AMÉRICA CENTRAL: Stan golpeó a los pobres, pero no al PIB

Aunque el golpe que infligió la tormenta tropical Stan a los pobres de El Salvador y Guatemala fue severo, las principales variables macroeconómicas de esos países apenas exhiben magulladuras.

A un mes del paso del huracán, los gobiernos pueden respirar tranquilos. Su crecimiento económico, la inflación anual de sus países, el equilibrio fiscal y los niveles de deuda externa están relativamente a salvo.

Pero otra es la historia para las personas afectadas, cuyo futuro inmediato augura más pobreza, así como para el medio ambiente, que soportó daños gigantescos que podrían tardar décadas en resarcirse, según evaluaciones de una treintena de expertos coordinados por Naciones Unidas.

Los efectos de Stan, que cruzó el istmo centroamericano y el sur de México en los primeros días de octubre, fueron analizados con lupa por un equipo liderado por la Comisión Económica para América Latina (Cepal) en los casos de Guatemala y el Salvador. Entre el 26 de octubre y el 8 de noviembre, más de 30 expertos trabajaron en el análisis.

Una de las conclusiones centrales del estudio fue que el impacto de Stan será relativamente pequeño en el ámbito macroeconómico, pero variará de severo a grave entre las comunidades afectadas, dijo a Tierramérica Ricardo Zapata, uno de los expertos que lideró la investigación.

"¿Por qué esa diferencia? Es que los afectados, que son los más pobres, aportan muy poco a las economías de sus países", explicó Zapata.

El crecimiento del producto interno bruto (PIB) de Guatemala, donde las lluvias torrenciales, inundaciones y deslaves causados por Stan aplastaron bajo lodo a zonas rurales, matando a casi 700 personas, apenas caerá este año de 3,2 a 3 o 3,1 por ciento.

En el caso de El Salvador, donde murieron 69 personas, el PIB bajará de alrededor de 2,5 a un 2,2 por ciento.

En ambos países centroamericanos, las pérdidas económicas directas provocadas por la tormenta se valuaron en 1.331 millones de dólares, llevando la peor parte Guatemala con 976 millones.

Organizaciones no gubernamentales, que se volcaron a ayudar a los damnificados por Stan, sostienen que lo sucedido en El Salvador y Guatemala tuvo dimensiones de catástrofe entre los pobres, a quienes tomará varios años regresar a sus anteriores niveles de desarrollo.

"Persiste el peligro de hambrunas y la situación sigue grave, pero la economía macro no tiene problemas, lo que confirma que en nuestros países hay un estilo de desarrollo injusto y sin equidad", dijo a Tierramérica Eduardo de León, director de la Fundación Rigoberta Menchú en Guatemala.

Sobre el caso guatemalteco, la Cepal señala que "más allá del monto económico de los daños y pérdidas, el efecto de Stan es sobre todo en el ámbito social, con consecuencias difíciles de cuantificar en el tejido social, en las redes comunitarias, y efectos diferenciadas entre hombres y mujeres y respecto de los diversos grupos étnicos y culturales".

Para El Salvador apunta algo parecido: "El impacto social, el mayor en términos cuantitativos, tiene a su vez un impacto cualitativo sobre los distintos grupos poblacionales, en particular los más vulnerables: la población rural, las mujeres campesinas y pequeños comerciantes, en cuya economía 'de patio' el daño y las pérdidas son poco visibles".

La agencia internacional añade que se frenarán las mejoras en los índices de desarrollo humano y elevará la dependencia de las remesas, que los inmigrantes envían especialmente desde Estados Unidos.

En materia ambiental, advierte que se registraron severos daños, con pérdidas de tierra cultivable, que se añadieron a los ya existentes. Y advierte que Stan y otros fenómenos naturales similares serían menos dañinos si se protegieran y aprovecharan de mejor manera los bosques y las cubiertas vegetales.

Pero en las finanzas macroeconómicas de los gobiernos, tema que tanto preocupa a sus acreedores y a organismos financieros internacionales, hay relativa tranquilidad.

Zapata señaló que las autoridades de esos países prefieren no contratar nuevos préstamos ni alterar sus equilibrios fiscales para atender el golpe social infringido por Stan.

El experto prevé que los programas sociales oficiales que ya estaban en marcha se volcarán hacia las comunidades afectadas. "Lo que sucede es que se dejará de ayudar a unos para atender a otros", expresó.

En América Central viven 43,2 millones de personas, y más de la mitad es pobre. Los peores grados de desarrollo social corresponden a El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua, países en los que la población que vive bajo la línea de pobreza, medida por la imposibilidad de satisfacer necesidades básicas, fluctúa entre 30 y 60 por ciento del total.

Aún antes de evaluar el impacto de Stan, la Cepal advirtió que es improbable que varios de los países centroamericanos cumplan la proyectada reducción de la pobreza extrema, en los plazos previstos dentro de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, acordados en septiembre de 2000 por Naciones Unidas.

El primer objetivo relacionado a la erradicación de la pobreza extrema y el hambre, se propone reducir a la mitad, entre 1990 y 2015, el porcentaje de personas cuyos ingresos sean inferiores a un dólar por día y que padezcan hambre.

Aunque en América Central el PIB ha crecido desde fines de los años 90 en porcentajes que fluctuaron entre 4,5 por ciento en 1999 y 3,8 en 2004, ese ritmo no se tradujo en una baja significativa de la pobreza y en mejoras en materia de empleo y educación.

"En nuestros países lo que importa es la macroeconomía, y no la microeconomía que es la que verdaderamente nos puede sacar de la pobreza", opinó el director de la Fundación Menchú.

* El autor es corresponsal de IPS. Publicado originalmente el 3 de diciembre por la red latinoamericana de Tierramérica. (

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