A comienzos de 2002, Argentina había caído en lo que parecía insondable abismo de recesión, cese de pagos, pobreza y desempleo. Cuatro años después, el país crece a ritmo de vértigo, y el gobierno se da el lujo de cancelar toda su deuda con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
La administración de Néstor Kirchner pagó este martes cerca de 9.574 millones de dólares al FMI con reservas acumuladas por el Banco Central desde el inicio de la recuperación, en 2003, y espera de ese modo ganar libertad para llevar adelante la política económica que crea más conveniente para el país..
Con este pago, las reservas monetarias caen de 28.000 millones de dólares a unos 18.500, aunque las autoridades prometen que la marcha de la economía y sobre todo el monto de la recaudación —que subió 21 por ciento en 2005 respecto del año anterior— permitirán recuperar la suma pagada al FMI en este mismo 2006.
La cancelación no implica una reducción automática de la deuda pública total, estimada en 126.000 millones de dólares. El Estado toma prestadas reservas del Banco Central y le entrega letras del Tesoro que irá cancelando con baja tasa de interés en un plazo de 10 años y ya libre de los condicionamientos que planteaba el FMI.
Para Kirchner, el llamado "desendeudamiento" implica dotar de mayor independencia económica a su gobierno. Como deudor privilegiado, el FMI exigía una apreciación de la moneda frente al dólar, mayores tasas de interés para controlar la inflación, aumento de las tarifas de servicios públicos y reestructuración total de la deuda externa.
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La cancelación anticipada de pagos que Argentina debía efectuar en los próximos años había sido anunciada por el presidente a mediados de diciembre, dos días después de que el Ministerio de Hacienda de Brasil hizo lo propio respecto de sus deudas con el Fondo.
Con esta medida, Argentina dio el segundo paso clave en el ordenamiento de su deuda. El primero había sido la reestructuración de los adeudos con acreedores privados declarados en cese de pagos en el pico del colapso económico, social y político que se precipitó a fines de 2001 tras casi cuatro años de recesión.
Para salir del llamado "default", Kirchner convocó a un canje de los títulos impagos por nuevos bonos con descuento y mayores plazos de pago. Los papeles fueron aceptados por más de 76 por ciento de los tenedores. El resto optó por retener los viejos bonos y esperar una nueva oferta que el gobierno se resiste a proponer.
"En aquella época parecía que se acababa todo", recordó a IPS el economista Federico Marongiu, del Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento, evocando el año en que la actividad económica retrocedió más de 10 por ciento y la pobreza alcanzó a 57,5 por ciento de la población.
Actualmente, el producto interno bruto (PIB) acumula una expansión de más de 27 por ciento en los tres últimos años, el desempleo bajó de 24 por ciento de la población económicamente activa, en 2002, a 11,1 por ciento, en 2005. Y la pobreza descendió hasta 38,5 por ciento de la población total, estimada en 37 millones de personas.
¿Cómo se logró de manera tan veloz crecer, crear nuevas oportunidades de empleo, reducir la pobreza, y generar el superávit fiscal suficiente para cancelar la deuda con el Fondo? Marongiu admitió que la velocidad de la reactivación sorprendía, pero remarcó que hubo razones para explicarla.
"Después de una devaluación siempre viene una etapa de crecimiento sostenido", explicó el economista. La actividad había estado sujeta a un modelo de convertibilidad que mantuvo la moneda nacional en equivalencia con el dólar uno a uno durante 10 años. Tras la crisis, el peso argentino pasó a costar menos de 30 centavos de dólar.
Los precios aumentaron en promedio hasta 43 por ciento en 2002, aunque luego se frenaron por la escasez de demanda. El especialista sostiene que la depreciación de la moneda, la inflación y un nuevo impuesto a las exportaciones agropecuarias (que vivieron un boom en los últimos años) provocaron al mismo tiempo recuperación de la actividad y mayor recaudación.
Así, el PIB creció 8,8 por ciento en 2003, nueve por ciento en 2004, y se estima otro nueve por ciento en el año recién concluido. Para 2006, la expansión del producto será menor, de seis por ciento, según la previsión del Banco Central.
"La cancelación de deuda es un buen signo para un país que viene de una crisis tan profunda", sostuvo Marongiu. Si el gobierno mantiene la disciplina fiscal y adopta políticas activas en fomento de la inversión, la recuperación se mantendrá en los próximos años, concluyó.