JAPÓN-EEUU: Juntos contra Corea del Norte

De visita en Japón, el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, destacó la importancia de una alianza entre estos dos países para contrarrestar la amenaza para la seguridad que representa Corea del Norte.

Bush también se comprometió a apoyar los esfuerzos de Tokio por resolver el caso de los ciudadanos japoneses secuestrados por Pyongyang en los años 70 y 80 con el fin de que entrenaran a espías norcoreanos.

En una conferencia de prensa que realizó en Kyoto junto con el primer ministro Junichiro Koizumi, Bush aseguró que Estados Unidos continuaba apoyando la candidatura de Japón a un escaño permanente en el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

"Muchos japoneses no apoyan la guerra en Iraq ni a Bush, pero también están preocupados por la amenaza de las armas nucleares de Corea del Norte", explicó el profesor Koichi Ishimaya, experto estadounidense que enseña relaciones internacionales en la Universidad Shoin.

"El pensamiento básico es que Japón tiene que trabajar de cerca con Estados Unidos", resumió Ishimaya.

El estancamiento en la última ronda de conversaciones bilaterales con Corea del Norte, a principios de este mes, se sumó a la crisis en Japón, con las familias de los secuestrados exigiendo más presión sobre Pyongyang, incluyendo sanciones económicas, para forzar un acuerdo.

La cumbre del miércoles fue importante para Koizumi, quien se inclinó ante Bush al apoyar la campaña estadounidense contra el terrorismo enviando a las Fuerzas de Defensa japonesas a Iraq y extendiendo luego esa controvertida presencia hasta el año próximo.

Koizumi es consciente de sus dificultades para ganar apoyo público al despliegue de las Fuerzas de Defensa, así como para nuevos vínculos de naturaleza militar con Estados Unidos, que incluyen la expansión de las bases militares del país latinoamericano en el archipiélago.

"El gobierno usa el secuestro de japoneses por parte de Corea del Norte y las crecientes fricciones con China para presentar al público un panorama calamitoso", dijo el abogado Muneyuki Uno, a cargo de demandas contra la polución sonora desde la base militar estadounidense de Camp Zama, en la central prefectura de Kanagawa.

"Pero nosotros creemos que Japón está actuando como un títere, siguiendo las órdenes estadounidenses que plantean un riesgo a nuestra seguridad", agregó Uno.

Bajo la nueva alianza, Camp Zama se convertirá en una de las bases estadounidenses más grandes del mundo, estacionada junto a las Fuerzas de Defensa de Japón y con brigadas del ejército, la armada y la fuerza aérea.

"La seguridad de Japón está mejor protegida por las negociaciones en desarrollo con países problemáticos que con una nueva alianza militar con Estados Unidos que abogue por una política de guerra para traer la democracia", dijo Tatsumi Hibana, de la organización Habitantes de Zama contra las Bases de Estados Unidos.

"También estamos cansados de tolerar la polución sonora, la falta de tierra para el desarrollo y los accidentes causados por las indisciplinadas fuerzas estadounidenses en nuestra área", agregó.

Koizumi ya prometió la reubicación de las bases estadounidenses para aliviar las molestias de la población local.

También se espera que Estados Unidos devuelva alrededor de 10 por ciento de unas 214 hectáreas del sitio que ocupa Camp Zama, pero el ejército estadounidense seguirá teniendo prioridad para su uso en casos de emergencia.

Algunos analistas sostienen que el compromiso de reubicar esa instalación y el destaque de los intereses de Japón en materia de seguridad, especialmente en relación a Corea del Norte, representan una hábil estrategia que pone el tema de las bases estadounidenses sobre la mesa.

Un nuevo proyecto de fortalecimiento de la cooperación militar entre Japón y Estados Unidos, firmado a fines de octubre, es promocionado como la mejor respuesta para mantener la seguridad en el "arco de inestabilidad" que se extiende desde Asia oriental hasta Medio Oriente.

Koizumi también tiene agendada una visita a Washington en enero de 2006, para participar en conversaciones más profundas sobre seguridad, que incluyen varias novedades, como el rol militar de las Fuerzas de Defensa de Japón en la guerra global contra el terrorismo liderada por Estados Unidos.

En la visita también se rubricará el estacionamiento en Japón de una nave aérea alimentada con energía nuclear por primera vez en 2008.

Es necesario discutir la aprobación de una nueva constitución japonesa, que permita un rol militar internacional para este país por primera vez desde su derrota en 1945, cuando finalizó la segunda guerra mundial con el bombardeo nuclear sobre Hiroshima y Nagasaki.

"Si el acuerdo se materializa, la paz ciertamente estará garantizada en Asia y en el mundo entero por varias décadas", opinó Hisahiko Okhazaki, ex diplomático y analista de seguridad.

Okhazaki reflejó el pensamiento de jerarcas del gobierno cuando señaló que Japón gozará de una plena seguridad y prosperidad siempre fortalezca su alianza con el campo anglo-estadounidense.

Pero los críticos dijeron que la visita de Bush sirvió como recordatorio, por un lado, de cuán profundamente dependiente es Japón de Estados Unidos y, por otro, de que Koizumi es uno de los pocos buenos amigos de Bush en el mundo.

Los pacifistas admiten que las tradicionales inclinaciones pacifistas de la población parecen debilitarse ante el creciente poder militar de China, el programa de armas nucleares de Corea del Norte y los secuestros sin resolver.

Estudios de opinión pública indican que más de 70 por ciento de los japoneses encuestados apoyan las reformas constitucionales y que cada vez más encuestados —hasta ahora, 50 por ciento— no se oponen a extender la misión de las Fuerzas de Defensa en Iraq.

Bush y Koizumi también discutieron el último estancamiento en las negociaciones en torno del programa nuclear norcoreano, en que participan China, Corea del Sur, Corea del Norte, Estados Unidos, Japón y Rusia.

Bush viajó el miércoles a Corea del Sur para dialogar con el presidente Roh Moo-Hyun, antes de asistir al foro anual de la Cooperación Económica Asia Pacífico (APEC), que comenzará el viernes en la sudoriental ciudad de Busan.

Luego de asistir al foro de APEC, Bush continuará con su gira de ocho días por Asia, que incluye a China y Mongolia. (

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