La naturaleza y el crecimiento económico pasaron factura al mercado del petróleo con precios récord este año, mientras las proyecciones de los países productores indican que esos valores se mantendrán altos en 2006.
El crudo West Texas Intermediate (WTI), marcador estadounidense, llegó a cotizarse a 70.85 dólares el barril de 159 litros en el mercado de Nueva York el 30 de agosto, cuando el huracán Katrina azotaba con saña Nueva Orleans y toda la costa del petrolífero golfo de México.
La Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) vendió este año su crudo a un promedio de 50 dólares por barril, lo cual llevó a obtener ingresos brutos superiores a 500.000 millones de dólares, mientras que el año anterior la media fue de 36 dólares y en 2003 de 28 dólares.
Más allá de la coyuntura, desde del Sur en desarrollo se alerta a las viejas potencias económicas y a las emergentes para que rediseñen los patrones de consumo, porque los actuales agotarán las existencias comerciales de hidrocarburos para 2030.
"El actual modelo es suicida. Estados Unidos, por ejemplo, consumirá sus reservas de petróleo en 10 años y después de echar mano a los hidrocarburos irán por sus ríos, lagos y bosques", comentó a periodistas el ministro venezolano de Energía, Rafael Ramírez.
En Estados Unidos, senadores del opositor Partido Demócrata lograron bloquear este diciembre un proyecto del presidente de ese país, George W. Bush, para que se autorizara la explotación de 10.000 millones de barriles en reservas petroleras que estarían bajo el Refugio Nacional de Vida Silvestre en el Ártico, en el norte del estado de Alaska.
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Estados Unidos devora uno de cada cuatro de los 84 millones de barriles de petróleo que consume el mundo diariamente, y uno de cada dos litros de gasolina, pero las potencias emergentes acortan distancias cada día. Así, en India se vendían al año menos de 200.000 automóviles nuevos dos décadas atrás, pero en 2004 se vendieron 802.000 unidades.
"Desde que en 1859 comenzó la explotación del petróleo, el mundo ha consumido casi la mitad de ese recurso (unos 900.000 millones de barriles según estimaciones de expertos publicadas en el diario estadounidense The Wall Street Journal) y lo tendríamos a lo sumo por 50 años más", señaló a IPS Francisco Mieres, profesor del posgrado en economía petrolera en la Universidad Central de Venezuela.
Pero como el consumo aumenta cada año, al conjuro del crecimiento económico cuya expresión más acabada en las últimas décadas es China, a un ritmo de entre siete y 11 por ciento anual, "el petróleo quizá alcance sólo hasta 2030, aún incluyendo reservas como las de Alaska y las de las arenas bituminosas de Athabaska", en el occidental estado canadiense de Alberta, dijo Mieres.
Esa perspectiva para el largo plazo se acopla con elementos políticos más próximos, "como las dificultades de Estados Unidos en Medio Oriente, gobiernos rebeldes como el de Venezuela y (el próximo de) Bolivia o la radicalización del liderazgo iraní", apuntó.
En lo económico, el experto coloca ese panorama como telón de fondo que desestimula inversiones de las grandes corporaciones, la disputa de China, India y otros actores por los hidrocarburos que se ofertan, y la declinación real o de expectativas en los yacimientos de mar del Norte, el mar Caspio, México o de Siberia, en Rusia.
"La era del petróleo barato se acabó", es una frase que casi pronuncian a coro especialistas como Ramírez, Mieres o Collin Campbell, de la Asociación para el Estudio del Pico (de producción) Petrolera (ASPO por sus siglas en inglés).
El año termina con precios en la banda de los 50 a 60 dólares por barril. En la parte alta de la escala están los marcadores más livianos y dulces, como el WTI y el Brent del Mar del Norte, y en la baja se encuentra la cesta de 11 crudos de la OPEP.
La OPEP está integrada por Arabia Saudita, Argelia, Emiratos Árabes Unidos, Indonesia, Irán, Iraq, Kuwait, Libia, Nigeria, Qatar y Venezuela, y entrega al mercado unos 30 millones de barriles por día.
La conferencia ministerial de la OPEP se reunirá a fines de enero, cuando "debería reducir la producción para impedir que el precio se desplome", sostuvo Ramírez..
A fines de este mes visitó Moscú el ministro de Petróleo de Kuwait y presidente de la OPEP, jeque Ahmed al Sabah, para conseguir que Rusia, el segundo productor mundial después de Arabia Saudita con nueve millones de barriles al día, coopere con la Organización en su política de apuntalar los precios, ayudando a no inundar el mercado.
