Irán logró un amplio reconocimiento para su derecho a enriquecer uranio, según interpreta su régimen luego de que la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) se abstuvo de remitir su caso al Consejo de Seguridad de la ONU.
"Al parecer, la sabiduría y la racionalidad prevalecieron finalmente en la AIEA", dijo el ex presidente de Irán y actual conductor del poderoso Consejo de Conveniencia, Hashemi Rafsanjani, en las oraciones del viernes en Teherán.
"La AIEA ha evitado el aventurerismo. Sabe que no toleraremos que Estados Unidos y sus aliados en la Unión Europea traten de tratan de acobardarnos, lo cual les podría salir caro", agregó.
Rafsanjani, quien se caracteriza por su óptica "prooccidental" —en especial al comparársele con su sucesor, el actual presidente Mahmud Ahmadinejad—, cuenta con la confianza del líder supremo de la Revolución Islámica, el ayatolá Alí Jamenei.
Los países occidentales y la AIEA "deberían ser pacientes, como todo el mundo está reclamando. Pueden avanzar con lo que ellos denominan 'verificación de actividades nucleares', y eso puede tomar uno o muchos años", advirtió Jamenei.
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Así, el ex mandatario sugirió que no habría mecanismos sencillos o rápidos para obligar a Irán a renunciar a su programa de enriquecimiento de uranio.
Al comenzar la reunión de la junta de la AIEA el jueves, el canciller iraní Manoucher Mottaki dijo a la prensa en Viena que "el enriquecimiento de uranio y el ciclo de combustible son cosas que la República Islámica de Irán considera su legítimo y natural derecho dentro del marco del Tratado de No Proliferación Nuclear".
También consideró que era "natural" que "Irán quiera mantener esas actividades dentro de sus fronteras", al rechazar por inaceptable la propuesta de Moscú de admitir el enriquecimiento de uranio iraní dentro de territorio ruso para garantizar que la materia prima y la tecnología no se emplearían en la fabricación de armas nucleares.
Occidente y la AIEA manifestaron sus sospechas de que Irán utiliza su programa civil de centrales atómicas de generación de electricidad como cubierta para el desarrollo de armas, pero Teherán asegura que sólo está interesado en el uso pacífico de esa tecnología.
El enfrentamiento comenzó en agosto, luego de la ruptura del diálogo entre tres potencias europeas (Alemania, Gran Bretaña y Francia) e Irán sobre el supuesto incumplimiento por parte del régimen islámico del Tratado de No Proliferación.
Las negociaciones se interrumpieron cuando Irán anunció la reanudación de su programa de enriquecimiento de uranio.
La junta de gobernadores de la AIEA, integrada por representantes de 35 países, acusó en septiembre a Irán de incumplir el Tratado de No Proliferación, con lo que abrió la posibilidad de que su caso fuera considerado por el Consejo de Seguridad, con las consiguientes sanciones.
Pero los gobernadores de la AIEA jugaron el jueves con prudencia y consideraron la mejor opción dar paso a la fórmula rusa, frente al pasaje del caso al Consejo de Seguridad.
En Teherán, el sentimiento era de victoria. "Estados Unidos derrotado" fue el título de portada del diario oficialista Jomhuri Islami.
La confianza en Teherán pareció fluctuar de un aparente éxito diplomático, en septiembre, hasta las vacilaciones de tres países no occidentales con fuertes intereses en Irán, como lo son China, Rusia e India.
Funcionarios iraníes consideran que Estados Unidos y la Unión Europea decidieron no presionar más, al menos en esta etapa, para evitar un choque con China y Rusia, que tienen inversiones en el sector de la energía de Irán, entre otros. Además, esos dos países tienen poder de veto en el Consejo de Seguridad.
India, que planifica transportar gas iraní a través de un gran gasoducto, fue seducido por Estados Unidos con ofertas de tecnología nuclear alternativa para fines civiles. El acuerdo se firmó en julio, cuando Washington ignoró que India posee armas nucleares y no ha firmado el Tratado de No Proliferación.
Como consecuencia, India votó contra Irán en la reunión de la AIEA en septiembre. Pero la presión de la izquierda impidió que el gobierno de Manmohan Singh hiciera lo mismo en esta ocasión.
El comercio bilateral entre China e Irán, por otra parte, asciende a 7.000 millones de dólares anuales, y podría fácilmente duplicarse.
Y Sudáfrica, que también integra la junta de la AIEA, también tiene grandes inversiones en Irán.
El resultado fue una peculiar solidaridad entre Rusia, china, India y Sudáfrica que operó en favor de Teherán, aunque ninguno de esos países quiere que el régimen islámico tenga la bomba.