El hallazgo de cuerpos calcinados, maniatados o envueltos en cobijas, con evidencia de torturas y con un tiro de gracia se ha vuelto algo cotidiano en México. Son las víctimas de una ola violenta causada por el narcotráfico, que a su paso irrita las relaciones con Estados Unidos.
Cerca de 100 personas fueron ejecutadas este mes, en su mayoría cerca de la extensa frontera con Estados Unidos, siguiendo una racha sangrienta iniciada el año pasado, cuando los muertos sumaron más de 1.500 entre periodistas, policías y militares, pero sobre todo hombres jóvenes aparentemente vinculados a las mafias de la droga.
La capacidad de acción de los narcotraficantes en México tensó esta semana, por enésima vez en los últimos años, las relaciones del gobierno de Vicente Fox con Washington.
El embajador estadounidense en México, Tony Garza, reprochó públicamente el miércoles al gobierno de Fox por la violencia persistente.
El nuevo incidente se produjo luego que un aparente grupo de abastecedores de drogas mexicanos, vestidos con ropas militares y en vehículos propios de las Fuerzas Armadas, cruzaron la frontera y se enfrentaron a balazos con agentes de Estados Unidos en territorio de ese país.
"La reacción de Washington es la mínima que podía esperarse, pues se trató de un asunto muy grave. Imagine qué pasaría si presuntos militares vinieran de Estados Unidos y se metieran en México, ahora todos estarían aquí indignados", dijo a IPS Jorge Chabat, investigador del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE).
La pública recriminación de Garza a México es la tercera de su tipo desde enero de 2005. A cada una de ellas, el gobierno de Fox la tachó de poco diplomática y respondió negando todas las acusaciones.
Periódicamente, México y Estados Unidos, que comparten una frontera de 3.200 kilómetros, hablan de su "estrecha cooperación" para combatir al narcotráfico. Sin embargo, los incidentes y las recriminaciones nunca faltan.
En su última carta pública, Garza pidió al gobierno de México "tomar en serio" el aumento de la violencia relacionada al narcotráfico.
"Y sí que la violencia es excepcional, nunca antes en la historia de las mafias mexicanas hubo tanta como ahora", sostuvo Chabat, un reconocido experto en temas de narcotráfico y relaciones mexicano-estadounidenses.
El gobierno y los observadores atribuyen el aumento exponencial de las ejecuciones a una guerra interna entre las organizaciones criminales del tráfico de drogas por el control de las rutas de acceso a Estados Unidos, el mayor consumidor de esos productos en el mundo.
Tal enfrentamiento estaría originado en la detención de los principales jefes de las mafias, un logro que se reconoce a la administración de Fox.
"Lo que vemos es que el gobierno no tiene capacidad para lidiar con las consecuencias de esas detenciones. Es como haber golpeado un panal de abejas con un gran palo, pero ahora no sabe qué hacer con ellas o como controlarlas", señaló el investigador del CIDE.
El gobierno mexicano desplegado cientos de soldados y policías en las zonas de mayor violencia y ha anunciado estrategias para combatir a sus responsables, pero no ha logrado detener los crímenes.
Aunque la actual ola de ejecuciones atribuida a los narcotraficantes es de gran dimensión, ninguna encuesta indica que el tema preocupe de forma especial a la sociedad mexicana.
"Lo ven sólo como un asunto entre delincuentes y policías, pero que no los toca", dijo a IPS Jeannette Golden, experta en estudios de opinión pública.
Los narcotraficantes locales, que tienen acuerdos con grupos de traficantes de Colombia y otros países productores de drogas, son responsables por 70 por ciento de la cocaína que se consume en Estados Unidos, además de importantes cantidades de heroína, metanfetaminas y marihuana.
En Estados Unidos, uno de los líderes mundiales en la producción de las llamadas drogas sintéticas, hay 14 millones de consumidores de sustancias ilícitas, entre ellos cuatro millones de usuarios crónicos de cocaína.
Aunque la policía puso los últimos años ante los jueces a miles personas por acusaciones vinculadas al narcotráfico y detuvo a varios de los principales jefes y operadores de los carteles, el tráfico de drogas sigue con buena salud, según reconocen autoridades de Estados Unidos.
La guerra contra las drogas es un fracaso y las batallas serán interminables hasta que caiga su demanda o se legalice el uso de algunos estupefacientes, sostuvo Raquel Paredes, investigadora de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Analistas temen que el poder y la actual violencia de los narcotraficantes mexicanos afecten de alguna manera las elecciones presidenciales que se realizarán en julio en México.
Pero Chabat opinó que eso difícilmente sucederá, pues aunque el mundo del narcotráfico en México es muy violento y corrupto, se mantiene lejos de las principales instituciones políticas del país, apuntó.
"Les puede interesar comprar algunos policías o funcionarios menores, pero su preferencia es no hacer mucho ruido, pues eso conviene a su negocio", apuntó.
En los 72 años que gobernó México el Partido Revolucionario Institucional (PRI), hasta que el conservador Fox llegó a la Presidencia en 2000, muchos expertos en la materia hablaron de las presuntas relaciones estrechas entre el narcotráfico y los altos círculos del poder.
Sin embargo, fuera de la relación comprobada de algunos funcionarios menores y de militares con las mafias, no se ha podido descubrir nada más.