Sustituir los tabacales por alternativas que aseguren ingresos a más de 200.000 familias agricultoras es el desafío de Brasil, luego de ratificar el Convenio Marco de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para el Control del Tabaco.
El país está repitiendo "un error cometido hace 117 años, cuando abolió la esclavitud abandonando a los negros a su propia suerte, sin abrirles posibilidad de auto-subsistencia e integración a la sociedad", dijo a IPS el secretario de la Asociación de Tabacaleros de Brasil (Afubra por sus siglas en portugués), Romeu Schneider.
Ese temor estuvo detrás de la hesitación del Senado brasileño en ratificar el Convenio Marco, contrastando con la actitud de la Cámara de Diputados, que lo aprobó en mayo de 2004, y con el liderazgo que ejerció Brasil al impulsar el acuerdo mundial de combate al tabaquismo, adoptado por la OMS en mayo de 2003.
Un compromiso del gobierno de que se pondría en marcha un programa de diversificación productiva en áreas tabacaleras, firmado por seis ministros, neutralizó la resistencia del Senado, que ratificó finalmente el documento internacional el jueves 27 de octubre. Brasil tiene hasta el día 7 de este mes para depositar los instrumentos ratificatorios ante la OMS.
Como mayor exportador mundial de tabaco, este país sufrirá de cualquier forma los efectos de una reducción mundial de la demanda del producto por efecto de la puesta en práctica del Convenio, argumentó el ministro de Desarrollo Agrario, Miguel Rossetto.
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El Convenio acentuará la caída del consumo de tabaco, ya que los países adherentes se comprometen a adoptar medidas con tal fin, como elevar los precios y los tributos, prohibir la publicidad e impedir que se fume en locales cerrados, combatir el contrabando de cigarrillos y tratar a los adictos a esta droga.
Brasil ya adoptó varias de las medidas recomendadas, como eliminar la publicidad. El programa de diversificación agrícola asegurará crédito subsidiado a quienes sustituyan sus tabacales, además de tecnologías y condiciones para comercializar el nuevo producto con valor agregado, prometieron los ministros.
Schneider duda de esa reconversión debido a "la historia de promesas incumplidas" por el gobierno y especialmente porque "no hay buenas alternativas". Ningún otro cultivo se acerca a los ingresos que brinda el tabaco a los pequeños agricultores, arguyó.
Para compensar los ingresos de una hectárea sembrada de tabaco son necesarias seis hectáreas de maíz, según la Afubra. La desventaja sería similar respecto de otros cultivos adecuados a una agricultura de pequeña propiedad y trabajo familiar como la tabacalera.
La Afubra estima que hay en Brasil 236.000 familias cultivando tabaco, de las cuales 198.000 están concentradas en tres estados meridionales, Rio Grande do Sul, Santa Catarina y Paraná, y el resto en Bahía y en otros dos estados del Nordeste.
La asociación estima que 2,4 millones de personas están vinculadas a la economía del tabaco, incluyendo 906.000 trabajadores rurales, 40.000 de la industria de cigarrillos y el resto en empleos indirectos creados incluso en el comercio.
El fin o la rápida declinación de los tabacales tendría un impacto social dramático, ya que difícilmente el gobierno pueda "garantizar mercado y precios compensadores" para productos alternativos, observó Schneider.
Las familias que se dedican a esa actividad lo hacen "generación tras generación, acumulando infraestructura y conocimientos, y no pueden cambiar de una hora para otra", sostuvo.
Además, nuevas restricciones, como el aumento de tributos, solo incrementarán el contrabando desde Paraguay, que ya abastece a "un tercio del consumo brasileño de cigarrillos", dijo Schneider.
Una evaluación distinta hace José Silva, miembro de la Cámara Sectorial de la Cadena Productiva del Tabaco, como coordinador del Sindicato de Trabajadores en la Agricultura Familiar (Sintraf) de Presidente Getulio, en el estado de Santa Catarina.
"Somos favorables al Convenio", considerando los daños a la salud que provoca el tabaco, el sistema de explotación de los trabajadores tabacaleros y los problemas ambientales, resumió. Además del uso intenso de agrotóxicos, gran parte de los agricultores usan leña de bosques nativos para secar las hojas de tabaco, acotó.
Schneider replicó que agricultura del tabaco, al ofrecer gran rentabilidad en una pequeña área, evita la deforestación causada por los cultivos que exigen mayor extensión de tierras, como la soja.
No se pueden basar decisiones como ésta solo sobre los ingresos que ofrece el cultivo, sin tomar en cuenta todos los costos del tabaco, acotó Silva.
La OMS señala que el tabaquismo, que padecen 1.200 millones de personas en el mundo, es la principal causa de mortalidad evitable. Sus efectos provocan 4,9 millones de muertes al año, y podrían morir 10 millones en 2030 si no se modifica drásticamente la tendencia del consumo.
En Brasil, país de más de 184 millones de habitantes, mueren unas 200.000 personas por año debido al hábito de fumar, según la Organización Panamericana de Salud.
Silva cree en la posibilidad de la reconversión productiva de las áreas tabacaleras, en un "proceso de transición de por lo menos diez años". Pero el éxito del programa exige que el gobierno cumpla su promesa de destinar recursos para financiar cultivos alternativos y de promover un efectivo desarrollo rural.
La pequeña ganadería, la fruticultura o la caña de azúcar, con una elaboración agroindustrial que les agregue valor, la producción hortícola y el turismo rural son algunas alternativas posibles y prometedoras, evaluó el dirigente sindical.