Al romper esta semana los sellos que durante dos años y medio mantuvieron cerrada una importante central nuclear, Irán liberó el conflicto más temido. Cancilleres europeos anunciaron este jueves que llevarán sus diferencias con Teherán al Consejo de Seguridad de la ONU.
"Nuestras conversaciones con Irán han llegado a un callejón sin salida", afirmó este jueves el ministro de Relaciones Exteriores de Alemania, Frank-Walter Steinmeier, al término de un encuentro en Berlín con sus pares Philippe Douste-Blazy, de Francia, y Jack Straw, de Gran Bretaña, y con el alto representante de la Unión Europea (UE) para la Política Exterior y de Seguridad Común, Javier Solana.
Los cancilleres decidieron convocar una reunión de emergencia de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) la próxima semana en Londres, para pedir formalmente la intervención del Consejo de Seguridad de la ONU (Organización de las Naciones Unidas), que podría adoptar sanciones.
Berlín, Londres y París, que conforman el llamado grupo UE-3, promovían desde hacía dos años un intenso diálogo con Irán en busca de acuerdo sobre su plan de desarrollo nuclear, que Estados Unidos y algunos países europeos sospechan está destinado a la fabricación de armas atómicas, aunque Teherán asegura tiene solo fines pacíficos.
Irán había reanudado en agosto las actividades en su complejo nuclear de la central localidad de Isfahan, dedicado a la conversión de uranio, el paso previo al enriquecimiento, y el martes desafió al UE-3 al romper los sellos colocados por la AIEA en las instalaciones atómicas de la sureña ciudad de Natanz.
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Estados Unidos acusa a Teherán de no cumplir sus obligaciones bajo el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP), de 1970.
El TNP está construido sobre tres pilares: prohíbe a los estados que no poseen armas atómicas adquirir ese tipo de material bélico, compromete a cinco estados con armamento nuclear (China, Francia, Gran Bretaña, Estados Unidos y Rusia, que integran el Consejo de Seguridad de la ONU) a adoptar una política de desarme, y permite a todas las naciones acceder a tecnología nuclear sólo con objetivos pacíficos.
India, Israel y Pakistán también son potencias atómicas, pero no firmaron el TNP. Corea del Norte asegura tener armas nucleares, aunque eso no ha sido verificado por organismos independientes.
Ahora es posible que el Consejo de Seguridad de la ONU adopte duras sanciones contra Teherán, repitiendo parte del drama suscitado en torno a Iraq entre 2000 y 2003, que derivó en su invasión y ocupación por parte de Estados Unidos.
Sin embargo, hay claras diferencias entre ambos casos, por lo que parece muy difícil que las potencias occidentales adopten la misma postura que tuvieron ante el gobierno del presidente iraquí Saddam Hussein (1979-2003).
Las presuntas actividades nucleares de Iraq eran clandestinas, y nunca llegaron a la capacidad necesaria para fabricar armas de destrucción masiva, como acusaban Estados Unidos y Gran Bretaña.
Mientras, las actuales actividades de Irán son transparentes y se desarrollan en presencia de inspectores de la AIEA.
Iraq no tenía un programa atómico definido. La mayor parte de su infraestructura clandestina fue desmantelada tras la primera guerra del Golfo, en 1991, por mandato del Consejo de Seguridad.
Por su parte, Irán tiene un programa nuclear civil, que abarca desde la extracción de uranio hasta su enriquecimiento para construir un reactor nuclear.
También, a diferencia de Iraq, el gobierno iraní puede invocar legítimamente su derecho a desarrollar actividades nucleares pacíficas bajo el TNP, sujeto a las inspecciones de la AIEA.
Otra importante diferencia es que, en 2003, Iraq era ya un país débil y prácticamente sin capacidad militar, con una economía devastada por más de 10 años de sanciones. Su régimen tenía muy poca legitimidad ante los ojos del pueblo.
En cambio, Irán tiene una economía fuerte, que ahora se ve impulsada por los altos precios del petróleo. También es una potencia militar mediana, con un gobierno electo en forma democrática. Por todo esto, no será nada fácil aislar a Teherán.
"Irán goza de una ventaja estratégica única, a causa de la situación problemática en Iraq, que Estados Unidos no logró solucionar", dijo Hari Vasudevan, profesor de relaciones internacionales en la Universidad de la nororiental ciudad india de Kolkata (ex Calcuta).
"Sesenta por ciento de la población de Iraq es chiita (rama del Islam dominante en Irán), y por eso Teherán ejerce una enorme influencia en ese país. Hasta ahora no ha querido fomentar más problemas, pero podría hacerlo si es acorralado y provocado por Estados Unidos y sus aliados", agregó.
Irán tiene dos ventajas más. Cuenta con el apoyo de Rusia, que ahora incluso colabora en la construcción de un reactor nuclear en la sudoccidental ciudad iraní de Bushehr. Se prevé que las instalaciones comiencen a funcionar este año.
También disfruta de un grado de apoyo y simpatía del Movimiento de No Alineados y China. La mayoría de los miembros del movimiento en la AIEA, exceptuando a India y unos pocos países, se abstuvieron de votar o lo hicieron en contra de una resolución contra Irán, patrocinada por Estados Unidos, el 24 de septiembre. Lo mismo hicieron China y Rusia.
"Todo esto sólo podría frustrar los esfuerzos de Estados Unidos para aislar diplomáticamente a Irán", dijo Qamar Agha, un experto en Medio Oriente del Centre for West and Central Asian Studies (Centro de Estudios sobre Asia Central y Occidental) en la Universidad Jamia Millia Islamia, de Nueva Delhi.
"Europa occidental depende demasiado del petróleo y el gas de Irán como para llegar al extremo de imponer sanciones que inutilicen la generación de energía en ese país. Por eso, Estados Unidos podría ser tentado a utilizar la fuerza militar, junto con Israel, para bombardear instalaciones selectas iraníes", sostuvo.
En las últimas semanas, el director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos, Porter Goss, visitó Turquía e informó a otros países de la región sobre planes estadounidenses de atacar a Irán.
Por su parte, el gobierno de Israel declaró días atrás que el programa nuclear de Irán "puede ser destruido", y el líder del partido derechista Likud, Benjamín Netanyahu, invocó nostálgicamente el bombardeo israelí de 1982 sobre un reactor nuclear experimental que construía el gobierno de Saddam Hussein en la ciudad iraquí de Osirak.
Vikram Sood, ex funcionario de inteligencia de India, no descarta ataques preventivos de Estados Unidos e Israel contra Irán, incluso con armas atómicas.
"Un ataque convencional sobre Irán sería caro y no suficientemente redituable. Permitiría una represalia iraní". Por eso, Estados Unidos podría usar armas nucleares tácticas de baja intensidad contra las instalaciones subterráneas de Irán, señaló.
Cualquier ataque de este tipo rompería el tabú contra el uso de armas nucleares, que ya tiene 60 años, con consecuencias extraordinariamente negativas para la paz y la seguridad globales. También podría desatar una violencia sin precedentes en Medio Oriente y el caos en otras zonas del mundo ya bastante problemáticas, dijo Sood.