Las fronteras marítimas de Europa podrán ser cruzadas por las fuerzas de seguridad de los países de la región para luchar contra el tráfico ilícito de drogas, personas, armas y otros elementos si prospera un programa impulsado por España, Francia e Italia.
El ministro español de Justicia, Juan Fernando López Aguilar, regresó optimista este miércoles de un viaje oficial a Chipre y Malta para dialogar con sus pares respecto de este plan, denominado coloquialmente "Acuerdo Schengen del Mar".
Esa denominación alude al Acuerdo de Schengen, suscripto originalmente el 14 de junio de 1985 en es localidad de Luxemburgo, por el cual se anularon progresivamente las fronteras aduaneras terrestres entre Alemania, Austria, Bélgica, Dinamarca, España, Finlandia, Francia, Grecia, Italia, Islandia, Luxemburgo, Holanda, Noruega, Portugal y Suecia.
Ahora, según el proyecto hispano-franco-italiano, el combate al tráfico ilícito por vía marítima no se reducirá al de drogas, sino que también se combatirá el traslado de personas, armas y productos clasificados específicamente.
En lo referente a la intervención de los estados para interceptar, abordar, inmovilizar y desviar buques sospechosos, se ampliará lo establecido en la Convención de las Naciones Unidas sobre Derecho del Mar.
Con esa ampliación, las fuerzas de seguridad podrán actuar fuera de los mares territoriales de sus respectivos países, con la única limitación de no poder hacerlo dentro de aguas territoriales de países que no se adhieran al Acuerdo.
Además, podrán actuar no solamente las policías marítimas sino todos los servicios, organismos y autoridades a los que cada país encomiende esas tareas.
Otro tema al que prestarán especial atención los firmantes del Acuerdo será al establecimiento de reglas para solucionar conflictos de competencia jurisdiccional, con el objetivo de reducir y simplificar los plazos para facilitar las intervenciones, sean de las fuerzas de seguridad o de la justicia, explicó López Aguilar.
Aunque en el acuerdo que se está gestionando se pretende impulsar cualquier tráfico marítimo ilegal, el de las drogas ocupa un primer lugar, sobre todo para los intereses españoles, porque ese problema social avanza día a día.
En el universo de la drogadicción, es cada vez es mayor el uso de la cocaína, aunque la tendencia general es hacia el consumo mixto, con heroína, alcohol y sintéticos, dijo a IPS Javier Martín, director de comunicación de la Unión Española de Asociaciones y Entidades de Atención al Drogodependiente (UNAD).
Los consumidores de cocaína también han variado. Hasta hace unos años esa droga era la preferida de artistas de alto nivel, políticos y empresarios, pero ya ha calado hondo entre los adolescentes, sin distinción en cuanto al sector social de sus familias.
En el último informe publicado sobre consumo de drogas por el Ministerio de Sanidad se señala que la cocaína supera a la heroína en la demanda de tratamientos acogidos en el Plan Nacional de Drogas. Eso es así, se señala, porque en apenas 10 años la utilización de ese estupefaciente procedente de la hoja de coca se multiplicó por cuatro.
Con ese aumento, España se ha convertido en el país de mayor consumo de cocaína de la Unión Europea, disputándole el primer lugar a Estados Unidos.
Lo grave es que el mayor incremento se produce entre los adolescentes, ya que 7,2 por ciento de los jóvenes de 14 a 18 años consultados declara haber consumido esa droga en el último año, según Albert Sabanés, el director del Proyecto Hombre.
Tanto para la venta en España como en el resto de Europa funcionan en este país bandas organizadas. Según fuentes policiales, los grupos mafiosos radicados en España suman medio millar y sus ingresos anuales superan en conjunto los 1.000 millones de euros (unos 1.300 millones de dólares).
Desde que 30 años atrás España comenzó a ser utilizada como vía de entrada de la cocaína a Europa, la mayor parte de esa droga era introducida desde alta mar hacia las costas gallegas, en el noroeste de la península ibérica, donde todavía existen mafias organizadas que se dedican a ese comercio ilícito.
Pero en la actualidad, la zona de tránsito es África subsahariana, afirman las mismas fuentes. De tránsito hacia España y también al resto de Europa sin pasar por este país, los cargamentos llegan en barcos desde los países productores y en alta mar son trasbordados a otros en puertos africanos y desde allí llegan por tierra o en barcos deportivos.
Uno de los últimos apresamientos, en junio de 2005, se registró en el puerto de Valencia, ciudad española situada en la costa norte del mar Mediterráneo.
En ese lugar, un barco comenzó a descargar contenedores que aparentemente llevaban carbón vegetal, pero que en realidad portaban 1.008 kilogramos de cocaína y 916 de hachís, que de haberse vendido habría proporcionado a los narcotraficantes más de 33 millones de euros de ingresos (41 millones de dólares).
Otra requisa se produjo a fines de junio, en lo que constituyó la primera operación franco-española y que logró descubrir 160 kilogramos de cocaína en Francia. Los traficantes enviaban maletas cargadas de cocaína desde Caracas hasta aeropuertos franceses, de los cuales se distribuía al resto de Europa.
En esa oportunidad fueron detenidas nueve personas: una española, tres francesas, dos brasileñas, una polaca, una colombiana y una venezolana.
Al informar sobre las detenciones, el fiscal de París, Jean-Claude Marin, explicó que la operación policial fue denominada "Steel", una marca de motosierras, porque la red tenía ese lema para dejar claro que quien no respetara sus designios debería ser "cortado vivo" con ese aparato.
Uno de los detenidos tenía un chalet en Marbella, también sobre la costa española del mar Mediterráneo, en el que fueron encontradas armas y material para preparar cocaína.