Estados Unidos se quedó mirando desde afuera la primera Cumbre de Asia oriental, a la que asistieron los 10 países de la Asean, seis potencias regionales y Rusia en carácter de observadora.
Los jefes de gobierno calificaron la reunión de tres horas como el amanecer de una nueva era, pero observadores advirtieron que, dadas las grandes diferencias entre las naciones del grupo, con el tiempo será vista como otro juego de retórica vacía.
A la cumbre asistieron los países de la Asean (Asociación de Países del Sudeste Asiático, integrada por Birmania, Brunei, Camboya, Filipinas, Indonesia, Laos, Malasia, Singapur, Tailandia y Vietnam), Australia, China, Corea del Sur, India, Japón y Nueva Zelanda.
Los 16 países suman un producto de 8,3 billones de dólares y concentran un quinto del comercio mundial.
"La Cumbre de Asia Oriental fue un total éxito", dijo el anfitrión, el primer ministro malasio Abdullah Badawi. "Déjenme repetirlo: la cumbre fue un gran éxito."
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"Hubo un alto grado de aceptación de que formamos una comunidad con un interés común en la paz, la estabilidad y la prosperidad", añadió.
Pero hay preguntas clave que quedaron flotando luego de la cumbre: qué es exactamente esta comunidad, hacia dónde se dirige y cómo puede involucrar a una región tan diversa y vasta en la que, además, se encuentran los dos países más poblados del mundo, China e India.
De manera significativa, la cumbre sesionó casi como un apéndice de la 11 reunión de jefes de gobierno de la Asean, una alianza más compacta y abarcadora, que concluyó el martes.
La cumbre de Asia Oriental, que duró medio día, vio las agendas de pequeñas naciones como Malasia y Vietnam chocando con potencias emergentes como China e India, y los esfuerzos de potencias establecidas, como Australia, Corea del Sur y Japón, para interceder en nombre del ausente Estados Unidos.
Fue el ex primer ministro malasio Mahathir Mohamad quien pergeñó, ya en 1991, la idea de un alianza de Asia oriental. Pero la semana pasada echó agua fría sobre la cumbre, al afirmar que la inclusión de Australia y Nueva Zelandia era geográficamente impropia pues esos países, en realidad, no eran asiáticos.
De todos modos, no mostró objeciones en que Rusia participara como observador.
Estados Unidos se negó a participar con su reticencia a firmar con la Asean un tratado de amistad por el cual renunciaría al uso de la fuerza en la región. Australia y Rusia firmaron el tratado, y fueron invitadas.
En la cumbre emergieron las diferencias sin resolver entre China y Japón, que se remontan a la segunda guerra mundial (1939-1945). China y Corea del Sur cancelaron sus reuniones bilaterales con Japón, mostrando que persisten profundas discrepancias detrás de las públicas sonrisas.
También fue objeto de crítica la participación de Australia, considerada el "sheriff de Estados Unidos" por su participación en la invasión a Iraq y en la "guerra contra el terrorismo".
Pero, a pesar de todos los desencuentros, la mayoría de los observadores coincidieron en que fue un buen paso para abrir un camino hacia una alianza más ambiciosa en Asia oriental.
"El mero hecho de que todos los líderes invitados asistieran y de que discutieran y acordaran algunos puntos es, en sí mismo, un éxito", dijo a IPS el cientista político Murugesu Pathmanaban. "Es el primer paso hacia grandes cosas en el futuro, a su debido tiempo."
"Hemos establecido la Cumbre de Asia Oriental como foro para el diálogo sobre asuntos amplios estratégicos, políticos y económicos de interés y preocupación común, con la intención de promover la paz, la estabilidad y la prosperidad en la región", reza la declaración final.
Esta instancia se repetirá cada año, en oportunidad de las cumbres de la Asean. La segunda se celebrará en diciembre de 2006, en Filipinas.
Sus impulsores quieren echar los cimientos para una alianza económica y política que rivalice en el futuro con las de América del Norte y Europa, lo cual no constituye una meta poco realista, dado que, para 2050, tres de las principales economías del mundo serán asiáticas, según pronostican los expertos.
Pero la gran diversidad entre los países de esta vasta región juega contra la integración.
El tamaño es un gran factor de división. China tiene 1.300 millones de habitantes, y Singapur, cuatro millones. Tampoco tienen punto de comparación la minúscula monarquía absoluta de Brunei (350.000 habitantes), con India, la mayor democracia del mundo (1.000 millones).
La riqueza también marca diferencias. El producto nacional bruto anual por habitante de Japón es de 37.000 dólares, y el de Camboya, 320. La democracia india o la japonesa contrastan con las flagrantes violaciones de derechos humanos de Birmania.
Millones de indonesios viven con menos de un dólar diario, mientras la mayoría de la población de Japón, Malasia y Singapur tiene niveles de consumo muchísimo mayores.
Culturalmente, Asia oriental es un mosaico de religiones, sistemas de valores e ideologías políticas. Pero también hay intereses comunes.
Esta primera cumbre inauguró una nueva y holgada estructura para impulsar la cooperación regional en materia de comercio, seguridad (en la lucha contra la piratería y el terrorismo) y salud (en la prevención de la gripe del pollo y otras enfermedades emergentes).
Los líderes reconocieron que sus países se encuentran en etapas de desarrollo muy disímiles, y que los intereses nacionales importan. "El desafío es no forjar este foro emergente para servir a los intereses de largo plazo de los participantes", dijo el primer ministro de Singapur, Lee Hsien Loong.
"No siempre se logran pirotecnias espectaculares, grandes decisiones y grandes cambios políticos. Pero paso a paso, cada vez que nos reunamos, se cultiva el suelo, se lo mantiene fértil, manteniendo relaciones y atendiendo problemas antes de que surjan o antes de que se agraven", dijo Lee a la prensa.
Para asegurarse de que los países más pequeños saquen lo mejor de la Cumbre de Asia Oriental, se acordó que la Asean conduzca el proceso, a pesar de la participación de potencias como China e India.
"La declaración final simboliza que la cooperación en Asia oriental ingresa en una nueva etapa", dijo el primer ministro chino Wen Jiabao.
Los jefes de gobierno también indicaron en la declaración que el nuevo grupo será "un foro abierto, inclusivo, transparente y volcado hacia el exterior", y que no aceptará el dominio de ninguna otra potencia.
Pero algunos observadores pronosticaron que Asean podría perder la conducción del proceso, pues resulta inevitable que entre a jugar la influencia de las grandes potencias. "China, India y Japón cada vez dejan más huellas en toda la región, y también en todo el mundo", dijo un experto.
Japón procura asegurarse de que China no domine la emergente comunidad de Asia oriental. Rusia, que se levanta luego de años de depresión, golpea a las puertas de esta región para pedir una ubicación en la primera fila.
India pretende un rol más fuerte en la comunidad económica asiática. Indonesia, con una población de 200 millones de habitantes, es un gigante en la incubadora, marginado en la cumbre por la dimensión de sus vecinos pero con posibilidades de convertirse en una minipotencia.
"Todos acordamos que la comunidad de Asia oriental será una realidad en el futuro", dijo Abdullah. "Los líderes tenemos intereses y conocimientos comunes, y debemos desarrollarlos."