La prevalencia del virus de inmunodeficiencia humana (VIH) continúa al alza en América Latina y el Caribe, aunque se redujo en zonas urbanas de Haití y en pequeñas islas vecinas. La razón central del avance del mal es la falta de adecuadas políticas de prevención.
Las buenas y malas nuevas sobre la enfermedad en América Latina y el Caribe y el mundo pertenecen al informe "Situación de la Epidemia de Sida 2005", elaborado por la Organización Mundial de la Salud y el Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre VIH/Sida (Onusida), presentado este lunes en Buenos Aires para los países de habla hispana.
Laurent Zessler, coordinador de Onusida para Argentina, Chile, Paraguay y Uruguay, sostuvo que la prevención es clave para frenar la expansión de la pandemia y consideró, en este sentido, que los estados y los organismos de la sociedad civil "no están brindando la solución adecuada".
El informe indica que la cantidad de personas portadoras de VIH, causante del sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida) en la región pasó de 1,6 millones a 1,8 millones entre 2003 y 2005. También se señala que 66.000 personas murieron el último año por este mal y que hay 200.000 infectados nuevos en lo que va de este año.
"No vemos que se esté dando la respuesta excepcional que este problema requiere", advirtió Zessler, y apuntó a la gran cantidad de adolescentes latinoamericanos sin acceso a información sobre cómo prevenir la enfermedad ni tampoco a preservativos para eludir el contagio.
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Los mayores contribuyentes a la epidemia en América latina son tres países grandes: Brasil, Argentina y Colombia.
Sólo Brasil, con 184 millones de habitantes, tiene un tercio de los infectados de la región. El contagio se da principalmente por relaciones sexuales sin protección, un comportamiento que es pasible de modificar mediante campañas, según los expertos.
No obstante, es en los pequeños países de América Central y del Caribe donde se registran los mayores porcentajes de afectados. En Belice, Guatemala y Honduras, entre uno y dos por ciento de los adultos está infectado, un porcentaje elevado aún respecto del promedio de 0,6 por ciento regional, destacó Zessler.
Dentro de este panorama general negativo, el coordinador de Onusida celebró que la tasa de la pandemia haya bajado en países pobres de África como Zimbawe, Burkina Faso y Kenia, y también en Haití, el de menor desarrollo de América Latina y el Caribe, al igual que en Barbados, Bahamas, Bermuda, República Dominicana y en partes de Cuba.
A pesar de la pobreza y la marcada inestabilidad política en Haití, entre 1993 y 2004 la prevalencia de VIH cayó de 9 a 3,7 por ciento en mujeres de zonas urbanas de Haití. Esa tendencia también se observó en zonas rurales, aunque en menor proporción.
"El gobierno y la sociedad civil mejoraron sus respuestas en Haití, apuntando a un cambio en el comportamiento sexual", indicó Zessler a IPS.
Según el estudio, presentado en preparación del Día Mundial del Sida que se celebra el 1 de diciembre, una mayor proporción de adultos de ese país se abstiene hoy de tener relaciones sexuales (de 7 a 11 por ciento en 10 años), y hay además un mayor porcentaje de personas con una sola pareja (el índice pasó de 37 a 45 por ciento entre los hombres y de 20 a 32 por ciento entre las mujeres).
En cambio, queda trabajo aún para retrasar el primer contacto sexual y extender el uso de preservativos. Los jóvenes en Haití se inician sexualmente un año y ocho meses antes que hace seis años. Junto a ello, también disminuyó el uso de preservativos en la franja etaria de 15 a 24 años.
En diálogo con IPS, José Maria Di Bello, coordinador del Programa VIH/Sida de la Cruz Roja Argentina, consideró que es difícil adaptar la receta aplicada en Haití para bajar los índices de la epidemia en toda la región, principalmente por razones culturales, más que de presupuesto.
"Creemos que es imposible recomendar la abstinencia y la fidelidad en América latina porque eso implica un sesgo ideológico que la mayoría de la sociedad rechazaría", opinó Di Bello. En cambio, sí consideró muy importante centrar todas las campañas en el uso del preservativo.
El activista sostuvo que en varios países de la región se debe batallar también contra el machismo. "En nuestras sociedades, el VIH/sida es una epidemia que avanza rápidamente sobre las mujeres, y esto se debe a que muchas de ellas no se animan a negociar el uso del preservativo", remarcó.
Esta tendencia a la feminización de la epidemia en la región también fue señalada como "alarmante" por Silvia Rucks, presidenta del Grupo Interagencial del Sistema de Naciones Unidas sobre el VIH/Sida en Argentina. En Honduras, por ejemplo, esta enfermedad es la principal causa de muerte de mujeres.
La doctora Lorena Di Giano, representante de la Red Argentina de Personas Viviendo con VIH/sida, instó a llevar el tema de la educación sexual y la prevención a las escuelas mediante una campaña "constante".. "Si no informamos a niños y adolescentes estamos violentando sus derechos", desafió.
Di Giano advirtió que en Argentina, Brasil, Chile, Cuba, México, Uruguay y Venezuela, la cobertura de tratamientos para los infectados están más extendidas que en otros países de la región. No obstante, hasta ahora no está garantizado el acceso de todos los pacientes a las drogas requeridas para la terapia.
Sobre este punto, alertó que en las capitales y grandes ciudades el acceso es mejor que en localidades más pequeñas o en pueblos donde "la gente también se contagia", dijo. Sin embargo, las autoridades comunales o provinciales no hacen nada para prevenir ni para asistir a los infectados.
Esta especialista planteó la necesidad de "sensibilizar a los empresarios". La activista sostuvo que ya no es por temor al contagio que se discrimina a las personas con VIH sino por "una forma solapada de discriminación", dijo, como es el temor de que los tratamientos resten productividad a la empresa.