NEPAL: Alarde de poder maoísta

Los combates entre rebeldes maoístas y fuerzas gubernamentales de Nepal recrudeció luego de que las autoridades dispusieran el estado de alerta armado hasta los comicios previstos para el 8 de febrero.

Un joven policía uniformado se sobresaltó dentro del refugio de tres pisos en la calle principal del barrio de Charkhal, en la capital de Nepal, al tiempo que la detonación de una bomba reverberaba en las estrechas calles del área.

A otro agente, parado cerca suyo, le causó risa el temor de su colega. Pero ninguno de los policías apostados en el refugio se movió del edificio.

Era media tarde. A esa hora, la carretera frente al lugar debía estar llena de motocicletas, estruendo de bocinas, taxis y peatones, muchos apresurándose para llegar a la cercana oficina de registro de tierras.

Pero la calle estaba en silencio, salvo por el zumbido mecánico del vehículo militar de un metro de alto, de color caqui, con un dispositivo para detonar bombas, que se desplazaba lentamente luego de otra misión exitosa.

"Recibimos una llamada diciendo que había una bomba allí", dijo otro policía sosteniendo un walkie-talkie y esperando la señal de "todo despejado".

"Mi casa está justo ahí. ¿Puedo ir?", preguntó un periodista, que no era nepalés, señalando hacia el lugar.

"No podemos dejar ir a un extranjero", respondió el policía. "A un nepalés sí, porque las vidas nepalesas no valen mucho. Cada día, 20 o 25 de nosotros mueren en las colinas."

Esas colinas parecían mucho más cercanas el domingo, luego de los ataques lanzados el día anterior por rebeldes maoístas contra puestos policiales en el fuertemente custodiado valle de Katmandú y sus alrededores.

El levantamiento desatado hace un decenio por los maoístas con la intención de instaurar una república en Nepal ya ha segado unas 12.000 vidas.

El más estremecedor de los ataques del sábado fue perpetrado por docenas de rebeldes contra el puesto policial de Thankot, la mayor carretera de ingreso al valle de Katmandú. En la zona, donde se ubica el centro del gobierno y los negocios de Nepal, viven más de dos millones de personas.

Los insurgentes, muchos de los cuales llegaron en un autobús público, abarrotaron el puesto a la hora del cambio de guardia y apenas unos minutos después de un corte de energía eléctrica.

Al menos 10 policías fueron masacrados. Los rebeldes se apropiaron de armas y municiones y saquearon una oficina gubernamental cercana antes de huir hacia las colinas entonando consignas revolucionarias, informó el periódico Kathmandu Post.

Otros 20 maoístas mataron al menos a un policía del otro lado del valle, en Bhaktapur, cerca de Katmandú, en otro ataque nocturno. Seis oficiales y un civil resultaron heridos.

Otras bombas explotaron en varias oficinas municipales en los alrededores de Katmandú y en la casa del jefe del estado mayor del ejército, Pyar Jung Thapa.

Los atacantes dieron el golpe apenas días después de que las autoridades anunciaran que el ejército y la policía en la capital estarían en estado de alerta 24 horas al día hasta las elecciones municipales del 8 de febrero.

Los maoístas habían reanudado las matanzas y saqueos en sus bastiones del occidente de Nepal inmediatamente luego de finalizado el cese del fuego unilateral el 3 de enero. Pero la capital se había mantenido en paz.

Los acontecimientos del sábado dejaron en claro la capacidad operativa de los insurgentes en Katmandú y sus alrededores.

Los soldados se las arreglaron para desactivar la bomba de la tarde del viernes, pero los ataques del sábado fueron los peores en la capital desde que el rey Gyanendra ocupó todo el poder al encabezar un golpe de Estado el 1 de febrero de 2005.

El monarca se negó a aplazar las inminentes elecciones, anunciadas el año pasado al parecer para tranquilizar a la comunidad internacional, que le urgen a restaurar el régimen democrático.

Pero los comicios se convirtieron en el punto central de una lucha de poder entre el monarca y una oposición unida por alianzas muy laxas.

Una alianza de siete partidos políticos que obtuvo 90 por ciento de los votos en los últimos comicios parlamentarios boicotea activamente el proceso electoral.

Mientras, los maoístas, que tomaron las armas en febrero de 1996 para terminar con la monarquía y la injusticia contra grupos en desventaja como las mujeres y los dalits (los "intocables" del sistema de castas hindú en el único reino del mundo que profesa esa religión), se comprometieron a desbaratarlas.

En 2005, el ejército estimó que los rebeldes tienen un núcleo de entre 6.000 y 7.000 combatientes, entre 20.000 y 25.000 miembros en sus milicias y alrededor de 100.000 simpatizantes. Expertos calculan que controlan hasta 80 por ciento de las áreas rurales del país, donde viven la mayoría de los nepaleses.

Antes de los ataques del sábado, el ministro del gobierno local, Tanka Dhakal, había reiterado que, en su opinión, las elecciones deben celebrarse a cualquier costo.

Horas antes, los rebeldes bombardearon oficinas del gobierno en Nepalgunj, la capital de la región mediooccidental, y en un pueblo cercano. El viernes por la noche, fuerzas de seguridad mataron a 16 rebeldes en el distrito de Syangja, entre Nepalgunj y Katmandú.

El domingo, 15 oficiales de policía que habían desaparecido durante los ataques maoístas fueron hallados sanos y salvos. Un dirigente rebelde dijo que habían sido capturados el sábado y luego los liberó.

El dirigente calificó a los ataques del día anterior como "el primer ensayo exitoso", agregando que "habrá más tormentas en los días venideros".

El miedo a los maoístas es tan fuerte que cuatro funcionarios del distrito de Palpa, limítrofe con Syangja, han renunciado. Cruzando el país, en Ilam oriental, nadie se postuló a las elecciones, dijo a IPS un experto en gobernanza local.

En Biratnagar, al sur de Ilam, los candidatos pidieron el sábado al gobierno que les dé seguros de vida como condición para postularse.

"El gobierno brindará mucha más seguridad que la demandada por los candidatos", les aseguró el ministro de Población y Ambiente, Mani Lama, informó el periódico The Himalayan Times.

Pese a esa inquietud, la gente común sufragará, porque es tan pobre que puede ser fácilmente comprada, previó Yadab Kant Silwal, ex diplomático y secretario general de la Asociación de Cooperación del Sur de Asia..

La mitad de los 25 millones de habitantes de Nepal, 80 por ciento de los cuales residen en aldeas, sobreviven con menos de un dólar por día y, "si se les da 10 rupias (entre 0,07 y 0,14 dólares), irán a votar", aseguró Silwal

La cantidad de insurgentes es demasiado pequeña para tener un gran impacto sobre el acto electoral, agregó. "¿Cuántas áreas pueden cubrir los maoístas? Ellos podrían actuar contra una o dos personas, pero no pueden impedir votar a muchas."

El rey Gyanendra estaba lejos de los estallidos del sábado. De visita en el oriente del país, sorprendió a los aldeanos paseando entre ellos durante 90 minutos.

"Las elecciones municipales están cerca", les dijo, según medios de prensa locales. "Si eligen a los candidatos correctos, todos los problemas que acosan a las áreas rurales y urbanas podrán ser solucionados". (

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe