FRANCIA: Lo que trajeron los inmigrantes

Francia no sería la potencia económica, cultural y militar que hoy es sin la contribución de los inmigrantes que llegaron a sus orillas durante varias generaciones, como le recordaron a la ciudadanía de este país cientos de mujeres de origen magrebí en una carta abierta.

En su "Appel des mères à la responsabilité" (llamado de las madres a la responsabilidad), publicado entre otros medios en el diario Le Monde, las mujeres reclamaron el fin de dos semanas de disturbios en que participaron jóvenes de comunidades minoritarias y policías.

"No se puede expresar la contribución de nuestros abuelos y padres a la reconstrucción de Francia luego de la segunda guerra mundial como si fuera una parte del producto interno bruto", dijo a IPS Yamina Benguigui, prestigiosa documentalista francesa de origen argelino.

Benguigui, de 47 años, dijo que en los últimos 50 años los inmigrantes ofrecieron a Francia incluso sus vidas. Durante la primera y la segunda guerra mundial, cientos de miles de soldados de antiguas colonias francesas murieron luchando por la libertad de la metrópoli, señaló.

Inmigrantes procedentes de las ex colonias también hicieron extraordinarios sacrificios emocionales, adoptando a la ex potencia colonial como su nuevo hogar. "No se puede evaluar el significado de este gesto en términos económicos", opinó.
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Benguigui firmó el "Appel des mères", declaración conjunta de cientos de mujeres de origen magrebí publicada por Le Monde el día 10. Las firmantes exigen finalizar los disturbios que sacuden Francia desde el 27 de octubre.

La carta abierta a los jóvenes inmigrantes que encabezan los disturbios en las áreas más pobres de las ciudades, así como a políticos y al gobierno, califica los incidentes de grito desesperado de una juventud devastada por el desempleo y la segregación racial.

Las tensiones en Francia comenzaron el 27 de octubre, luego de que dos adolescentes de familias de inmigrantes murieron accidentalmente en una central eléctrica de alto voltaje en Clichy-sous-Bois, 30 kilómetros al nordeste de París.

Al propagarse el rumor de que se habían escondido allí porque huían de la policía —versión que la policía negó—, estalló la furia de los inmigrantes.

La policía respondió con mano dura, pues llegó a lanzar granadas de gases lacrimógenos dentro de una mezquita, lo que agravó la ira popular. La mayoría de los habitantes de las zonas periféricas de París donde empezaron los disturbios son musulmanes.

La tensión que siguió fue alimentada por el ministro del Interior francés, Nicolás Sarkozy, quien calificó de "escoria" a los jóvenes inmigrantes que vivían en las áreas afectadas.

Durante dos semanas, pandillas de jóvenes incendiaron más de 8.000 vehículos y atacaron cientos de comercios, depósitos y edificios públicos, incluyendo escuelas y centros deportivos.

Al menos dos personas fallecieron y decenas —entre ellas, muchos policías— resultaron heridas. Los hechos de violencia comenzaron en el nordeste de París, pero se propagaron rápidamente por todo el país.

Dirigiéndose a los jóvenes rebeldes, la declaración de las madres inmigrantes expresa: "Queridos hijos, Francia es nuestro país. Por favor, no lo destruyan porque, recuerden, nosotros (los inmigrantes) hemos ayudado a construirlo".

Según estimaciones no oficiales, entre 1945 y 1975 hasta un tercio de la producción industrial estaba a cargo de obreros inmigrantes.

Pero la industria no lo es todo. Es difícil imaginar la música popular francesa sin Charles Aznavour, el cantante de 85 años de origen armenio. O el fútbol francés sin Michel Platini y Zinedine Zidane. El primero es hijo de inmigrantes italianos, y el segundo, de bereberes nacidos en Argelia.

También es difícil imaginar el teatro y el cine francés sin Raoul Ruiz (originalmente Raúl), el cineasta chileno que llevó a la pantalla grande el clásico de Marcel Proust "En busca del tiempo perdido".

O sin Yamina Benguigui. Sin ella, el público francés tal vez habría permanecido indiferente ante los miles de hijos de inmigrantes a los que se les prohíbe trabajar solo a causa de su origen étnico.

Su documental "Le Plafond de Verre" ("El cielorraso invisible"), de 2004, narra las penurias de cientos de jóvenes inmigrantes en busca de empleo.

La mayoría de los candidatos de familias inmigrantes cumplían los requisitos, pero sus postulaciones eran ignoradas. "Era como si una frontera invisible impidiera a los candidatos inmigrantes ingresar en el mercado laboral", dijo Benguigui.

Algunos candidatos enviaron dos postulaciones: una con sus datos reales y otra firmando con un nombre "francés" y una dirección en un vecindario "respetable". Las postulaciones reales fueron ignoradas. Las falsas resultaron siempre aceptadas.

"En realidad, es un sistema similar al apartheid", opinó Benguigui, en referencia al régimen de segregación racial institucionalizada en perjuicio de la mayoría negra de Sudáfrica, que concluyó en 1994.

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