POLÍTICA-CHILE: Una vecindad compleja

El fortalecimiento de los vínculos de Chile con América Latina sin dañar su relación privilegiada con Estados Unidos parece ser el principal desafío en política exterior para el futuro gobierno de Michelle Bachelet. Empero, analistas discrepan al prever el modo en que lo resolverá.

Chile tiene pendiente una disputa histórica con Bolivia, que reclama recuperar su salida soberana al océano Pacífico, y necesita encaminar tanto las relaciones políticas como económicas con sus otros dos vecinos, Argentina y Perú.

Además de tener un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos, este país es el más antiguo asociado del Mercado Común del Sur (Mercosur), que conforman Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay como miembros pleno, carácter al cual ya está en camino de acceder Venezuela y al que aspira ahora Bolivia.

La primera señal positiva de lo que se vislumbra en el secular conflicto limítrofe entre Santiago y La Paz lo constituyó la presencia del presidente saliente de Chile, Ricardo Lagos, y de su hijo, Ricardo Lagos Weber, como emisario de Bachelet, en los actos del domingo de asunción de Evo Morales como el primer mandatario indígena en la historia independiente de Bolivia.

A pesar de que Chile y Bolivia mantienen interrumpidas sus relaciones diplomáticas desde 1978, Lagos abrió con Morales un "diálogo sin restricciones", que debe encauzarse de manera más sistemática cuando el flamante presidente boliviano viaje a Chile como invitado a la ceremonia del 11 de marzo de transmisión del mando a Bachelet.

Teodoro Ribera, analista del Instituto Libertad, ligado al derechista Partido Renovación Nacional, y rector de la privada Universidad Autónoma del Sur, señaló a IPS que con "Perú y Bolivia todavía tenemos problemas estructurales, cuyos orígenes datan del siglo XVIII" y provocaron la guerra del Pacífico entre 1879 y 1883 en que Chile derrotó a esos dos países.

Para evitar la "permanente recaída (en esos conflictos), el gran desafío es reafirmar los derechos de Chile en nuestra relación con Perú y Bolivia y, en paralelo generar mayores condiciones de confianza para lograr una agenda compartida a futuro", recomendó.

Por otro lado, "Chile debe reconocer que está unido a Argentina por intereses comunes, lo que deriva principalmente del Tratado de Paz y Amistad celebrado (el 2 de mayo de 1985) por mediación del papa Juan Pablo II", agregó Ribera.

El experto calificó de problema coyuntural el racionamiento de los suministros de gas natural argentino a Chile desde 2004, como consecuencia de la caída de la producción por la falta de inversiones en ese sector energético en ese país vecino tras el colapso financiero de 2001.

En orden a las relaciones económicas, Ribera consideró que el Mercosur no es una alternativa para Chile, que "ha optado por una integración internacional, en lo económico y en lo político, mucho más aperturista, con una visión de la modernidad y la globalización positiva".

Chile es asociado externo del Mercosur desde 1996, cinco años después de su creación en Asunción, pero no ha adquirido la condición de integrante pleno por entender los sucesivos gobiernos que la incompatibilidad de regímenes arancelarios se lo impide.

Por su parte, el periodista y analista internacional Raúl Sorh, señaló a IPS que "hay una posibilidad de entendimiento real entre Bachelet, que es la primera mujer elegida (presidenta) por mérito propio en América del Sur, y Evo Morales, que es el primer indígena elegido (para el mismo cargo) en la región".

También descartó problemas estructurales entre Santiago y Buenos Aires a raíz de las dificultades energéticas. "Argentina tiene un déficit de gas que repercute en Chile, pero no es que el país haya sido una víctima deliberada por una mala voluntad", comentó.

Para Sorh, la mayor incógnita en este marco es Perú, que tendrá elecciones en abril, porque "uno de los candidatos que aparece con las mayores preferencias en las encuestas, (el dirigente nacionalista) Ollanta Humala, pertenece un movimiento que ha tenido acciones hostiles hacia Chile".

Por otra parte, recordó que Lagos asumió el gobierno "con gran entusiasmo integrador en América del Sur y en el Mercosur", lo cual se estrelló con las profundas crisis económicas en Brasil y Argentina, situación que impactó en el bloque, retardando la reducción del arancel externo común.

No hubo "coincidencias de ritmos económicos entre Chile y otros países de la región porque ante la economía chilena abierta, prácticamente sin aranceles, se hacía muy difícil llegar a acuerdo", explicó.

