jefatura a un prelado identificado con la oposición al gobierno de Hugo Chávez y en su lugar colocó a uno percibido como representante de la línea más moderada.

Monseñor Baltasar Porras, arzobispo de la andina región sudoccidental de Mérida, fue reemplazado en la presidencia de la máxima autoridad católica del país por Ubaldo Santana, arzobispo de Maracaibo, la capital petrolera de occidente.

Como primer vicepresidente de la Conferencia fue elegido Roberto Luckert, responsable de la diócesis de Coro, un conservador que ha sido crítico de Chávez, y como segundo a Jorge Urosa, arzobispo de Caracas, el cargo eclesiástico más importante del país.

Urosa, otro moderado que se cuida de no tomar partido en la polarización política que afronta el país desde que Chávez ganó su primera elección en 1998, ocupa el arzobispado que tuvo hasta su muerte en julio de 2003 Ignacio Velazco, identificado como un fuerte adversario del presidente.

Velazco firmó el 12 de abril de 2002, junto a representantes de grupos políticos y de asociaciones empresariales y sindicales, el acta con la cual se invistió presidente de facto a Pedro Carmona tras un golpe de Estado cívico militar que alejó a Chávez del gobierno por dos días.

Chávez se entregó esa madrugada a los militares sublevados en presencia de Porras, como una garantía para su vida, y cuando estuvo preso en un cuartel lo visitó Velazco para urgirle sin éxito a firmar la renuncia, según relató el propio mandatario.

También Chávez chocó luego con frecuencia con la jerarquía de la Iglesia Católica, en particular en el período más álgido de la confrontación política, entre fines de 2001 y agosto de 2004, cuando el gobernante ratificó su mandato con 59 por ciento de los votos en el referendo convocado para ese fin.

Obispos como Velazco, Porras y Luckert con frecuencia criticaron lo que llamaron "tendencia autoritaria" del gobierno, otros avalaron el acuerdo opositor de las principales asociaciones de empresarios y sindicatos para impulsar cambios, antes del golpe de Estado, y luego reclamaron al poder que se midiese en el referendo para zanjar la crisis.

Chávez, quien a menudo cita a Jesús entre los inspiradores de su proyecto político, acusó al alto clero de actuar "poseído por el demonio", y a prelados como Porras de ser "adecos (de Acción Democrática, partido socialdemócrata opositor) con sotana".

También observaciones críticas del ex nuncio apostólico (embajador del Vaticano), André Dupuy, fueron puntualmente replicadas por Chávez en reuniones con el cuerpo diplomático.

El panorama comenzó a cambiar cuando ambas partes bajaron el tono de sus declaraciones ya entrado 2005 y, poco después de ser elegido papa Benedicto XVI, tras la muerte de Juan Pablo II, cuando Dupuy fue reemplazado por Giacinto Berlocco, de buena relación con las autoridades.

En noviembre fue nombrado Urosa arzobispo de Caracas —se necesita la aprobación del gobierno local para esas designaciones por un antiguo acuerdo entre Venezuela y el Vaticano— y su discurso desde entonces ha sido contemporizador.

Sin embargo, el arzobispo hizo suyas propuestas soslayadas por Chávez, como medidas de gracia "para los que están detenidos por la cosa política", y que grupos opositores denominan directamente "presos políticos".

Entre ellos, el presidente de la Confederación de Trabajadores de Venezuela, Carlos Ortega, condenado a 16 años de cárcel por incitar a rebelión civil durante la huelga de dos meses contra Chávez, en diciembre de 2002 y enero de 2003, y el general Jorge Usón, quien purga seis años por ofensa a la Fuerza Armada luego de declaraciones sobre la responsabilidad de mandos militares en la muerte de soldados detenidos.

La Conferencia Episcopal de la Iglesia Católica venezolana, mientras completaba esta semana el relevo de su dirección, volvió a pedir que se designe un poder electoral que satisfaga a toda la sociedad. El reclamo tiene relación con los cuestionamientos a la autoridades a cargo de los comicios parlamentarios de diciembre, que llevó a la oposición a no participar.

El 3 de diciembre de este año se realizarán las elecciones presidenciales, en las que Chávez aparece en las encuestas de opinión de voto como favorito para cumplir con un nuevo mandato sexenal.

El vicepresidente José Vicente Rangel saludó la nueva cúpula del obispado católico, pues "constituye una excelente señal para profundizar en esa política de reencuentro de todos los venezolanos", según apuntó.

Santana, además, "es un sacerdote probo, humilde y con gran sentido de su misión evangélica; los católicos venezolanos siempre hemos visto en él a una persona identificada con valores espirituales, con la defensa de la dignidad humana y con un claro sentido del diálogo", aseveró Rangel.

Mercedes Pulido, ex ministra de la Familia, colaboradora de la Conferencia Episcopal y docente de la Universidad Católica Andrés Bello, dijo a IPS que, "por encima de coyunturas políticas, los obispos han tratado de reflejar el país y atender su mandato pastoral".

Desestimó que el relevo de Porras haya sido por razones políticas, "pues ya tenía dos períodos bienales como presidente de la Conferencia, y sólo circunstancias extraordinarias le habrían dejado en la presidencia para un tercer período".

Santana ofreció trabajar "por la conciliación de todos los venezolanos", y puntualmente advirtió al gobierno sobre el manejo de la actual coyuntura en el área metropolitana de Caracas, signada por invasiones y ocupaciones de inmuebles por parte de damnificados y familias sin techo, en algunos casos con apoyo oficial.

"La obtención de una vivienda digna tiene que ser producto del trabajo honrado y del esfuerzo, y no de una invasión o un regalo", postuló el arzobispo.

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