Promover marcas de cerveza en locales nocturnos de Camboya es un trabajo femenino riesgoso. Con magros salarios, las mujeres se ven empujadas a la prostitución y a contraer enfermedades como el sida.
Los debates de la Tercera Conferencia Asia-Pacífico sobre Salud Reproductiva y Sexual, que se realizó desde el 18 hasta el 21 de este mes en Kuala Lumpur, estaban a un mundo de distancia del ambiente diario de Channa y Sophea, signado por música ruidosa, la charla de los clientes y los avances indeseados en el restaurante de Camboya donde trabajan como promotoras de cerveza.
Vestidas con faldas cortas, su tarea consiste en convencer a los clientes del restaurante de consumir determinada marca de cerveza. Pero ganarse la vida no es fácil, porque la mayoría cobran según la cantidad de bebidas que venden.
Su trabajo las ubica en lo que los activistas llaman un entorno de riesgo.
En la conferencia, Channa admitió que a veces aceptaba dinero de clientes varones a cambio de servicios sexuales porque necesitaba mejorar sus escasos ingresos, de unos 55 dólares mensuales.
"Este trabajo me hizo perder la dignidad, porque la mayoría de los clientes abusan de mí", dijo esta madre de dos hijos, en un debate que fue parte de la conferencia.
"Mis colegas y yo tenemos que soportar todas estas agresiones, o no tenemos dinero para alimentar a nuestras familias. Mi madre es demasiado anciana y yo tengo soy responsable de mi hermano, que todavía es joven", dijo Channa con la voz quebrada.
Las dos trabajadoras forman parte del "trabajo sexual indirecto", propiciado por el ambiente laboral y por las presiones económicas, y por ser sexo comercial en restaurantes o bares de karaoke, en lugar de sitios como burdeles.
Las promotoras de cerveza, con edades de entre 15 y 39 años, corren peligro de contraer enfermedades de transmisión sexual, como el VIH (virus de inmunodeficiencia humana, causante del sida). Camboya tiene una prevalencia de VIH de 2,6 por ciento entre las mujeres de 15 a 49 años.
Sophea, quien lleva nueve años como promotora de cerveza, y gana 58 dólares por mes, dijo ella y sus compañeras estaban por su cuenta.
Cuando el acoso y el abuso —incluyendo obscenidades y manoseos sexuales— ocurren en bares y restaurantes, las mujeres no pueden pedir ayuda a sus jefes. "El jefe no interviene para ayudar a las promotoras porque no quiere perder clientes. Si nos quejamos mucho del comportamiento del cliente o de su acoso, éste no consumirá nuestra cerveza", explicó..
Se estima que hay unas 4.000 mujeres que se dedican a promocionar cervezas, mayormente para marcas internacionales, y verlas vendiendo y sirviendo esas bebidas se ha vuelto algo común en Camboya.
También son cada vez más comunes las historias de una buena cantidad de ellas contrayendo el sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida), según activistas que trabajan a favor de la salud reproductiva. De acuerdo a una investigación nacional realizada en 1998, cada año 20 por ciento de promotoras se contagian el virus.
Srilakshmi Ganapathi, de la Universidad Nacional de Singapur, que llevó a cabo una investigación sobre las vendedoras de cerveza en la noroccidental provincia camboyana de Siem Reap —un popular destino turístico por su cercanía del templo de Angkor Wat—, agregó que estas mujeres trabajaban 27 días al mes.
Pero el dinero que obtienen es poco, comparado con el ingreso que proporciona cada una a las compañías para las que trabajan, estimado en 2.000 dólares por mes.
"Las mujeres que venden cerveza tienen que hacer frente a riesgos de salud", explicó Ganapathi. "Tienen que consumir cantidades insalubres de alcohol en el trabajo, alrededor de 1,23 litros por noche".
"Para cumplir con las obligaciones económicas de la familia, algunas aceptan propuestas para intercambiar sexo por dinero luego de trabajar, por parte de clientes con quienes a menudo son obligadas a beber", añadió Ganapathi. "Esto reduce el uso de condones y aumenta los riesgos de (contraer) el sida y otros males".
Las promotoras de cerveza con VIH/sida también tienen más riesgos de muerte prematura, porque sus empleadores —las empresas cerveceras— no prestan mucha atención a su salud ni les proporcionan cobertura médica. Tampoco pueden acceder fácilmente a fármacos antirretrovirales, empleados en el tratamiento de esta enfermedad.
"Estas empresas tratan de evitar sus responsabilidades con relación a la salud y los salarios de las chicas de la cerveza", dijo Ian Lubek, de la canadiense Universidad de Guelph, que investigó el problema en Siem Reap.
"Como la paga por trabajos de tiempo parcial no existe en el derecho laboral camboyano, estas empresas (de cerveza) occidentales consideran a las promotoras como parte de la publicidad de su producto, pero no empleadas", afirmó Lubek. "Así que ellas no pueden obtener ningún seguro de salud cubierto por la compañía", explicó.
Lubek sostuvo la necesidad de presionar a las cerveceras extranjeras para que se conviertan en empleadoras más responsables.
Empresas como Heineken ya respondieron a la presión haciendo que sus promotoras vistan uniformes menos reveladores. Los informes señalan que la firma acordó llevar a las promotoras de regreso a sus hogares por las noches.
Organizaciones de voluntarios, como Care International, esperan que más marcas hagan lo mismo y que el sector privado trabaje para elaborar un código de conducta que abarque a toda la cadena industrial, incluyendo a promotoras y propietarios de comercios donde se vende cerveza.
Informes de prensa indicaron que cuatro empresas cerveceras realizaron esfuerzos por mejorar las condiciones laborales, llevando a cabo programas de entrenamiento con hincapié en la responsabilidad a la hora de beber y en mecanismos para lidiar con clientes agresivos.
"Tenemos que hacer algo contra las compañías que no respetan los derechos de las mujeres que venden la cerveza, para que cumplan las leyes laborales y comerciales", agregó Lubek.
Algunas trabajadoras y activistas también cuestionan cada vez más la utilización de términos como "promotoras de cerveza" y "trabajo sexual indirecto", porque conllevan el estigma de la prostitución.