La inédita conquista de todos los escaños en el parlamento de Venezuela por los candidatos oficialistas abre una nueva etapa en la confrontación política que ha acompañado los siete años que lleva Hugo Chávez en la presidencia.
La oposición, cuyos cinco partidos con opción de ganar algunas bancas se retiraron de la competencia en la última semana, anunció una lucha extraparlamentaria que, por ahora, carece de formas propuestas o de programa, y comenzó a exigir el recambio del poder electoral para participar en las elecciones presidenciales de diciembre de 2006.
El control de los 167 asientos en la Asamblea Nacional unicameral por el oficialista Movimiento V República y sus aliados hará más expedita la aprobación de leyes con las que Chávez quiere impulsar un "socialismo del siglo XXI", un concepto difuso que englobaría impulsos a la actividad cooperativa y mayor control estatal sobre la economía privada.
Por ser el próximo un año de elección presidencial y por el movimiento de las bases "chavistas" que pugnan contra la ineficiencia, la burocracia y la corrupción, "Chávez se va a ver obligado a atender mucho más el aspecto interno", observó a IPS el politólogo Alberto Garrido, autor de una decena de libros sobre el proceso venezolano.
En el terreno internacional "los adversarios naturales de Chávez, comenzando por Estados Unidos, van a quitarle legitimidad, pero otros países con negocios en Venezuela se ceñirán a la formalidad, al acto electoral", estimó Garrido.
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La abstención en los comicios del domingo alcanzó 75 por ciento de los 14,4 millones de personas con derecho a voto, según el Consejo Nacional Electoral, pero jefes de oposición como el socialdemócrata Henry Ramos creen que pasó de 80 por ciento.
En anteriores elecciones similares la abstención bordeó 60 por ciento, y las encuestas pronosticaban que se abstendría entre 55 y 70 por ciento de electores aún antes de que los principales partidos opositores decidiesen su retiro.
La oposición ha tratado de capitalizar la imagen de soledad en las mesas electorales y los registros de abstención: "El pueblo habló con su silencio", dijo Julio Borges, líder del novel grupo derechista Primero Justicia, y la organización técnico-electoral opositora Súmate aseguró que "con su conducta, el pueblo exigió la renuncia del Consejo Electoral".
"Hoy hay menos democracia en Venezuela. Nace una Asamblea Nacional herida de ilegitimidad", dijo la conductora de Súmate, María Corina Machado, quien fue recibida hace seis meses en la Casa Blanca por el presidente George W. Bush.
Según los oficialistas, Súmate es una cabeza de playa en los planes de Washington para intervenir en Venezuela y arrastró para sus posiciones a los tradicionales partidos de oposición. Chávez denunció un "golpe electoral" auspiciado por el imperio.
Apenas sufragó este domingo, Chávez reclamó el surgimiento de una nueva oposición y elogió a los pequeños grupos e individualidades que se mantuvieron en liza, mientras que según él, a los viejos partidos "les llegó la hora. A lo mejor ellos mismos desde el fondo apuran su propia muerte".
Analistas como Carlos Raúl Hernández, un sociólogo contrario al gobierno, deploraron que "este es el único movimiento opositor en el mundo que pretende reivindicar la democracia y combatir el autoritarismo llamando a no votar".
Garrido sostuvo que "los partidos opositores deberán tomar una actitud diferente, que todavía no sé cuál será, porque hasta ahora eran básicamente partidos parlamentarios (tenían 79 de las 165 bancas en la Asamblea saliente) y en cada situación, aunque hacían oposición formal, en la práctica legitimaban el avance de Chávez".
Ramos, cuyo partido Acción Democrática gobernó siete veces Venezuela entre 1945 y 1993, pidió a los opositores "construir una propuesta alternativa incluyente, que tenga gancho, que sea capaz de atraer a los amplios sectores populares descontentos con este gobierno, y no limitada a una sola clase social".
Los segmentos de clase media y alta han sido el bastión de la oposición, en tanto Chávez es mayoría en los sectores populares, según encuestas, "pero esa realidad se ha movido y el ciudadano tiene una posición más crítica, y desde el referendo hay muchos ni-ni (ni oficialistas ni opositores)", dijo a IPS Oscar Schémel, de la firma Hinterlaces.
El cenit de la confrontación político-electoral en Venezuela fue el referendo de agosto de 2004 sobre el mandato de Chávez, con diez millones de votantes, en el que cuatro millones sufragaron por revocar el mandato del presidente y seis millones por su permanencia en el cargo hasta enero de 2007.
El domingo sufragaron menos de cuatro millones de electores en total, según los resultados conocidos, y decenas de miles de votos se anularon porque favorecieron a partidos que se habían retirado, en tanto entre los votos válidos, el MVR y sus aliados ganaron en todas las circunscripciones, algunas con más de 90 por ciento de sufragios.
Para Antonio Gil, de la encuestadora Datanálisis, la elevada abstención del domingo y su traducción en un parlamento monocolor "pudiera significar algo muy delicado, la percepción de que no hay diálogo y no vale la pena competir políticamente, porque el poder de uno de los lados es muy grande".
El vicepresidente José Vicente Rangel, veterano operador político de Chávez, reclamó desde ayer "retomar el camino del diálogo" y ofreció "sentarse con todos los venezolanos a discutir".
También Nicolás Maduro, presidente de la saliente legislatura, dijo este lunes que la Asamblea "trabajará con todas las personas y las consultará, independientemente del partido político donde estén", tras argumentar que "tenemos un parlamento plurisocial y pluripartidista", ya que todos sus miembros se inscriben en el "proceso" con Chávez.
Los comicios fueron seguidos por unos 400 observadores de la Organización de los Estados Americanos, de la Unión Europea y de autoridades electorales de otros países de América Latina, quienes emitirán sus informes en el transcurso de la semana.