Si Hugo Chávez no logra construir una «vanguardia social revolucionaria» o muere, colapsará su proyecto de crear un «socialismo del siglo XXI» y de consolidar un «bloque regional de poder» en América Latina, según uno de los ideólogos de cabecera del mandatario venezolano.
"En este momento, Chávez es el centro de gravedad de un sistema en torno al cual gira un proyecto revolucionario. Si quitas ese sol, el sistema colapsará sin duda", dijo a IPS Heinz Dieterich, un sociólogo alemán afincado hace 30 años en México y que desde la década del 90 es el referente de varios de los planteamientos políticos del presidente de Venezuela.
Dieterich, quien ha escrito numerosos libros, compartiendo créditos en algunos caso con el presidente de Cuba, Fidel Castro, y el intelectual estadounidense de izquierda Noam Chomsky, viaja periódicamente a Venezuela para seguir de cerca el proceso político en ese país y en ocasiones para hablar directamente con Chávez. Algo similar hace con Cuba.
El sociólogo hizo votos para que la próxima reunión del Foro Social Mundial logre contagiarse de las ideas de Chávez y abandone así su papel "bucólico" y de ausencia de línea política que lo ha caracterizado a su entender. Una de las tres sede en que se dividió este año ese encuentro de la sociedad civil será Caracas, del 24 al 29 de este mes,
Sobre el líder indígena Evo Morales, quien el 22 de este mes asumirá el gobierno de Bolivia, Dieterich opina que llegó para reforzar "el eje Fidel Castro-Hugo Chávez", lo cual a su entender ayudará a dar equilibrio al "bloque regional de poder", impulsado además por los gobiernos "burgueses" de Argentina, Brasil y Uruguay.
El considerado padre de los conceptos de los llamados socialismo del siglo XXI y bloque regional de poder, recibió a IPS en su modesto departamento del sur de la capital mexicana para hablar sobre sus teorías y la situación de América Latina, donde varios gobiernos giran hacia la izquierda, aunque con matices distintos, y trabajan en planes de integración al margen de Estados Unidos.
—¿Qué es el socialismo del siglo XXI, es un plan en el que Chávez esté trabajando?
—Querer hacer una sociedad socialista en este momento es una pretensión o intención que tiene una finalidad estratégica, porque orienta la lucha hacia una civilización de otro tipo que la actual. Pero no hay ahora en las mayorías ni en las organizaciones políticas una comprensión de ese cuerpo teórico, de los que significa otra civilización. Ellos no saben que el socialismo de siglo XXI es una economía de equivalencias, una democracia participativa y un Estado no clasista. El conocimiento real es muy escaso en torno a esa intención de crear un nuevo socialismo, pero el presidente Chávez lo entiende e impulsa.
—¿Va América Latina en camino hacia ese socialismo si consideramos que países como Argentina, Bolivia, Brasil y Venezuela giran hacia la izquierda y juntos alientan un proceso de integración?
—Ese naciente bloque de poder regional no sabemos si al fin y al cabo se logre, pues en este momento es una superestructura, una incipiente federación de Estados muy heterogénea. Si comparas Brasil con Bolivia, el potencial económico, demográfico, territorial y militar varía mucho. En segundo lugar, el grado de desarrollo es extremadamente diferente. Finalmente también la voluntad y capacidad de integración son muy distintas. Chávez lo entiende y desde su posición revolucionaria promueve el bloque, pero no todos van hacia el socialismo del siglo XXI.
—¿Con esas diferencias, se puede construir el bloque regional?
—Hay que analizar los actores de mayor poder en cada país. En Cuba es obviamente el Partido (Comunista), y Fidel (Castro) tiene una idea muy clara sobre la necesidad de integrarse, pues sabe que la revolución que lidera no tienen futuro fuera de un bloque latinoamericano. En Brasil, el poder está en manos del sector financiero, de la agroindustria y de las manufacturas. La industria está interesada en el bloque de poder regional, porque piensan que podrían sustituir a Estados Unidos en suministrar algunos insumos, pero la agroindustria está más interesada en un libre comercio. En Argentina, el sector fundamental es la industria y el sector financiero. En Venezuela, la situación es otra, pues el presidente tiene el poder. Entonces tendríamos que hacer un análisis detallado de las fuerzas que determinan las políticas nacionales. Si ponemos en la balanza todos esos factores, más los intereses europeos y estadounidenses, yo pienso que la probabilidad de que este bloque regional se logre es hoy de 50 por ciento.
