Durante el periodo comunista, la monarquía de Serbia quedó relegada a los cuentos de hadas, los libros de historia y la memoria de los más ancianos. La caída del régimen en 2000 le devolvió la vida y la genealogía dio algunas sorpresas.
Al caer el régimen, regresaron los miembros de la última familia real, los Karadjordjevic, que gobernaron la ex Yugoslavia entre 1903 y 1941. El clan volvió a ocupar su antiguo Palacio Blanco, y sus integrantes se involucraron en tareas humanitarias.
Ahora, se reabre la historia de otra familia, los olvidados Obrenovic. Para sorpresa de muchos, un tribunal del central pueblo serbio de Cacak, 270 kilómetros al sur de Belgrado, reconoció como tales a descendientes de esa dinastía.
Antes se creía que todos sus miembros habían sido asesinados en el golpe de Estado que en 1903 instaló en el trono a los Karadjordjevic.
El sobreviviente más cercano de esa familia es Milutin Novakovic, un humilde agricultor de 81 años que vivió toda su vida en la aldea de Donja Gorevnica, cerca de Cacak.
Su nieta Ljiljana lo ayudó a establecer el vínculo. "Ella conocía la historia de la familia y comenzó la búsqueda", dijo Milutin a IPS. "Nunca pensé en ser un príncipe".
Desde la orden del tribunal, Milutin y su esposa Jelica, de 76 años, fueron acorralados por los medios. Todos querían saber si Milutin pretende el título de príncipe, aunque eso no le vaya a reportar ningún dinero. Pero los asuntos de la realeza no parecen preocuparle.
Tampoco hay nada que remita a la realeza en el hogar de Milutin. Luego de la segunda guerra mundial, los Novakovic entregaron una espada de la familia real al museo de Cacak. Todavía está allí.
Los Obrenovic se hicieron un lugar en la historia moderna de Serbia. En 1854, el fundador de esa dinastía, Milos Obrenovic (1780-1860), logró que el Imperio Otomano le concediera una amplia autonomía a su nación.
Milutin Novakovic es el tataranieto de uno de los medio hermanos de Milos. Los Obrenovic gobernaron Serbia hasta 1903, cuando Aleksandar, su último rey sin hijos, fue derrocado en un sangriento golpe. Fue entonces que los Karadjordjevic tomaron el poder y gobernaron hasta 1941.
Mencionar a los Obrenovic en la era de los Karadjordjevic no era una buena idea. Y durante el régimen comunista que siguió, era mejor olvidarse de ambas familias reales. Los libros de historia apenas destinan breves párrafos a esas dinastías.
La abogada de Novakovic, Nebojsa Pavlovic, quien trabajó con Ljiljana y con el historiador serbio Rados Ljusic, dijo a IPS que el caso se refería a "la reapertura del proceso de herencia dinástica".
Desde que cayó el último líder comunista serbio, Slobodan Milosevic, el 5 de octubre de 2000, surgieron en los medios locales informes según los cuales valiosas obras de arte y bienes raíces otrora propiedad de los Obrenovic esperan por herederos que tomen posesión de ellos.
Todo eso perteneció a la reina Natalija, madre del último rey, Aleksandar Obrenovic, que sobrevivió a su hijo por casi 40 años. La reina murió exiliada en Francia en 1941. Su testamento aún no fue abierto, en ausencia de un heredero conocido.
La investigación iniciada por autoridades francesas reveló que en Serbia hay 52 personas relacionadas con los Obrenovic, aunque ninguna de manera tan cercana como Milutin Novakovic.
El historiador serbio Rados Ljusic dijo a IPS que reunió todos los documentos archivados sobre nacimientos y muertes que databan del siglo XVIII.
"Esto no se trata solamente de las cosas mencionadas por la prensa local —la villa en Francia, las residencias en Budapest, o las pinturas 'en alguna parte de Suiza'—, sino de los documentos que supuestamente están guardados junto al testamento, que pueden ayudar a estudiar la historia de Serbia", explicó Ljusic.
Según las versiones predominantes, la reina Natalija desaprobó el casamiento de su único hijo con una viuda mayor que él y sin hijos cuando él apenas tenía 24 años, en 1900. La pareja fue asesinada por rebeldes del ejército en 1903.
Desde entonces, Natalija, que ya se había exiliado, se recluyó.
Según Ljusic, la reina quería dejar parte de sus propiedades a familiares, entre ellos los Novakovic. Pero ellos no lo aceptaron, temiendo que pudieran sufrir en manos de la nueva dinastía Karadjordjevic.
Pero Natalija sí dejó la mayor parte de sus propiedades a la Universidad de Belgrado, entre ellas dos minas de oro en Serbia oriental.
Después de la segunda guerra mundial, todo eso fue confiscado por el régimen comunista. La Universidad espera recuperar esa propiedad una vez que la Ley sobre Restitución de Propiedad Confiscada entre en vigencia. (