Evo Morales, quien asume este domingo la presidencia de Bolivia, anunció la refundación de su país y prometió seguir la huella revolucionaria de Túpac Katari y del guerrillero argentino-cubano Ernesto Che Guevara.
La ancestral cultura nativa aymara se revigorizó este sábado con la proclamación de Morales como máxima autoridad de los pueblos aborígenes de Bolivia, en una ceremonia celebrada en el milenario templo de Kalasasaya, en Tiwanaku.
"Vamos a acabar con el estado colonial y el modelo neoliberal", dijo Morales, un veterano dirigente de los cultivadores tradicionales de coca de Bolivia que obtuvo 53,4 por ciento de los votos en las elecciones del 18 de diciembre.
El presidente electo portaba dos bastones de mando, un sombrero ceremonial de cuatro puntas y una túnica de colores con los símbolos del poder y la unidad de las regiones que integran Bolivia.
Mientras sonaban los pututus —instrumentos de viento fabricados con cuernos de toro— como evocación de los tiempos del imperio tiwanakota, el humo de las hogueras donde se atizaban dulces, yerbas aromáticas, hojas de coca, pedazos de papel de oro y grasa de animales.
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Los aymaras elevaban así a las alturas su tributo a los dioses andinos, en agradecimiento por el retorno del poder a los indígenas, 514 años después del inicio de la colonización de América.
En el portal del templo de Kalasaya, un Evo entronizado por todas las comunidades indígenas del altiplano occidental, el valle y la zona tropical se alzó imponente mostrando en alto los bastones de mando tallados en madera con incrustaciones oro y plata.
Mientras, el público ovacionaba al líder que este domingo recibe el mando presidencial en el recinto del Congreso Nacional legislativo.
"Los movimientos sociales queremos seguir avanzando para liberar Bolivia, liberar nuestra América, siguiendo la lucha heredada de Túpac Katari. Vamos a cumplir la lucha que dejó el Che Guevara", dijo, al tiempo que la multitud respondía con aplausos y gritos de celebración.
Túpac Katari lideró alzamientos indígenas contra el poder colonial español y murió ejecutado por descuartizamiento. Por su parte, Guevara fue uno de los conductores de la revolución cubana triunfante en 1959, y murió en la Higuera, Bolivia, el 9 de octubre de 1967, donde encabezaba un comando insurgente armado.
En la ceremonia, representantes de pueblos indígenas de Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Filipinas, Guatemala y Venezuela entregaron símbolos ceremoniales a Morales y le solicitaron que edificara y gobernara para su pueblo.
"Hoy comienza un nuevo año para los pueblos originarios, una nueva vida buscando igualdad y justicia", expresó Morales, mientras los sacerdotes y curanderos aymaras aseguraban que el esperado "jach'a uru" (gran día) llegó para las culturas doblegadas por varios siglos.
Ponchos de lana de colores, con dominante guinda quebrada por el azul eléctrico y el verde, como tintes elegidos para los actos ceremoniales, cubrían la espalda de los mallkus.
Sus esposas lucieron vestidos típicos en que predominaba el negro con detalles en verde y rojo, en finas franjas tejidas a mano en telares rústicos precolombinos.
La música de "tarkas" (flauta de madera tallada), "pífanos" (flauta típica traversa), zampoñas de caña hueca, acompasadas por bombos construidos en madera andina y cubiertas con membranas de cuero, describió los dulces lamentos del aymara en su apacible altiplanicie.
Coros plañideros de mujeres con melodías que se mezclaban con el viento del atardecer llenaron el ambiente hasta arrancar lágrimas de emoción a los asistentes, entre ellos miles de turistas de países vecinos que danzaron con ritmos tradicionales y urbanos interpretados por una banda musical con instrumentos de bronce.
Banderas azules del Movimiento al Socialismo (MAS), el partido que llevó a Morales a la presidencia, unidas a las cuadriculadas y multicolores (whipala andina) rompieron la aridez del café de la tierra, creando un inmenso bosque de colores brillando con los pocos rayos de sol en un día dominado por la lluvia, el granizo y el frío.
"Podemos equivocarnos, pero nunca traicionaremos la lucha del pueblo boliviano", expresó Morales con voz firme y amplificada en los alrededores del templo por centenares de aparatos de radio portados por campesinos y citadinos.
Muchos jóvenes que lograron llegar a Tiwanaku tras un penoso peregrinar por una carretera atestada de vehículos hacia una ciudad donde era imposible hallar un sitio de descanso.
Ni siquiera las autoridades municipales del lugar habían previsto la virtual invasión del pueblo, en un hecho que no tiene precedentes porque Morales es el primer indígena de América Latina en alcanzar el mando de una nación, en su caso Bolivia, donde 60 por ciento de los 9,2 millones de habitantes se identifican como aborígenes.
El nuevo mandatario se propone corregir la marginación de los grupos originarios en la creación de la república, en agosto de 1825, y anunció el impulso de una asamblea constituyente como el escenario para refundar el país, 70 por ciento de cuya población sufre la pobreza.
Su proclama fue más allá cuando habló en nombre de los pobres del mundo y revindicó su derecho a gobernar para cerrar el ciclo predominante de los grupos de poder.
"Tenemos la obligación y la tarea de crear conciencia en el mundo entero para que las mayorías nacionales, los pobres del mundo, conduzcan su país para cambiar la situación económica", expresó.
En presencia de 12 mandatarios invitados, el presidente electo y su vicepresidente, Alvaro García Linera, son investidos oficialmente este domingo en la sede del Congreso Nacional.
Más tarde, Morales será proclamado en un acto popular, en la Plaza San Francisco, memorable por ser escenario de las principales luchas sociales y donde el líder de los cultivadores coca pronunció en varias ocasiones discursos contrarios al modelo económico y en favor de la nacionalización de los hidrocarburos.
