La apuesta de Japón para alcanzar un lugar en el Consejo de Seguridad de la ONU, luego de fracasar el año pasado en ese objetivo, consiste en apoyar aun más la política internacional de Estados Unidos.
El ingreso al Consejo es considerado por Japón el paso fundamental para desempeñar un papel aun más destacado en el escenario mundial.
Desde la creación en 1945 de la ONU (Organización de las Naciones Unidas), apenas cinco de los 15 miembros del Consejo lo son con carácter permanente: China, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y Rusia. Estos países tienen la facultad de vetar las resoluciones del organismo.
Japón, Alemania, India y Brasil aspiran ahora a ingresar al selecto club.
"Un papel para Japón en el Consejo es importante, pues el país trata de expandir su posición en la política mundial. La ONU es considerada la plataforma apropiada desde la cual puede ejercer una diplomacia más activa", sostuvo Takashi Inoguchi, experto en relaciones internacionales de la Universidad Chuo.
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Con el liderazgo del primer ministro Junichiro Koizumi, Japón decidió adoptar un rol más prominente en la escena internacional, como cuando envió un contingente de sus Fuerzas de Autodefensa para sumarse a las tropas de Estados Unidos que invadieron Iraq.
La operación requirió una enmienda a la Constitución pacifista, aprobada tras la derrota japonesa en la segunda guerra mundial (1939-1945) y elaborada con los lineamientos establecidos por Estados Unidos, que expresamente prohíbe el despliegue de tropas en el exterior.
Japón también apoyó con entusiasmo muchas misiones de paz de la ONU, como las de Camboya y las alturas del Golán, a las que contribuyó más de 4.500 soldados.
Tokio también planea un diálogo con el ministro de Relaciones Exteriores de Irán, Manouchehr Mottaki, para persuadir a su gobierno de que de abandonar su programa nuclear.
Japón es partidario de llevar el caso de Irán a la ONU, pero cree de todos modos que todavía hay un espacio para la diplomacia en la resolución de esta crisis.
"Nuestra meta es conseguir que Irán interrumpa su desarrollo nuclear, y esto requiere de mayores esfuerzos diplomáticos", dijo la semana pasada el canciller Taro Aso.
El ministro de Finanzas Sadakazu Tanigaki, ahora de gira por Estados Unidos, advirtió la semana pasada al secretario general de la ONU, Kofi Annan, que Japón recortará los aportes económicos al foro mundial.
Japón asigna hoy a la ONU 19,5 por ciento del presupuesto de la organización (346 millones de dólares). Estados Unidos, el principal contribuyente, aporta 22 por ciento (439 millones de dólares).
La potencia asiática también se ubica en el segundo lugar en la lista de proveedores de asistencia para el desarrollo, también detrás de Estados Unidos.
Los políticos japoneses sostienen que las elevadas sumas de dinero que su país entrega a la ONU deben ser correspondidas con un lugar en el Consejo de Seguridad, y apuntan que su integración al organismo debió haber ocurrido hace mucho.
Tanto Japón como Estados Unidos se opusieron a la aprobación del presupuesto de la ONU presentado en octubre.
Japón adoptará ese año frente a sus pretensiones de a incorporarse al Consejo una postura levemente diferente a la de 2005, determinada por su participación en el Grupo de los Cuatro, que integra con otros tres aspirantes: Alemania, India y Brasil.
En efecto, los analistas atribuyen el escaso éxito de Tokio en sus gestiones a su acción en conjunto con el Grupo de los Cuatro y al hecho de que ignoró la posición de Estados Unidos, favorable a su ingreso pero no al de los otros tres.
"Limitarse a seguir la estrategia del Grupo de los Cuatro no resultó. Ahora nuestro enfoque será acercarnos a Estados Unidos, que juega un papel clave en la reforma del Consejo", dijo Toshihiro Katamura, subdirector de la oficina de la cancillería a cargo de la relación con la ONU.
Katamura explicó la importancia de este cambio a la alta prioridad que obtener el escaño en el Consejo tiene para Japón, el cual le aseguraría a la segunda potencia económica mundial un papel en la toma de decisiones globales.
"La cuestión no es si tener o no el poder de veto en el Consejo; Japón entiende que esto no se gana fácilmente. El principal objetivo es ampliar la cantidad de miembros permanentes", dijo Katamura.
"Tokio tiene esperanzas de que Washington respalde su nuevo intento de convertirse en un miembro permanente y haga pesar su influencia sobre los miembros de la ONU" al respecto, indicó el diario Asahi el 6 de este mes.
Un día antes, Alemania, India y Brasil habían elevado, esta vez sin Japón, su propia propuesta de expansión del Consejo al secretariado de la ONU.
La reforma del Consejo ha sido uno de los principales objetivos diplomáticos de Japón por más de una década. En julio, Japón y los otros tres miembros del Grupo de los Cuatro carecieron del respaldo de al menos 128 países entre los 191 que integran la ONU.
Esto motivó que creciera entre los políticos japoneses el reclamo de reducir el aporte económico del país al foro mundial.
Los críticos de Koizumi y su actitud abiertamente proestadounidense advirtieron que Japón no ha prestado la debida atención a la sensibilidad de países poderosos como China, al visitar repetidas veces el Memorial de Yasukuni en Tokio para rendir homenaje a criminales de guerra convictos por atrocidades cometidas en Asia durante la segunda guerra mundial.
China fue, en efecto, el principal opositor a las gestiones de Japón.
Pero "mientras Japón colabora estrechamente con Estados Unidos, también comienza a conversar con China para obtener su respaldo", manifestó Katamura.
La reforma de la ONU, a 60 años de su fundación, es el centro de un acalorado debate en Japón, en la medida que el foro mundial será objeto de varias transformaciones que entrarán en efecto este mismo año.