Por primera vez desde que Portugal accedió a la democracia en 1974, un dirigente derechista se sentará en el sillón presidencial en los próximos cinco años si las urnas confirman el domingo próximo los datos de las encuestas de intención de voto publicadas este viernes.
En efecto, las tres encuestas divulgadas el último día legalmente posible para hacerlo ubican al ex primer ministro (1985-1995) Aníbal Cavaco Silva como favorito entre los 8,9 millones de ciudadanos portugueses habilitados para votar, con una mayoría absoluta de entre 52 y 53 por ciento entre los consultados.
Desde el golpe de Estado de los capitanes izquierdistas, que el 25 de abril de 1974 derrocaron la dictadura corporativista instaurada en 1926, el Palacio de Belém, residencia oficial del presidente de Portugal, ha sido ocupado por dos militares designados por jóvenes oficiales y por tres mandatarios emanados de las urnas por voto directo.
Los capitanes designaron en el cargo tras el golpe al general Antonio Ribeiro de Spinola, destituyéndole cinco meses más tarde y reemplazándole por el mariscal Francisco da Costa Gomes, un alto oficial más acorde con las ideas revolucionarias del período.
En 1976 fue elegido presidente el general Antonio dos Santos Rarmalho Eanes, que ocupó el sillón presidencial durante dos períodos, hasta 1986, cuando fue escogido el socialista Mario Soares, reelegido para un segundo mandato, entre 1991 y 1996, cuando asumió Jorge Sampaio, del mismo sector político y actual presidente en quién los portugueses volvieron a depositar su confianza en 2001.
Las consultas divulgadas este viernes, son los últimos datos con que se contará hasta la divulgación de los resultados en la noche del domingo, porque según la legislación lusa, 24 horas antes de los actos electorales se prohíben actividades de campaña y publicación de encuestas, otorgando un "día de reflexión" a los sufragantes.
El segundo lugar varía en los sondeos, realizados por la Universidad Católica y por las empresa Eurosondagem y Marktest, entre el ex presidente Soares, candidato oficial del Partido Socialista (PS) y el poeta diputado del mismo partido Manuel Alegre, quien concurrió contra la voluntad de la dirección proselitista.
La Universidad Católica otorga 52 por ciento de adhesión a Cavaco Silva, 19 por ciento a Alegre y 15 por ciento a Soares, mientras que tanto Eurosondagem como Marktet indican que el candidato conservador obtendría 53 por ciento de los votos.
Sin embargo, Eurosondagem y Marktet difieren respecto del segundo lugar, que es dado por la primera de ellas a Soares, con 16,9 por ciento, y Alegre 16,2 por ciento, mientras la segunda vaticina 20,6 por ciento para el poeta rebelde y 12,4 al ex presidente.
Los sondeos prácticamente coinciden respecto de los demás candidatos. El secretario general del Partido Comunista Jeronimo de Sousa obtendría entre siete y 7,2 por ciento, Francisco Louça, del Bloque de Izquierda (ex trotskistas) entre 5,8 y seis por ciento y el líder del maoísta Movimiento de Renovación del Partido del Proletariado , Jose Garcia Pereira, lograría apenas 0,9 por ciento de los votos.
A pesar de estos vaticinios, la izquierda no ha perdido su esperanza de forzar una segunda vuelta electoral, que se concretaría en caso de que ningún candidato logre superar el 50 por ciento de los sufragios.
Este optimismo relativo se basa en que en las últimas votaciones legislativas, de febrero de 2005, toda la izquierda sumada alcanzó 60,4 por ciento del electorado y dentro de este número, el Partido Socialista logró mayoría absoluta en el parlamento, lo cual le permitió que su secretario general, José Sócrates, fuese investido primer ministro el 12 de marzo.
A esto se unen otros dos hechos que hacen bajar el termómetro del pesimismo en las huestes de la izquierda: a dos días de los comicios, entre 11 y 12 por ciento decidido por quién votar y, al inicio del lanzamiento de las candidaturas, en octubre pasado, las encuestas indicaban que Cavaco Silva contaba con 62 por ciento de intenciones de voto, las que han ido bajando gradualmente a medida que se acerca el día de las elecciones.
Sin embargo, gane quien gane poco o nada cambiará en el futuro político de Portugal, coinciden todos los politólogos y analistas.
