Los bombardeos de Estados Unidos que el viernes segaron 18 vidas en el poblado pakistaní de Damadola alentarán el fanatismo religioso y complicarán la «guerra contra el terror» de Washington, según políticos moderados del país musulmán.
Los misiles disparados por aviones de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) estadounidense contra esa localidad cercana a la frontera afgana apuntaban, al parecer, contra el segundo de la red terrorista Al Qaeda, Ayman al-Zawahiri.
"Estados Unidos debe comprender mejor nuestra realidad política. Deberían tomar en cuenta los sentimientos de una pequeña potencia aliada", dijo a IPS el secretario de organización del Partido de los Trabajadores de Pakistán, B. M. Kutty.
Gran parte de los 150 millones de habitantes de este país, cuya religión oficial es el Islam, se oponen al apoyo del presidente Pervez Musharraf a la guerra de Washington contra Al Qaeda, cuyos líderes supuestamente se ocultan en remotas áreas tribales de la frontera afgano-pakistaní.
La CIA consideraba que Al-Zawahiri se encontraría en el momento del ataque en una cena de celebración de la festividad musulmana de Eid.
"Los que se benefician del ataque son los partidos islámicos, que se atribuyen el éxito de las protestas contra los bombardeos y se muestran como defensores de la soberanía, lo cual apunta tanto a Estados Unidos como a Musharraf", sostuvo Kutty.
No se sabe si Al-Zawahiri, dirigente nacido en Egipto conocido en todo el mundo por sus exhortaciones televisivas a atacar instalaciones estadounidenses, murió en la operación. De todos modos, el bombardeo desató una tormenta dentro de Pakistán.
Los ataques dentro de Pakistán "no pueden ser condonados", dijo el primer ministro Shaukat Aziz antes de partir el martes rumbo Estados Unidos, donde permanecerá una semana.
Islamabad "está comprometida a combatir el terrorismo, pero, naturalmente, no podemos aceptar ninguna acción que resulte en lo que sucedió el fin de semana", agregó Aziz.
Las muertes de civiles en Damadola desató un intenso clamor popular, que incluyó exhortaciones a la cancelación de la visita de Aziz a un país que con el que, según un comunicado oficial del gobierno pakistaní, se tejen "crecientes vínculos estratégicos".
Las protestas más fuertes procedieron de la coalición islámica partido Muttahida Majlis-e-Amal, que tiene una enorme influencia en las tribus de la franja de territorio cercana a Afganistán y que gobierna la provincia de la Frontera Noroccidental, donde se encuentra Damadola.
El domingo, miles de pakistaníes participaron en protestas antiestadounidenses en todo el país, la principal de ellas en el meridional puerto de Karachi, donde el senador y vicepresidente de Muttahida Majlis-e-Amal, Ghafoor Ahmed, exigió la cancelación del viaje de Aziz.
Los oradores que participaron en el acto sugirieron que el primer ministro podría comprometer a Pakistán en concesiones a Estados Unidos aun más impopulares que las ya pactadas.
"Muchos pakistaníes asumen que Estados Unidos es amigo de Pakistán, pero este gobierno flota sobre un vacío político", dijo Kutty. "Su apoyo político procede de aduladores y figuras de clase alta sin predicamento entre las masas. Nadie sabe con exactitud las concesiones que Musharraf puede haber acordado con Washington."
Pakistán ya está comprometida con la represión de la insurgencia en las áreas tribales de la Frontera Noroccidental.
La semana pasada, numerosos soldados fueron asesinados en Kandhar por un suicida afín al movimiento islamista afgano Talibán, cuyo régimen fundamentalista fue depuesto por tropas de Estados Unidos y otros países tras los atentados que dejaron 3.000 muertos en Nueva York y Washington el 11 de septiembre de 2001.
En Afganistán, Estados Unidos mantiene unos 20.000 soldados que supuestamente coordinan con fuerzas pakistaníes la Operación Libertad Duradera para acabar con los remanentes de Talibán y de Al Qaeda, cuyo líder, Osama bin Laden, fue refugiado del disuelto régimen integrista.
Pero los soldados estadounidenses tienen vedado el ingreso a territorio pakistaní. De todos modos, aviones de Estados Unidos atacaron y mataron en varias ocasiones a sospechosos de pertenecer a Talibán o a Al Qaeda en la Frontera Noroccidental.
El incidente de Damadola sólo es el último de una larga serie que ha malquistado a la población local con Washington y con el gobierno de Musharraf.
La deliberada violación de la soberanía pakistaní por una fuerza militar supuestamente amistosa ha sido difícil de tragar. Para colmo, funcionarios estadounidenses no solo defendieron la acción sino que se negaron a garantizar que no se repetirá.
A Talibán y Al Qaeda "no se los puede tratar con suavidad", dijo el lunes en Monrovia la secretaria de Estado (canciller) estadounidense Condoleezza Rice, en respuesta a las preguntas de la prensa al respecto.
"Este tipo de lenguaje nunca fue usado hacia un país soberano con el cual Estados unidos mantenga relaciones amistosas", dijo un diplomático en Karachi que solicitó reserva sobre su identidad. "Nada puede ser más ofensivo que un avión extranjero disparando misiles en un poblado y matando a 18 personas. Es inaceptable." (