Los escasos esfuerzos del gobierno de Tailandia para asistir a las provincias meridionales, en su mayoría de población malaya musulmana y golpeadas duramente por inundaciones, pueden obstruir los intentos de hallar una solución a la escalada de la insurgencia en la zona.
Nada simbolizó mejor la actitud del gobierno que la reticencia del primer ministro tailandés, Thaksin Shinawatra, a recorrer el sur devastado hasta el fin de semana pasado.
Cuando finalmente se concretó, fue una visita breve. Thaksin respondió a sus críticos diciendo que estaba en contacto telefónico regular con las autoridades que estaban manejando los esfuerzos de alivio.
Para el momento en que llegó el gobernante, las peores lluvias e inundaciones en 30 años habían dejado 35 personas muertas, unas 30.000 sin hogar y 700.000 afectadas por las aguas embravecidas que arrasaron con pueblos y aldeas.
El costo económico para las provincias meridionales afectadas por las lluvias incesantes desde mediados de noviembre ha sido igual de elevado. Los efectos se hicieron sentir sobre los arrozales, las plantaciones de caucho, las huertas, los estanques de peces y los establecimientos agrícolas.
[related_articles]
El daño estimado en el área es de casi 12,5 millones de dólares, dijo el gobierno el martes.
"Las inundaciones afectaron a una cantidad de personas; muchas han quedado sin hogar y están luchando para sobrevivir", dijo a IPS Nimu Makaje, vicepresidente del Consejo Islámico de la Provincia de Yala. "Esta es la peor inundación luego de las de 1967 y 1977".
Los líderes musulmanes dieron la bienvenida a los esfuerzos por parte de los efectivos militares tailandeses apostados en el área para ayudar a las víctimas, pero dijeron que los mismos habían sido inadecuados.
"La asistencia del gobierno a través del ejército no fue suficiente", dijo a IPS Abdul Rohman Abdul Samad, presidente del Consejo Islámico de la Provincia de Narathiwat. "La mayor parte de la ayuda provino de voluntarios y miembros de la comunidad".
Sin embargo, los activistas por la paz sienten que todavía no es tarde para que el gobierno intervenga y tal vez aproveche la oportunidad para reducir la alienación de la minoría de malayos musulmanes en las tres provincias meridionales afectadas de Yala, Pattani y Narathiwat, que limitan con Malasia.
"Las autoridades tailandesas todavía pueden convertir esta calamidad en algo positivo y mostrar un sentido de solidaridad, de que somos todos tailandeses", dijo a IPS Gothom Arya, director del Centro de Investigaciones para el Establecimiento de la Paz de la Universidad Mahidol de Bangkok. "Algo de lo que el gobierno ha hecho es bueno", agregó..
La reticencia de Thaksin a visitar las zonas golpeadas por las inundaciones tuvo más que ver con su agenda política interna que con la escalada de violencia, dijeron los analistas locales.
Su gobernante partido Thai Rak Thai ("Los tailandeses aman a Tailandia", TRT) fue derrotado en las provincias meridionales durante una elección general en febrero. Desde entonces, Thaksin dijo que su gobierno haría más para ayudar a las provincias que apoyaron a su partido en las elecciones que a aquellas que lo rechazaron.
Las fuertes lluvias tuvieron lugar precisamente cuando el gobierno estaba desplegando una nueva táctica para impedir que los musulmanes del sur fueran hostiles hacia el estado, obligando a los musulmanes "sospechosos" de ser militantes a participar en programas de "reeducación".
Los malayos musulmanes del sur suman alrededor de 2,3 millones de los 64 millones de habitantes de este país de Asia sudoriental, la mayoría de cuya población es budista.
Pero este último esfuerzo de inducir a la lealtad suscitó una tormenta de protestas de sectores de la prensa y organizaciones de derechos humanos.
No sólo criticaron el esfuerzo de lo que llaman lavarle el cerebro a la juventud musulmana durante un programa de 20 días por ser contraproducente, sino que también cuestionaron el modo en que los funcionarios locales identificaron a jóvenes que se esperaba se inscribieran en este curso sobre nacionalismo tailandés.
Entre aquellos que fueron detenidos como "sospechosos de ser rebeldes malayos musulmanes" está una madre de dos hijos, actualmente en su tercer trimestre de embarazo, y un niño pequeño crónicamente enfermo.
"Las actividades en el campamento, que se supone deben inculcar un sentido de patriotismo, fueron descritas como algo entre tonto y absurdo", publicó The Nation, un periódico publicado en inglés, en un editorial este mes.
"El curso incluye escuchar conferencias aburridas de jerarcas militares y cantar 'chang, chang, chang' sobre un elefante que nunca han visto", agregó.
La organización no gubernamental Human Rights Watch (HRW) condenó a Bangkok por el "uso de listas negras de sospechosos de ser insurgentes" para forzarlos a unirse a los campamentos de reeducación.
"Los soldados tailandeses han admitido a HRW que visitan aldeas vestidos para el combate, llaman a la puerta de los sospechosos de las listas negras y los amenazan con 'serias consecuencias' si se niegan a rendirse voluntariamente", dijo esta organización con sede en Nueva York en una declaración emitida este mes.
"No se produce ninguna garantía ni se invoca ningún procedimiento legal", señaló.
HRW expresó temor de que estas listas, compiladas a través de medios cuestionables por parte de administradores locales, personal militar y policía, pudieran llevar a una reiteración de la violencia desatada en 2003 durante la "guerra contra las drogas" del gobierno, cuando alrededor de 2.500 "sospechosos" de narcotráfico fueron asesinados luego que sus nombres fueran listados.
En enero de 2006 se cumplirán dos años del inicio de la violencia en el sur de Tailandia, luego de una larga tregua. Aproximadamente 1.100 personas fueron muertas en el conflicto que enfrentó a fuerzas del gobierno con organizaciones insurgentes que todavía no fueron identificadas.
Mientras que los sospechosos de ser rebeldes fueron responsables de matar a maestros, líderes comunitarios, cultivadores de caucho, soldados y policías de las comunidades budista y musulmana, los soldados tailandeses fueron responsables de las muertes de alrededor de 180 niños y hombres musulmanes en confrontaciones en una mezquita y mientras estaban en custodia militar.
Confrontaciones entre el estado y los separatistas musulmanes surgieron en la región en el pasado como resultado del desencanto de los malayos musulmanes con el enfoque fuertemente centralizado para la gobernanza y la discriminación cultural y económica..
Las tres provincias musulmanas atrapadas en la actual violencia, otrora integraron el reinado malayo musulmán de Pattani, que fue anexado en 1902 por Siam, nombre con el que se conocía entonces a Tailandia.
Una bomba poderosa que explotó recientemente en Narathiwat, seguida de cinco matanzas en el fin de semana, sirven como recordatorio de que las lluvias y las inundaciones hicieron poco para atemperar a quienes están furiosos con el estado tailandés.