DESAFÍOS 2005-2006: Escollos en pacificación de Aceh

Algunos obstáculos en el proceso de paz nublan el optimismo en la occidental provincia indonesia de Aceh, tras la firma en Helsinki de un acuerdo entre el gobierno y los insurgentes el 15 de agosto.

Mientras, se registran avances. En la cálida tarde del 21 de diciembre, los máximos dirigentes del Movimiento Aceh Libre (Gerakan Aceh Merdeka, GAM) se encontraban en un campo cercano a la capital provincial, Banda Aceh, cerca de sus ex enemigos, los generales del ejército indonesio.

En esos momentos, los observadores internacionales del proceso de paz se disponían a destruir los últimos seis rifles entregados por los ex rebeldes.

En total, hasta esa fecha, las armas recolectadas y destruidas sumaron 840, la cantidad que el GAM se había comprometido a entregar al firmar el tratado de paz.

El ejército indonesio también cumplió con su parte del acuerdo, que implicaba la retirada de la provincia de 24.000 soldados. La mayoría ya partió y los pocos cientos que quedan lo harán antes de fin de año.
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Según el acuerdo de Helsinki, sólo 14.700 soldados y 9.100 policías, todos reclutados en Aceh, permanecerán en la provincia.

Pero la historia del proceso de paz aún está por comenzar, según dijo, antes de la destrucción de las seis armas, el comandante del GAM, Irwandi Yusuf.

"Este es un gran momento en la historia de Aceh. Estamos aquí para celebrar una parte del acuerdo de paz firmado con el gobierno de Indonesia en Helsinki en agosto. Nos estamos moviendo en la dirección correcta", dijo.

El Memorándum de Entendimiento de Helsinki fue la culminación de seis meses de consultas. El GAM renunció a su histórica demanda de independencia plena y aceptó privilegios políticos y económicos para la provincia, así como la amnistía total para los ex insurgentes.

A cambio, debía entregar sus armas. Y el ejército procedería a retirar la mayoría de las tropas.

El grueso de la tarea de garantizar la implementación del pacto recayó sobre los hombros de 200 observadores, la mayoría europeos, que constituyeron la Misión de Monitoreo de Aceh, también a cargo de actuar como fiscal y juez en cualquier disputa.

Considerando la historia de la provincia, las perspectivas de éxito del plan de paz lucían bastante exiguas.

La lucha por la independencia de Aceh, donde rigió una monarquía islámica entre los siglos VII y XVIII, persiste desde los tiempos de la violenta colonización holandesa, iniciada a comienzos del siglo XIX.

La actual fase del conflicto con Indonesia, a la que se integró Aceh con la independencia en 1945, comenzó en 1976 y se cobró entre 9.000 y 15.000 vidas.

En el curso de 29 años de guerra, dos acuerdos de paz fueron firmados y descartados en cuestión de días por las dos partes beligerantes. Las posiciones políticas se radicalizaron, sin que apareciera la luz al final del túnel.

Pero esta vez las cosas fueron diferentes. Aceh todavía es una provincia devastada, y sus habitantes todavía lloran a las casi 170.000 personas arrastradas por el tsunami del 26 de diciembre de 2004.

Indonesia fue el país más golpeado por el tsunami —palabra japonesa que alude a las grandes olas generadas por terremotos o erupciones volcánicas submarinas—, que dejó en total más de 280.000 muertos en una decena de países.

Dentro de Indonesia, Aceh fue la provincia más afectada. Cientos de miles de sobrevivientes aún permanecen sin hogar.

MIentras la comunidad internacional procuraba ayudar y observar, el GAM y Yakarta supieron inmediatamente que el tiempo de la guerra había terminado.

Los insurgentes comenzaron a entregar sus armas el 15 de septiembre, precisamente cuando el primer grupo de soldados se despedían de las ahora tranquilas aguas de la bahía de Banda Aceh.