Sea cual fuere el resultado de las presidenciales de este domingo, no afectará al PS y a Sócrates, que en los barómetros de popularidad mensualmente publicados por la prensa local, sobrepasa 42 por ciento de apoyo, mientras los partidos de derecha alcanzan 34 por ciento.
Los dirigentes del PS que acompañan a Soares han dramatizado el discurso en esta última semana de campaña, al advertir que, en caso de ser elegido Cavaco Silva, dimitirá Sócrates. Incluso el ministro de Asuntos Parlamentarios, Augusto Santos Silva, llegó a afirmar que una tal situación podría producir "un golpe de Estado constitucional".
Pero los políticos cercanos a las cinco candidaturas de izquierda no han llegado a ese punto, limitándose a apuntar en la personalidad demasiado interventora de Cavaco Silva, al que le pesa su década como primer ministro, que concluyó hace 11 años.
Cavaco Silva, que se ha declarado "por encima de los partidos", en líneas generales de su proyecto para el país, coincide con Sócrates, un primer ministro de perfil modernista y reformador, defensor del "choque tecnológico" para hacer progresar a Portugal.
Portugal era el país más atrasado de la Unión Europea (UE) cuando estaba integrada por 15 miembros, hasta el 30 de abril de 2004. Ahora, incluso, fue superado por Eslovenia, Malta y la República Checa, tres de los 10 nuevos estados que ingresaron el 1 de mayo de ese año al bloque.
En un reciente editorial, el subdirector del diario Público, de Lisboa, Manuel de Carvalho, estima que las características de Sócrates, exponente del ala modernista liberal del PS, cuyo ícono es el inglés Tony Blair, nada tienen que ver con las del socialista histórico Soares, "un candidato que se mueve mejor entre 'Os Lusíadas' (máxima obra de la literatura portuguesa) que entre ensayos sobre la innovación tecnológica".
En otras palabras, en cuanto a la concepción del mundo actual, donde la economía determina la política, ningún analista portugués osa decir quién está más a la derecha, si Sócrates o Cavaco Silva, ya que en los últimos 10 años las etiquetas proselitistas no han definido las líneas estratégicas de las grandes decisiones portuguesas.
Tras 300 días de gobierno, el balance de la administración de Sócrates contiene una lista de realizaciones importantes, criticadas por muchos y aplaudidas por otros tantos. Una de las primeras medidas fue quebrar la promesa electoral de no aumentar los impuestos, lo cual hizo a los 100 días de haber asumido el mando.
Con un impuesto al valor agregado (IVA) de 21 por ciento, Sócrates colocó a Portugal junto a Hungría y a los escandinavos entre los países que más tributos cobran en la UE.
Al mismo tiempo determinó para el impuesto a la renta un porcentaje más alto para los ingresos más bajos, en un país donde, según los parámetros europeos, un quinto de la población se encuentra en condiciones de pobreza.
También Portugal luce las cifras más altas de desigualdad en el bloque, con los salarios más altos entre los administradores de empresas públicas y semipúblicas.
Uno de los casos más referidos por los críticos, es el del gobernador del Banco de Portugal, Vítor Constâncio, una de las figuras públicas que más llamamientos hace a la contención salarial, mientras su sueldo es sustancialmente mayor que el de la presidencia de la Reserva Federal (banco central) de Estados Unidos.
Pese a todo, Sócrates ha logrado mantener prácticamente intacta su popularidad y continúa anunciando medidas de contención draconianas para los tiempos que se avecinan, las que serán más fáciles de aplicar con un inquilino del Palacio de Belem más cercano a la economía neoliberal, como es el caso de Cavaco Silva.
Es interesante verificar que en esta elección, "Cavaco Silva y Soares aparecen como una suerte de candidatos mesiánicos, predestinados a salvar a la patria", comentó a IPS el escritor y analista José Carlos de Vasconcelos, director de Jornal de Letras, de Lisboa.
Explicó que, por una parte, "el candidato de la derecha se presenta como una figura de rigor, un prestigioso profesor de finanzas, que podrá validar las medidas económicas de Sócrates, mientras Soares como presidente podrá ser un elemento que logre calmar la protesta popular que inevitablemente se producirá contra el gobierno del PS".
En otras palabras, "sea cual sea el resultado, éste será favorable para Sócrates", concluyó Vasconcelos. (