El número de muertos en la guerra de Bosnia-Herzegovina (1992-1995) fue mucho menor de lo que se pensaba, pese a haber sido un costo humano atroz, afirma una investigación independiente.
El director del no gubernamental Centro de Investigación y Documentación (CID), Mirsad Tokaca, dijo a la prensa bosnia que según sus indagaciones "la cantidad de muertes se encuentra en 93.000 y posiblemente ascienda a 100.000".
"De todas formas, sigue siendo una cifra extremadamente alta, pero hay una gran diferencia con los 200.000 que se mencionaban", añadió Tokaca. Antes de que se iniciara la guerra, en 1992, Bosnia tenía 4,2 millones de habitantes.
"No se puede inflar irresponsablemente los números inflados con fines políticos", dijo.
Tokaca espera concluir la investigación en marzo del año próximo, cuando el CID publicará la cantidad exacta de musulmanes, serbios y croatas muertos en el conflicto.
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El informe, que contendrá datos sobre la etnia, la edad, el género, la procedencia regional y las fechas de las muertes, estará disponible en Internet.
"Hasta el momento, nuestras investigaciones indican que 70 por ciento de las víctimas fueron bosnios musulmanes, 25 por ciento serbios y cinco por ciento croatas", dijo Tokaca.
El CID es una organización no gubernamental con sede en Sarajevo financiada por el gobierno de Noruega y creada en 2004 para determinar el número exacto de víctimas en la guerra de independencia de Bosnia-Herzegovina, que formaba parte de la disuelta federación de Yugoslavia.
El equipo de investigadores está compuesto por 12 expertos de distintas nacionalidades y etnias, y su función es hallar y examinar los archivos militares y civiles, así como otros registros y fuentes que encuentren en todo el territorio bosnio.
Bosnia-Herzegovina solía describirse como "un modelo de mezcla multi-étnica" en el que convivían y se casaban entre sí musulmanes, serbios y croatas.
Luego un pronunciamiento popular a favor de la independencia en marzo de 1992, estalló la guerra civil que cobró, según se creía, más de 200.000 víctimas, la mayoría bosnias musulmanas.
Ese conflicto formó parte de las guerras de secesión de los años 90 en los Balcanes, que acabaron con lo que había sido Yugoslavia, conformada hasta entonces por Croacia, Bosnia-Herzegovina, Serbia y Montenegro.
"En las sociedades donde predominan divisiones ideológicas muy fuertes, es común que se nieguen tajantemente los hechos ocurridos, o por el contrario, que se inflen los números para mostrar cuál es la parte que más sufrió", dijo Tokaca.
"El carácter terrible y trágico de la guerra en Bosnia-Herzegovina no va a cambiar en absoluto cuando se conozcan las cifras reales", advirtió, "por lo que no hay ninguna necesidad de fabricar mentiras y mitos acerca de las víctimas".
Una de las atrocidades peor documentadas es la ejecución de unos 8.000 jóvenes y adultos musulmanes en julio de 1995, cuando una milicia serbo-bosnia irregular, apoyada por Belgrado, atacó la ciudad de Srebrenica, en el este de Bosnia-Herzegovina, bajo protección de la Organización de las Naciones Unidas.
Los bosnios musulmanes sostienen que fue la peor masacre en la historia de Europa luego de la segunda guerra mundial (1939-1945).
Los serbios niegan que tal masacre se haya cometido y dicen que se trata de una historia inventada por los musulmanes para dañar su imagen.
El Memorial de Potocari, en las afueras de Srebrenica, contiene miles de sepulturas que se dice son de las víctimas de la masacre de julio de 1995.
Pero ningún funcionario del gobierno bosnio está dispuesto a admitir públicamente que muchas de las personas enterradas allí fueron simplemente víctimas de la guerra.
Algunos de los cuerpos pertenecen, por ejemplo, a bosnios musulmanes que murieron en los enfrentamientos ocurridos en los alrededores de Srebrenica a inicios de 1992. Sus restos fueron encontrados en la posguerra, y una vez identificados fueron enterrados junto a las víctimas de la masacre de 1995.
Durante el conflicto, la comunidad internacional tendió a tomar partido por los bosnios musulmanes, especialmente cuando los serbo-bosnios, apoyados desde Belgrado por el régimen serbio de Slobodan Milosevic, se lanzaron a una campaña de exterminio o "limpieza étnica".
A mediados de 1995, los serbios habían llegado a controlar 70 por ciento del territorio de la actual Bosnia-Herzegovina.
Las atrocidades contra los bosnios musulmanes tuvieron una amplia cobertura en la prensa internacional, pero también se utilizaron localmente con fines propagandísticos.
Ninguna autoridad de Bosnia-Herzegovina hizo comentarios acerca de las nuevas cifras del CDI.
Vojin Dimitrijevic, un profesor de derecho internacional de Belgrado, sostuvo que "era habitual que las distintas partes del conflicto de la ex Yugoslavia exageraran los números de las víctimas".
Dimitrijevic dijo a IPS que "esto tenía por objetivo probar quiénes eran los que estaban sufriendo más y quiénes debían ser castigados como culpables de crímenes extremos".
La manipulación de números "también perseguía la justificación del derecho a la revancha de la parte que sufría más", dijo.
"Lo que la historia necesita son los hechos. Los números no deben usarse como pretexto para la venganza, ni para hacer demandas judiciales por los daños sufridos, ni con fines propagandísticos", agregó.
La cantidad de 200.000 víctimas es la base para la demanda del gobierno de Bosnia-Herzegovina contra la actual Serbia y Montenegro ante la Corte Internacional de Justicia en La Haya, Holanda, cuyas audiencias comenzarán en febrero de 2006.
"El problema principal del abuso en el manejo de los números es producto de que desde que finalizó la guerra no se realizó ningún censo simultáneo coordinado por todas las naciones involucradas", dijo a IPS el director de Strategic Marketing (Mercadeo Estratégico), Srdjan Bogosavljevic.
"Esto crea un terreno favorable para la especulación", sostuvo.
El último censo en la ex Yugoslavia se realizó en 1991, un año antes del comienzo del conflicto, dijo Bogosavljevic, quien entonces dirigía la Oficina Federal de Estadísticas.
En Serbia y en Croacia los primeros censos de posguerra fueron llevados a cabo en 2002, aunque debieron hacerse en 2001.
Ni Bosnia-Herzegovina ni Kosovo (la meridional provincia serbia autónoma en el que reside una mayoría de albaneses musulmanes) han efectuado censos desde finalizadas las guerras de los Balcanes, en 1999.
Natasa Kandic, directora del Centro de Derecho Humanitario de Belgrado, una prominente institución independiente, cree que las investigaciones en curso son de invalorable importancia.
"Hasta que no se establezca un número fidedigno de víctimas, no habrá ninguna posibilidad de que los habitantes de esta región puedan volver a vivir como buenos vecinos", dijo a IPS.
"Sólo entonces habremos tocado fondo y podremos disponernos a salir del pozo, porque al fin y al cabo, compartimos la región, lo mismo que una herencia y un futuro comunes", concluyó.