Pero, entre el difundido optimismo, expertos subrayan unos pocos problemas potenciales en el camino a una paz duradera.

El no gubernamental Grupo Internacional de Crisis (ICG) aplaudió a todos los involucrados en el acuerdo de paz y sostuvo que el proceso funciona aun mejor que las expectativas.

Pero, en el informe publicado este mes y titulado "Aceh, tan lejos, tan buena", la organización destacó varios problemas, entre los cuales destacó la reinserción de los rebeldes a la sociedad.

El ICG señaló que la mayoría de los ex insurgentes están desempleados, y entre ellos el descontento es creciente. Apenas reciben parte del dinero que les debe pagar el gobierno según el acuerdo, indica el informe. Ese resentimiento podría incitar la criminalidad, advirtieron los expertos.

"Los líderes conducen grandes automóviles, mientras nosotros estamos desempleados" y "todavía tenemos cantidades de armas que podemos utilizar sin control ", dijeron ex insurgentes, según citó ICG.

El gobierno dio a cada uno de los miembros del GAM un paquete de asistencia de dos millones de rupias (unos 200 dólares). También les corresponden otros dos pagos de 1,5 millones de rupias (150 dólares), a cobrar en diciembre y enero.

Pero el GAM aseguró que muchos de sus miembros no han recibido nada de lo que el gobierno indonesio ya entregó a los líderes regionales de la organización a cargo de distribuir el dinero.

Los líderes admitieron que parte del dinero para los ex combatientes es retenida y asignada a viudas e hijos de insurgentes fallecidos.

Por otra parte, el proyecto que convertiría en ley las disposiciones del acuerdo del 15 de agosto no despierta suficiente consenso en la provincia, sostuvo el activista de derechos humanos Aguswandi (conocido por ese único nombre).

"El involucramiento de la socidad civil de Aceh y los grupos marginados fue insignificante y muy superficial en este proyecto. El proyecto de ley tiende a ser muy elitista y a estar centralizado en Banda Aceh. Incluso en la capital sólo involucra a las elites", dijo Aguswandi a IPS.

Las consultas sobre el proyecto en Aceh comenzaron en septiembre. El texto fue elevado al parlamento indonesio, que iniciará su discusión sólo cuando el gobierno presente su propio proyecto, probablemente en algún momento de enero de 2006.

La versión definitiva de la iniciativa intenta consagrar las disposiciones del Acuerdo de Helsinki y reemplazar la Ley de Autonomía Especial de Aceh, vigente desde 2001.

También abrirá el camino para la transformación del GAM de fuerza combatiente en partido político. La Constitución indonesia no admite la formación de partidos políticos regionales.

Sin embargo, aún está por verse la respuesta de Yakarta al proyecto. El presidente Susilo Bambang Yudhoyono, que respalda firmemente el acuerdo de paz, dispone de una clara mayoría parlamentaria, pero aun en su propia coalición de gobierno surgen voces contrarias a las concesiones otorgadas al GAM.

"Si el proyecto es rechazado o si el gobierno no cumple la promesa de mayor autonomía, los habitantes de Aceh podrían sentirse traicionados", sugirió Aguswandi.

Pero Damien Kingsbury, director de desarrollo internacional y comunitario en la australiana Universidad de Deakin y único asesor del GAM no originario de Aceh, sonó optimista.

"Las respuestas iniciales a la legislación proyectada han sido alentadoras, pero veremos. Confío en que continuará bien, dado que es necesaria para completar el acuerdo", dijo a IPS.

Kingsbury también minimizó el peligro planteado por la milicia civil respaldada por el ejército que todavía está presente en Aceh.

"Las milicias están ahí, pero todas las armas no oficiales ahora son ilegales. Esperemos, la policía haga su trabajo. Sin embargo, muchos se sienten inseguras de ambos lados", dijo Kingsbury antes de agregar con optimismo: "Con todo, pienso que la paz ha cruzado el punto de no retorno."

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