La OPEP, según Al Sabah, estaría preparada para retirar del mercado hasta dos millones de barriles por día si, como se espera, una cálida primavera boreal se extienda por el segundo trimestre de 2006 y con ello se concrete una merma en la demanda.
Ramírez advirtió que "la responsabilidad por el abastecimiento y los precios no puede recaer sólo sobre los hombros de los productores". "Los países importadores, industrializados y de economías emergentes, deben racionalizar su consumo", sostuvo.
Pero también "es abrumador el peso de los tributos internos. En Europa, por ejemplo, del precio final de la energía que paga el consumidor, 70 por ciento tiene qué ver con impuestos", precisó.
Por su parte, el ex secretario general de la OPEP y actual canciller de Venezuela, Alí Rodríguez, dijo que, "en ese sentido, Francia es un país más petrolero que los del Golfo Pérsico, porque su Estado obtiene más dinero del petróleo que los de aquella región del mundo".
Incluso, en pequeños países como los de América Central, cuya factura petrolera se ha duplicado en tres años y alcanza casi a 5.000 millones de dólares anuales, los impuestos se llevan uno de cada tres dólares pagados en los expendios de gasolina.
Ramírez sostuvo, por otra parte, que "no se pueden estabilizar los mercados si se induce la inestabilidad política en los países productores, porque implica altos costos e incertidumbre". Como ejemplo mencionó la política externa de Estados Unidos como la invasión a Iraq, la presión sobre Irán y la animadversión hacia el gobierno de Venezuela.
En América Latina, el gobierno venezolano de Hugo Chávez protagonizó este año una inflexión en las relaciones petroleras internacionales, al pactar acuerdos de cooperación que usan los hidrocarburos como palanca. También México dio pasos en esa dirección.
Venezuela lanzó la iniciativa de Petrocaribe, para vender 198.000 barriles diarios a 12 de esa región, con financiamiento de 40 por ciento de la factura como crédito de largo plazo, y aceptando en pago bienes y servicios de las islas.
A su vez, México pactó con sus vecinos centroamericanos la construcción de una nueva refinería en el istmo y la creación de una empresa comercializadora que modere el impacto de los altos precios, así como la construcción de un nuevo gasoducto.
Estos dos grandes productores de petróleo en la región sostienen desde 1980 el Acuerdo de San José, por el que se reparten el suministro de 160.000 barriles diarios a sus pequeños vecinos con financiamiento de 20 por ciento de la factura. Pero ese mecanismo ha sufrido dificultades de implementación debido a que está endosado a la compra de bienes mexicanos o venezolanos.
Caracas lanzó también Petrosur, una iniciativa de acuerdos en América del Sur que comenzó con el suministro de gasóleo y fuel oil a Argentina, pagadero con bienes agropecuarios o manufacturas, y el encargo de que astilleros de ese país fabriquen y reparen buques de la flota petrolera venezolana.
También Paraguay y Uruguay recibirán petróleo venezolano en condiciones semejantes a los caribeños, y las empresas estatales Petróleos de Venezuela SA (Pdvsa) y la brasileña Petrobras, pactaron acuerdos e iniciaron la construcción de una refinería en el nordeste de Brasil.
Además, Venezuela reservó yacimientos de crudos pesados en la sudoriental Faja del Orinoco —considerado el mayor reservorio del mundo, con 230.000 millones de barriles— para asociaciones con firmas estatales de Argentina, Brasil y Uruguay.
También proyectan los sudamericanos un gasoducto desde la costa venezolana del mar Caribe hasta el Río de la Plata, que incluirá a Bolivia, cuyo presidente electo, Evo Morales, es un aliado político de Chávez y demás mandatarios izquierdistas de la región.
Pero incluso Colombia —asociada a Venezuela para construir un gasoducto binacional y más adelante un oleoducto que comunique los campos venezolanos con el océano Pacífico— participa en los nuevos esquemas, distintos de la tradicional compraventa, mientras que ya han mostrado interés los productores Ecuador y Perú, y el consumidor Chile.
La necesidad de asegurar para el desarrollo una energía que se avizora escasa y la perspectiva de precios sostenidamente altos ha impulsado en esta parte del mundo nuevas propuestas de cooperación, por las que se interesa el Sur en desarrollo.
China, que recibirá este mes 5,4 millones de barriles de petróleo venezolano, busca recibir de este productor sudamericano 300.000 barriles diarios a partir de 2006 y exploró con la presidencia de la OPEP mecanismos de cooperación a largo plazo.