SRI LANKA: Escalada de violencia diluye esperanzas de paz

El cese del fuego firmado hace tres años entre el gobierno de Sri Lanka y los Tigres para la Liberación de la Patria Tamil (LTTE) está al borde del colapso por una escalada de violencia sin precedentes.

Allegados a los Tigres tendieron el viernes una emboscada con una mina antipersonal a dos vehículos que transportaban a efectivos navales en Mannar, 150 kilómetros al norte de Colombo, y luego dispararon granadas, matando al menos a 13 marinos.

Fue el mayor operativo de este tipo en esta nación insular desde la tregua de febrero de 2002, según el Ministerio de Defensa. "Fue bien planeado y elaborado", agregó el portavoz de la cartera, Prasad Samarasinghe.

El incidente fue el último en una serie de ataques contra fuerzas del gobierno en la septentrional península de Jaffna, luego del discurso anual del Día de los Héroes pronunciado por el líder del LTTE, Vellupillai Prabhakaran, el 27 de noviembre.

Enfrentando renovadas amenazas, las fuerzas del gobierno aumentaron las patrullas en el área, lo cual, a su vez, eleva de modo alarmante las posibilidades de enfrentamiento con civiles que apoyan a los Tigres.
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Si el nuevo presidente de Sri Lanka, Mahinda Rajapakse, no propone una solución aceptable al conflicto, los Tigres reanudarán la guerra civil, advirtió Prabhakaran en su discurso.

El LTTE combatió a sucesivos gobiernos srilankeses desde comienzos de los años 80, en demanda de la constitución de un estado tamil en el norte y el nordeste del país, donde esa comunidad es mayoritaria.

El cese del fuego, logrado con la intermediación de Noruega y firmado el 22 de febrero de 2002 por Prabhakaran y el entonces primer ministro Ranil Wickremasinghe, llevó a interrumpir una lucha de décadas que dejó 65.000 muertos.

Rajapakse hizo campaña para las elecciones del 17 de noviembre con una plataforma consistente en salvaguardar la naturaleza unitaria del país, mientras los Tigres siempre dijeron que sólo cederían ante una solución de tipo federal.

El hoy gobernante se alió con varios partidos conservadores singaleses del sur que se oponen al federalismo.

Setenta por ciento de los 19,5 millones de habitantes de Sri Lanka son singaleses, y 18 por ciento son tamiles, mayoritarios en el norte y en el nordeste.

Paradójicamente, la victoria de Rajapakse sobre Wickremasinghe fue facilitada el boicot electoral convocado por dirigentes de los Tigres en bastiones tamiles.

Tres días antes del ataque del viernes, un grupo de países donantes que controlan el cumplimiento del cese del fuego y alientan el proceso de paz exigieron una acción inmediata para revertir la violencia.

Los garantes del proceso de paz "observan que Sri Lanka afronta una opción crucial entre el aumento de la violencia y la reintensificación del proceso de paz", expresaron Noruega, Estados Unidos, la Unión Europea y Japón en una declaración conjunta.

"Las perspectivas para una paz a largo plazo están en manos del gobierno de Sri Lanka y del LTTE. Una falla en la respuesta sería un retroceso trágico", agregaron.

Horas antes de emitirse esta declaración, un dirigente de los Tigres sugirió que se acercaban tiempos violentos. "El cese del fuego camina sobre un hilo delgado", dijo Ilamparathy, líder de LTTE en Jaffna.

Los representantes de los países garantes se reunieron el sábado con el jefe de la rama política del LTTE, S. P. Tamilselvan. El día anterior se habían entrevistado con Rajapakse.

Tamilselvan dijo entonces a sus interlocutores que los recientes ataques fueron lanzados cuando los soldados "aceleraron la violencia contra los civiles" que protestaban "pacíficamente contra las atrocidades militares".

Los Tigres, agregó, están comprometidos con el proceso de paz, según un comunicado emitido por la organización.

También el sábado, el gobierno respondió al ataque contra los marinos: "Está claro que la explosión de la mina antipersonal había sido planeada de modo de causar el máximo de víctimas entre las Fuerzas de Seguridad", según una declaración oficial.

"Desde el principio, el LTTE mostró escasa consideración por las disposiciones del cese del fuego y estos ataques continuados plantean serias dudas sobre el compromiso del LTTE con un acuerdo político", agrega la declaración.

Algunos de los más recientes ataques contra militares regulares srilankeses fueron lanzados por la poco conocida Fuerza de Resurgimiento Tamil (TRF).

La TRF reivindicó el viernes el ataque en Mannar, en solidaridad con la comunidad tamil de Jaffna y como represalia contra la supuesta violación y asesinato de una mujer a manos de militares en la península.

El cadáver de la mujer fue hallado la semana pasada cerca de un destacamento naval, pero las fuerzas armadas negaron que su personal estuviera involucrado.

La TRF también le pidió a los funcionarios internacionales a cargo de controlar el cumplimiento del fuego que ordenen a las fuerzas del gobierno la interrupción de todas las operaciones de acordonamiento y búsqueda.

El ejército reanudó los registros en Jaffna luego de la racha de ataques inaugurada con uno que puso fin a la vida de 14 soldados, una semana después del discurso de Prabahakaran.

En la carta, la TRF advirtió que tenía en Jaffna 250 hombres entrenados que atacarían destacamentos militares si los reclamos no eran atendidos.

Los Tigres aseguraron no tener relación con los ataques en áreas controladas por el gobierno srilankés, los que atribuyeron a civiles indignados por las violaciones al cese del fuego por parte de fuerzas oficiales.

Pero advirtieron sugirieron que una reducción inmediata de la tensión resulta poco probable.

"Sepan que nuestros miembros continuarán viajando por los mares con armas para la autodefensa", escribió a los funcionarios internacionales que controlan el cese del fuego el jefe político de los Tigres, S. P. Tamilselvan, 24 horas antes del ataque del viernes.

La carta fue escrita luego que tres marinos fueran muertos en otro enfrentamiento con la organización Tigres del Mar en aguas de Mannar, el 21 de diciembre.

La TRF surgió a medida que los Tigres brindaban abiertamente entrenamiento militar a civiles dentro de las áreas bajo su control.

Por su parte, las fuerzas de seguridad dijeron que las protestas públicas son organizadas por simpatizantes de los Tigres para instigar una respuesta de sus soldados.

El viernes, dos civiles fueron muertos en un intercambio de disparos luego de que una granada fuera tirada en una patrulla del ejército en Chavakachcherie, en Jaffna.

Las amenazas de nuevos son tomadas en serio por las autoridades. Todos los funcionarios del gobierno en Jaffna recibieron instrucciones de no asistir a sus puestos de trabajo desde el lunes, e incluso organizaciones no gubernamentales anunciaron que reducirán sus tareas.

Hace un año, la situación era completamente diferente. Sri Lanka había sido arrasada por el tsunami. Los Tigres y fuerzas del gobierno trabajaron codo con codo para ayudar a las víctimas.

Crecieron así las esperanzas de que la tragedia alentara la reanudación del diálogo, bloqueado desde abril de 2003. Pero esas esperanzas se diluyeron con el paso de los meses.

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