KOSOVO: Fervor de políticos serbios no convence

El destino de Kosovo, provincia administrada desde hace seis años por la ONU, es clave para los dirigentes políticos y los medios de comunicación de Serbia. Pero el público cree otra cosa.

La apertura en enero de negociaciones sobre el estatus definitivo de Kosovo, donde residen 1,8 millones de miembros de la etnia albanesa, es la prioridad de los medios controlados por el Estado.

Los noticieros de radio y televisión suelen abrirse con declaraciones del primer ministro Vojislav Kostunica o algún otro miembro del gabinete explicando complicados argumentos legales por los cuales Serbia "nunca renunciará a Kosovo".

Todo indica que los albaneses de Kosovo (albano-kosovares), que constituyen la mayoría de la población de la provincia, no quieren otra cosa que la independencia. Pero los políticos serbios no están dispuestos a aceptarlo.

Kostunica propone la fórmula "más que autonomía, menos que independencia", de implicancias legales y políticas difíciles de entender para el público serbio en general.
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La ONU (Organización de las Naciones Unidas) tomó control de Kosovo en 1999, después de 11 semanas de bombardeos de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) sobre Serbia.

El ataque fue en represalia por la represión del entonces presidente Slobodan Milosevic contra los albano-kosovares, calificado por muchos observadores de "limpieza étnica".

La resolución 1.244 del Consejo de Seguridad de la ONU estableció sólo formalmente la pertenencia de Kosovo a Serbia, pero el destino de la provincia se resolverá en las negociaciones, que deben concluir el año próximo.

Los periódicos serbios más nacionalistas llegaron a sobrepasar el límite de la difamación de los albano-kosovares en general, plenos de viejos prejuicios y odio étnico. Los políticos de esa extracción son con frecuencia calificados de "criminales".

Los discursos en torno de los monasterios ortodoxos dentro de Kosovo recuerdan a los la provincia fue "la cuna del Estado medieval serbio y de su gloria". También surgen ácidos ataques contra los gobiernos occidentales, acusados de intentar "desmembrar Serbia de sus orígenes".

Una de las leyendas favoritas para remarcar el orgullo nacional es que "los reyes serbios comían con cubiertos de oro en Kosovo" mientras sus pares europeos "usaban las manos desnudas". El estado medieval serbio cayó bajo el Imperio Otomano a fines del siglo XIV.

Pero al público serbio no le importa Kosovo, a pesar de lo que digan los políticos y los periodistas.

El Movimiento Europeo de Serbia y el Instituto Kosovar para la Investigación Política y el Desarrollo realizó una encuesta, según la cual 63 por ciento de los serbios nunca visitaron Kosovo y sienten poca preocupación por la provincia.

Estudios más profundos, como los realizados por el Centro Belgrado para Elecciones Libres y Democracia y la filial serbia de la encuestadora Gallup, indican que nunca en la historia Kosovo despertó tan poca emoción en la población.

Según el Centro, 27 por ciento de los entrevistados creen que la provincia debe constituir un estado independiente.

"Todos los datos demuestran que los serbios están más preocupados por mejorar su propia calidad de vida", dijo a IPS el analista Djordje Vukadinovic. "Las fuertes emociones que rodearon la cuestión kosovar tras los bombardeos de la OTAN están en baja."

Antes de los bombardeos, los serbios ni siquiera pensaban en ofrecerle autonomía a Kosovo, pero ahora 39 por ciento de los encuestados están en favor de esa opción, según Gallup.

Los políticos esgrimen Kosovo como una carta electoral, según muchos expertos entre los que figura Vukadinovic. "Pero, al fin y al cabo, la gente está poco preocupada por perder la provincia si a cambio obtuviera ventajas como la integración en la Unión Europea (UE)", consideró el analista.

Belgrado y la UE acaban de abrir negociaciones por un Acuerdo de Estabilización y Asociación, que marcan el inicio de un proceso de al menos 10 años que podría culminar con el ingreso al bloque europeo.

"Frases como 'Kosovo es la cuna de nuestro Estado medieval' suenan muy bonitas, pero la gente sabe que el bebé en esa cuna hoy no es serbio, sino albano-kosovar", dijo el historiador Desimir Tosic.

"Serbia debería insistir en los derechos de la minoría étnica serbia en Kosovo y concentrarse en el camino hacia la integración europea, lo que significa menos soberanía en el sentido clásico del término", explicó Tosic, en una entrevista con la prensa de Belgrado.

En Kosovo viven hoy apenas unos 90.000 serbios. Más de 150.000 huyeron en 1999, por temor a represalias de los insurgentes albano-kosovares al finalizar los bombardeos de la OTAN.

Los albano-kosovares, que practican el Islam, se tornaron la mayoría de la población de la provincia en un proceso de siglos desde el medioevo y pasando por el Imperio Otomano.

Kosovo volvió a integrarse en Serbia al concluir la primera guerra mundial (1914-1918), con la caída del imperio.

Entonces, los serbios eran en territorio kosovar una minoría aun más exigua que la actual. Un extenso periodo de autonomía provincial concluyeron en 1989, cuando Milosevic impuso la administración centralista, que incluyó una intensa represión policial contra la población albano-kosovar.

El romanticismo y los mitos que rodean la concepción serbia de Kosovo no se ha desmantelado aún.

"No hay prueba de que hubiera existido en las cortes medievales serbias en Kosovo un espléndido estilo de vida y rutinas de elevada sofisticación", sostuvo Cedomir Antic en su libro "Historia e ilusión". "Los cubiertos dorados no se usaban en ningún lado, por lo que no existían en Serbia entonces."

El analista Dusan Janjic dijo que, para la mayoría de los serbios, "sería inimaginable ver un albano-kosovar como primer ministro".

"La mayoría de la gente siente que Kosovo se perdió en 1999, cuando concluyeron los bombardeos de la OTAN", dijo a IPS el profesor de derecho internacional Vojin Dimitrijevic. "Lo que necesitamos es una visión más amplia, no solo decir qué pertenece a quién."

"En los Balcanes occidentales, debemos buscar formas de unirnos al resto de Europa, con Kosovo o sin Kosovo. Y sin Kosovo será igual."

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