La campaña electoral de Haití ya comenzó en Estados Unidos. Desde los gigantescos parlantes de la sala de baile Crystal Manor, en el área neoyorquina de Brooklyn, sonó hace poco una nueva canción en creole: «¡Vote! ¡Vote a Bazin por cambios!»
Pero la mayoría de las cerca de 90 personas reunidas en este acto político no votará por Marc Bazin, ni por ninguno de los candidatos a presidente de Haití.
Por una parte, los haitianos que obtuvieron una segunda ciudadanía renunciaron a la de su país de origen, de acuerdo con la constitución del país caribeño. Y, por otra, la mayoría de quienes la mantienen viviendo en el extranjero no piensan en viajar para votar, y carecen de la posibilidad de hacerlo por correo.
Pero Bazin y otros candidatos hacen campaña fuera de Haití porque son bien conscientes de la enorme influencia de la diáspora sobre el electorado.
Más de 80 por ciento de los haitianos con educación universitaria viven en el exterior, y la gran mayoría del ingreso de los hogares del país procede de remesas externas.
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Uno de los asuntos más calientes de la campaña en Estados Unidos es, precisamente, el problema de la doble ciudadanía y el derecho al voto de los emigrados.
Según la Constitución vigente, los haitianos pierden la ciudadanía y la posibilidad de recuperarla si obtienen la de otro país y si abandonan la patria durante tres años sin "autorización adecuada".
Una enmienda constitucional para admitir la doble ciudadanía presentada por Aristide recibió la aprobación del Poder Legislativo, pero el parlamento fue disuelto antes de su implementación.
Con 35 candidatos a presidente en los primeras comicios tras la caída de Jean-Bertrand Aristide el 29 de febrero de 2004, las próximas serán las elecciones presidenciales más reñidas de la historia haitiana. Y los exiliados les prestan más atención que nunca.
Tres candidatos participaron hace poco en Boston en el primer debate electoral en el extranjero, y de hecho fue uno de los primeros jamás realizados para el país caribeño.
Desde comienzos de octubre, al menos ocho candidatos ya realizaron giras por Boston, Nueva York y Miami, donde viven la mayoría del medio millón de haitianos en Estados Unidos. Otros se han trasladado, incluso, a Francia a hacer campaña.
Los candidatos cruzan los mares en busca de dinero y votos. Leslie Voltaire, jefe de la campaña de Bazin y ex ministro de Haitianos en el Extranjero del gobierno de Aristide, explicó que toda la clase media del país vive en el extranjero.
La primera gira del candidato por Estados Unidos fue "la manera de decirle a los exiliados que ellos que valen, que pueden contar con nosotros y para pedirles que llamaran a sus familiares para pedirles que voten por Bazin".
Los que asisten a los actos son haitianos residentes en Estados Unidos o que lograron la ciudadanía de de este país, pero hablan creole, se mantienen en contacto con sus familiares en el país caribeño y piensan obsesivamente en el estado de su nación.
Muchos llegaron a Estados Unidos huyendo de la violencia y la intensa pobreza, y confían en que llegará un día en que retornarán a una patria segura y próspera.
Bazin recordó ante su auditorio en Brooklyn que vivió 18 años en Washington, trabajando para el Banco Mundial. "Y les digo, Haitianos en extranjero, nuestra diáspora, que con Bazin como presidente ustedes tendrán derecho al voto y a la doble nacionalidad", dijo, en medio de vítores.
Todos los candidatos fueron obligados a demostrar su nacionalidad haitiana ante el Consejo Electoral Provisional. Con ese motivo, debían presentar sus certificados de nacimiento y los de sus padres.
Un candidato presidencial que no realizó gira en Estados Unidos es, paradójicamente, el multimillonario empresario radicado en Texas Dumarsais Simeus, hijo de campesinos del Valle de Artibonite que pasó 45 años fuera de Haití.
El derecho de Simeus a presentar su candidatura es objeto de un intenso debate. El Consejo Electoral considera que sí tiene ese derecho y el gobierno interino de Haití apeló la decisión ante la Corte Suprema de Justicia.
Pero los candidatos que visitaron Estados Unidos coincidieron en que Simeus está facultado para competir con ellos.
En sus 201 años como república independiente, el vínculo de Haití con el mundo rico ha sido muy ambivalente. El orgullo nacional está herido por la gran cantidad de haitianos que abandonan el país a toda costa, incluso arriesgando la vida en precarias embarcaciones.
Este país se precia de ser la primera república negra y libre del planeta, pero a lo largo de toda su historia ha sido económicamente dependiente de diversas potencias.
Por otra parte, la prohibición de la doble ciudadanía ha sido muy inconsistente. El actual primer ministro interino, Gerard Latortue, residía cerca de Miami cuando fue elegido para el cargo, y planea regresar a Estados Unidos cuando sea reemplazado.
Su predecesor, Yvon Neptune, estudió arquitectura en Estados Unidos y fue acusado de "estadounidense".
Para complicar aun más la situación, el certificado de nacimiento requerido a los candidatos por las autoridades electorales no prueba ni descarta que el titular del documento sea ciudadano de otros países.
Mientras, varios extranjeros, entre ellos un canadiense y un africano, pudieron registrarse como votantes simplemente probando su residencia.