En el terreno político, Ribera apuntó que, si bien con Bachelet continuará gobernando en Chile la centroizquierda, esta corriente política en el plano local "tiene leguas de distancia de lo que plantea la izquierda latinoamericana que vive del romanticismo del pasado".

Sugirió que "nuestro país logre conciliar un alto nivel de crecimiento económico mediante una mayor integración internacional", que generará ingresos al Estado "para disminuir las desigualdades sociales", entre las más pronunciadas de América Latina pese a ser unos de los países con mayor crecimiento económico de la región.

Para Ribera "el gran problema" que enfrentará el gobierno de Bachelet será la tendencia latinoamericana de apoyo a Morales, lo cual se traducirá en "presiones para que el país sea más 'condescendiente' con (la reivindicación marítima de) Bolivia y obligarnos a sacrificar nuestros intereses geopolíticos y territoriales".

En ese contexto recomendó que se debe "no solamente mantener sino intensificar aún más nuestras relaciones con Estados Unidos y Europa". "Chile debe ser un país que apueste aún con más fuerza a la liberalización, a los procesos de integración en materia económica y a la estabilidad política y jurídica", apuntó.

Para Sorh, en cambio, lo importante es "recuperar una relación con Brasil que es buena, pero que podría ser mejor", puesto que el país más grande de la región tuvo reparos frente al ALCA (Área de Libre Comercio de las Américas), al ser partidario de una negociación colectiva con el mayor número de países.

Brasil "no vio con buenos ojos que Chile firmara (en junio de 2003) de forma unilateral el tratado de libre comercio con Estados Unidos", añadió el especialista.

Más que preocuparle, a Sohr le alegra la izquierdización de los gobiernos de América Latina. "Los pueblos están en su más legítimo derecho de buscar las opciones que estimen convenientes y, si concluyen que el modelo neoliberal no les ha traído el bienestar que les prometió y quieren tener más Estado y mejor redistribución del ingreso en sus países, ¡en buena hora!", señaló.

Tampoco existen motivos para que Bachelet "enfríe" los vínculos con Washington, porque, "en términos económicos, Chile ha obtenido tremendos beneficios de esta estrecha relación con Estados Unidos y no veo en qué forma podría dañar nuestra relación con el resto de los países de la Latinoamérica", apuntó el analista.

Para Jorge Insunza, miembro de la Comisión Internacional del Partido Comunista chileno, más allá de las circunstancias y la historia, los problemas del gobierno de Lagos con América Latina estuvieron "determinados por su extrema subordinación a las políticas del gobierno norteamericano (de George W. Bush) en orden a facilitar o no los procesos de integración de la región".

"Hubo la pretensión absurda de sentirse país del primer mundo y menospreciar, en los hechos, las relaciones con los países latinoamericanos", como lo mostró la firma de un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos, "en condiciones que ese tratado es leonino para los intereses del pueblo de Chile y, por añadidura, para los intereses de los latinoamericanos", dijo Insunza a IPS.

La presencia de Lagos en la transmisión del mando en Bolivia es "un signo alentador en cuanto a que el próximo gobierno asuma que la vocación latinoamericanista debe instalarse con más fuerza en la política exterior chilena", remercó.

El dirigente comunista espera que el gobierno de Bachelet "tenga una determinación más fuerte para promover la integración latinoamericana en general y fortalecer el Mercosur".

Sin embargo, alertó que en el Mercosur "también se ejercen pretensiones hegemonistas que son antagónicas y contradictorias con una integración de países que deben actuar en pie de igualdad y no tratando de obtener ventaja a costa del otro, sino permitir un desarrollo armónico de cada uno de los estados".

"La victoria de Evo Morales en Bolivia, como la de Tabaré Vázquez en Uruguay, antes la de (Néstor) Kirchner en Argentina o (Luiz Inácio) Lula (da Silva) en Brasil son auspiciosas en cuanto a que la dimensión de la integración latinoamericana, como primera prioridad, se instale con más fuerza", subrayó Insunza, quien exhortó a Bachelet a revisar las relaciones con Washington.

"Bush es la peor plaga en el inicio de este siglo y todo aquello que contribuya a aislarlo e impedir que sus políticas brutales de ejercicio de presiones y el empleo de las Fuerzas Armadas para imponer sus designios requiere un nivel mucho más alto de ejercicios de la soberanía popular y de la soberanía nacional en cada uno de nuestros países", acotó Insunza. (

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