Entre 2001 y 2002, Jorge Quiroga sucedió al ex dictador Hugo Banzer en la Presidencia de Bolivia, pero hoy juega sus cartas para gobernar por mérito propio y sostener la continuidad del modelo económico, el fortalecimiento de las relaciones con Estados Unidos y de las políticas antidrogas.
Quiroga, de 45 años, reúne los rasgos y personalidad del profesional exitoso en armonía con las transformaciones económicas que vivió Bolivia desde 1985. Formado como ingeniero industrial, y graduado con mención de excelencia en el College Station de la Universidad A&M de Texas, Estados Unidos, trabajó en ese país para la corporación informática IBM, y a su retorno a Bolivia protagonizó una vertiginosa carrera política.
Casado con la estadounidense Virginia Gillum, es padre de cuatro hijos y ocupa su tiempo libre en deportes como carreras de resistencia, fútbol, básquetbol y alpinismo. Ansía llegar a la cima del monte Everest.
Candidato del frente Poder Democrático y Social (Podemos), aspira por segunda vez a la Presidencia de la República, aunque las encuestas lo ubican detrás del líder indígena Evo Morales, del Movimiento al Socialismo (MAS), que marcha primero con una apreciable diferencia de cinco puntos porcentuales.
Si los resultados de los comicios de este domingo no otorgan la victoria a alguno de los postulantes con 50 por ciento más uno de los sufragios, los dos más votados acudirán a una segunda vuelta parlamentaria, y aquél que obtenga dos tercios de los votos de 157 legisladores gobernará el país por cinco años, según establece la Constitución.
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Quiroga llega a las elecciones generales apoyado por una corriente de derecha que espera un fortalecimiento de las relaciones comerciales con Estados Unidos a través de un tratado de libre comercio, y la materialización de un polémico proyecto de exportación de gas natural a los mercados de California y de México.
Dicho proyecto selló la caída de dos presidentes en los últimos dos años, por la férrea oposición que despierta en sectores populares de este país andino en el que son pobres 70 por ciento de los 9,2 millones de habitantes.
Quiroga, último vicepresidente de Banzer —dictador entre 1971 y 1978 y presidente constitucional entre 1997 y 2001—asumió la primera magistratura cuando éste renunció por el cáncer que lo llevó a la muerte.
Analistas políticos atribuyen a Quiroga la iniciativa de exportar el gas natural desde este país mediterráneo mediante discretos pactos con la diplomacia de Chile para asegurar el transporte del hidrocarburo por territorio y puertos del vecino, aunque en público mantuvo una posición prudente para cuidar su imagen, ante un negocio que despertó desde el inicio apasionados y violentos debates.
Su sucesor, Gonzalo Sánchez de Lozada, intentó llevar a la práctica ese negocio gasífero de 5.000 millones de dólares, pero un levantamiento popular en el occidente del país, con el saldo de más de 60 muertos, lo obligó a retroceder, renunciar y huir del país el 17 de octubre de 2003.
El vicepresidente Carlos Mesa reemplazó a Sánchez de Lozada, pero su debilidad ante las poderosas transnacionales le impidieron aplicar el peso de la legislación para obtener mayores ingresos por la explotación de los derivados del petróleo, y el descontento popular y una dura oposición parlamentaria forzaron su renuncia en junio de este año.
Por sucesión constitucional, asumió el mando el titular de la Corte Suprema de Justicia, Eduardo Rodríguez, encargado de llevar a término la celebración de elecciones y la transición democrática, en enero de 2006, a quien resulte elegido por las urnas o por el Congreso.
Quiroga también expresa la política antidrogas estadounidense, que procura erradicar miles de hectáreas de plantaciones de hoja de coca del semitropical Chapare, en el centro de Bolivia, la región que dio origen al movimiento social que respalda al candidato del MAS, Morales.
Según la Organización de las Naciones Unidas, en el país existen 27.700 hectáreas de plantaciones de hoja de coca, 10.100 hectáreas en el Chapare, 17.300 en los Yungas del departamento de La Paz, y 300 más en la región de Apolo, al norte de esta ciudad sede del gobierno. Las leyes autorizan el cultivo de sólo 12.000 hectáreas con fines de usos tradicionales y medicinales.
En los 12 meses de su mandato, Quiroga fue inflexible en las acciones de erradicación de los cocales, y su plan se cumplió pese a la resistencia de los campesinos, y con varias muertes de agricultores y de miembros de las Fuerzas de Tarea Conjunta.
La figura de Quiroga irrumpió en el sector público en 1991, en un cargo decisivo para el ingreso de Bolivia a la era de las privatizaciones. Desde el despacho de viceministro de Inversión Pública, el ahora candidato diseñó la venta de 32 empresas estatales de mediano tamaño, bajo el liderazgo del entonces ministro de Planeamiento, Samuel Doria, hoy convertido en su rival político como candidato de la centro-izquierdista Unidad Nacional.
Quiroga y Doria rompieron la barrera opositora a la venta de empresas estatales, aunque el gobierno de entonces prefirió mantener bajo dominio estatal las telecomunicaciones, el petróleo, los ferrocarriles, la electricidad y las plantas de fundición, todos sectores privatizados por la siguiente administración de Sánchez de Lozada, el mismo que años más tarde huiría de la ira popular.
Quiroga, de la derechista Acción Democrática Nacionalista (ADN), fue luego ministro de Finanzas, cargo que le permitió labrar una relación fluida con organismos financieros multilaterales como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.
Después de dirigir las campañas electorales de la ADN para las elecciones municipales de 1993 y las generales de 1995, Quiroga fue invitado por el jefe de su partido, el ex dictador Banzer, a acompañarlo en la fórmula presidencial para los comicios de 1997.
Con 37 años juró como vicepresidente de la República y presidente del Poder Legislativo, y poco después completó el período de Banzer. Terminada esa etapa, retornó a sus actividades como consultor y como académico del estadounidense Woodrow Wilson Center, en Washington.
Esa ausencia en unos años de grandes turbulencias para la democracia es cuestionada por sus oponentes.
Aunque Quiroga heredó la jefatura de la ADN, prefirió renunciar a esa función en 2004, y creó la Alianza Siglo XXI, que reúne a unas 40 agrupaciones ciudadanas y que, convertida en el frente Podemos ahora lo postula a la Presidencia.