El municipio de Harbin, capital de la nororiental provincia china de Heilongjiang, aprendió por las malas que la seguridad acuífera no es un asunto que se arregle por sí solo.
Un vertido de productos químicos determinó el cierre del suministro de agua en esta ciudad de 3,8 millones de habitantes entre el 24 y el 30 de noviembre. Las autoridades debieron también afrontar el desafío de la transparencia administrativa.
El desastre ya llevó a la renuncia de un funcionario de nivel ministerial en Beijing, el director de la Administración de Protección Ambiental del Estado, Xie Zhenhua, el 2 de diciembre.
La crisis tuvo origen en una explosión en una planta química de la Compañía Petroquímica Jilin —subsidiaria de la Corporación Nacional de Petróleo de China—, el 13 de noviembre. en la ciudad industrial de Jilin, 260 kilómetros al sudeste de Harbin.
Unas 100 toneladas de sustancias tóxicas, entre ellas benceno, se derramaron entonces en el río Songhua, principal fuente de agua corriente de Harbin que luego sigue su curso de 1.850 kilómetros hacia Rusia.
El lugar donde se registró la explosión se encuentra a unos pocos cientos de metros de la rivera. El derrame dejó una mancha de 80 metros de largo en el río.
Activistas y expertos urgen al gobierno a aprender las lecciones de la catástrofe y a manejar en el futuro las crisis ambientales de manera más abierta y transparente.
Aunque las dos ciudades comparten las aguas del mismo río, el gobierno provincial de Heilongjiang no fue informado por la municipalidad de Jilin del accidente hasta cinco días después del estallido, anotó Hu Shuli, directora del boletín económico Caijing el 28 de noviembre.
"Otras oficinas del gobierno responsables, como los ministerios de Agua y de Infraestructura, no se involucraron hasta el 22 de noviembre", agregó.
El gobierno de Rusia, país con el que Heilongjiang comparte una frontera de 3.002 kilómetros, tampoco supo nada hasta esa fecha, según el informe de Hu para Caijing, tiutlado "Los asuntos ambientales son asuntos de importancia total".
Se trató de un accidente en que resultó seriamente contaminado un río importante no sólo para dos provincias chinas sino también para el lejano oriente de Rusia. Aun así, era considerado inicialmente como un problema local, observó la periodista.
"Para diluir las sustancias venenosas en el río, es necesario descargar agua de reservorios en el curso alto, lo cual requiere de coordinación con las autoridades del valle de Songhua-Liaohe a través del Ministerio de Agua", dijo Hu.
"Cuando el sistema urbano de suministro está bajo amenaza, se necesita que el Ministerio de Infraestructura garantice la seguridad y el manejo de aguas", consideró.
"Pero, nueve días después del estallido, los dos departamentos del gobierno central a cargo de estos asuntos no estaban informado sobre la contaminación y se mantuvieron la margen, lo cual fue, realmente, una lástima", agregó la periodista.
Aunque la propia ciudad era víctima de la contaminación descargada río arriba, el gobierno municipal de Harbin no informó a su población todo lo que sabía. El 21 de noviembre notificó que cerraría el suministro de agua cuatro días "debido a reparaciones necesarias de la red".
"Una excusa iba de tal modo contra el sentido común que cundió la desconfianza y el pánico entre los ciudadanos", remarcó Hu. "Sólo reinó la calma cuando el gobierno municipal dijo la verdad ese mismo día."
El gobierno debe aprender, a la luz de los acontecimientos, que debe "tener coraje para afrontar las crisis con un manejo transparente y abierto", pues lo peor que puede hacer es "tratar un gran accidente como si se tratara de una nimiedad".
"Una cuestión de importancia global, como el síndrome respiratorio agudo severo o la gripe del pollo no pueden ser disfrazadas de cosa menor", sostuvo la periodista.
Como lo demostró la explosión y la contaminación resultante, la planta química en Jilin no contaba con un esquema eficiente para emergencias, sostuvo un ciudadano que se identificó como Shuijianzai en el sitio http://www.xyz/org.
"Los bomberos usaron agua para apagar el fuego, pero las autoridades locales no sabían qué hacer con ella después, por lo que las toxinas fluyeron al río sin tratamiento alguno", afirmó.
Otra lección a aprender es que una ciudad debe tener más de una fuente de agua, dijo Liu Zhiqi, secretario general de la Asociación de Suministro de Agua del Ministerio de Infraestructura.
Si Harbin hubiera contado con una fuente alternativa, la población no habría sentido se durante tanto tiempo, sostuvo.
Durante el pánico inicial, los habitantes de la ciudad compraron 16.000 toneladas de agua mineral y purificada, el equivalente al consumo de 100 días, según el gobierno de Harbin.
La ciudad perforó 55 pozos para extraer 40.000 toneladas diarias de agua.
Pero la mayoría de las grandes ciudades chinas no tienen fuentes alternativas, dijo Liu. "En una crisis como esta, el suministro se vuelve frágil y puede dejar a una ciudad en una situación desvalida", agregó.
(*) Este informe fue escrito para Asia Water Wire.