—Ubica a Chávez en el centro de ese proceso, pero él es mortal como todos así que, cuando desaparezca ¿el proyecto colapsará?
—En este momento Chávez es el centro de gravedad de un sistema en torno al cual gira un proyecto revolucionario. Si quitas ese sol, el sistema colapsará sin duda. De tal manera que, si le diera un infarto, lo que siempre es una posibilidad, el proceso revolucionario venezolano desaparece como posibilidad y la integración latinoamericana va a colapsar. Si quitas a Chávez se pierde el equilibrio y el poder volverá a los de siempre en Venezuela. El problema en Venezuela es que no se han organizado aún a las masas, no han logrado crear una vanguardia colectiva. Así, todo el poder de pesos y contrapesos reside ahora en Chávez, lo que lo hace un sistema muy inestable.
—¿Chávez está consciente de esto? Y si es así ¿ya está construyendo esa vanguardia colectiva?
—No sé si hay la intención de crear una vanguardia colectiva y un partido propio, popular y revolucionario, pero lo podría lograr en unos cinco años si él hace una política consciente. Ahora, si esa no es su intención o no hay poder para liberarse de los políticos burgueses que lo apoyan y sustituir a las facciones oportunistas de la nueva clase política, eso (el proceso político venezolano) va terminar como cualquier revolución burguesa.
—¿Cómo se inscriben los movimientos sociales llamados altermundistas y la sociedad civil en general en la construcción del bloque regional de poder?
—Otro factor de poder son esos grupos. Por una parte tienes los protagonistas estatales con diferentes intenciones y poder, pero falta el componente social. Si no logramos que los movimientos sociales abracen el ideal de la integración latinoamericana, entonces tampoco vamos a ganar.
—Varios de estos grupos sociales encuentran alguna de sus expresiones en el Foro Social Mundial (FSM), que este mes se realizará en Venezuela. ¿Cómo ve este espacio, puede ser un lugar donde las masas sintonicen y abracen este proyecto del bloque regional?
—En los primeros foros, los movimientos sociales asumieron un papel bucólico y de ausencia de línea política. Lo que ha cambiado es que ahora el FSM ya acepta que no puede vivir en un espacio aséptico, sino que tiene que asumir alguna identidad política en la lucha actual, lo que ha sucedido por la presión de Chávez y ahora por el triunfo en Bolivia de Evo Morales. El éxito parcial del proyecto de integración encabezado por Venezuela hace que el Foro sea ahora más atractivo. Ojalá allí se pueda profundizar la presencia de estructuras sociales que están haciendo alianzas políticas. Otra ventaja posible de la próxima edición del FSM es que la mayoría de asistentes va a ver por televisión un largo discurso de Chávez. Se van a contagiar con sus ideas y esto profundizará la penetración teórica en la cabeza de la gente.
—¿Qué valor le da a la elección de Morales como presidente de Bolivia? ¿Su presencia consolidará el bloque regional?
—Esto es fundamental en cuanto a la dinámica de grupo dentro de los presidentes del bloque regional. Si vemos el panorama, hay dos revolucionarios que son Fidel (Castro) y Chávez, y otros que son burgueses como Lula (Luiz Inácio Lula da Silva, presidente de Brasil), Tabaré Vázquez (presidente de Uruguay) y Néstor Kirchner (presidente de Argentina). Con Evo entra un elemento popular y revolucionario que refuerza el eje Fidel-Chávez. En segundo lugar, entra un indígena, lo que va llevar a que se posicionen temas que los presidentes burgueses prefieren olvidar, como la reforma agraria, la situación del campesino, la pobreza rural. Evo agrega un elemento fuerte en los planes estratégicos del bloque regional de poder. Él, además, irradia esperanza a otros países y demuestra que es posible ganar el poder por vía electoral.