Fiel a la imagen de halcón que lo llevó a triunfar en las elecciones, el presidente Mahinda Rajapakse ya anunció que revisará el proceso de paz con los separatistas tamiles y el histórico cese del fuego de 2002.
"Quiero reafirmar el compromiso del gobierno con el cese del fuego. Pero también estamos dispuestos a revisar el acuerdo", dijo Rajapakse, de la gobernante Alianza por la Libertad del Pueblo Unido (UPFA), en su primer discurso tras prestar juramento como su quinto presidente de esta nación insular.
La desconfianza del mundo empresarial ante Rajapakse quedó en evidencia por la caída de siete por ciento en la bolsa de valores de Colombo.
El conflicto armado entre las fuerzas de seguridad del gobierno y los Tigres para la Liberación de la Patria Tamil (LTTE) se interrumpió tras la tregua de febrero de 2002. Pero las negociaciones están bloqueadas desde 2003.
Más de 65.000 personas han muerto y unas 800.000 debieron abandonar sus hogares por la guerra civil que desde 1983 libran los Tigres para lograr la autonomía del norte y el este del país, donde los tamiles son mayoría.
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Si bien alrededor de 70 por ciento de los 18 millones de habitantes de Sri Lanka son de la etnia cingalesa —la mayoría budistas—, 18 por ciento son tamiles cuyos ancestros proceden del sur de India y practican el hinduismo.
Aunque este es el alto el fuego más prolongado, las negociaciones permanecen estancadas desde abril de 2003 y no se avizora una resolución definitiva del proceso de paz.
La tregua misma está en peligro luego que en abril de 2004 un líder militar de los Tigres, Vinayagamoorthi Muralitharan, alias "Karuna, desertó y se pasó a un área controlada por el gobierno.
Rajapakse prometió mantener la unidad del país y forjó alianzas con partidos nacionalistas de línea dura del sur del territorio, de mayoría cingalesa y dominado por el Frente de Liberación del Pueblo, conocido por su fuerte oposición al separatismo tamil.
"Los votantes expresaron que el país no debe dividirse, de ningún modo. Nuestra identidad como país no debería partirse en fracciones políticas", se apuró a decir el presidente electo en su primera alocución.
Rajapakse, sin embargo, obtuvo apenas 50,3 por ciento de los votos en las elecciones del jueves, contra 48,4 por ciento de su rival, Ranil Wickremasinghe, del Partido Nacional Unido (UNP) y arquitecto del alto el fuego.
Dicho de otro modo, los 4,8 millones de votantes otorgaron a Rajapakse una frágil mayoría, con apenas 180.000 votos más que sus oponentes.
Existen sospechas que los propios Tigres habrían favorecido este retorno a la línea dura en el gobierno al sugerir la abstención a los votantes tamiles, la mayoría de los cuales, según sondeos, respaldaban a Wickremasinghe.
Una semana antes de las elecciones del 17 de noviembre los Tigres declararon no advertir ningún beneficio para los tamiles en estas elecciones, algo que algunos interpretaron como un llamado al boicot.
"No vemos la necesidad de aconsejar al pueblo tamil sobre las elecciones. Ellos están preocupados por su lucha diaria post-guerra y post-tsunami. El cambio de presidente es totalmente irrelevante", había sostenido el líder político de los Tigres, S. P. Tamilselvan.
Miles parecen haber acatado el llamado, especialmente en las zonas controladas por los Tigres y en Jaffna, capital cultural de los tamiles de la isla, donde de 62.089 ciudadanos para votar lo hicieron apenas 438.
En Killinochchi, una de las áreas bajo control tamil donde hay 89.454 ciudadanos registrados, hubo solamente un voto.
A pesar de la bajísima votación, en los cinco distritos electorales del norte y el este de la isla se impuso el opositor Wickremasinghe, evaluó, en declaraciones a IPS, el analista político Muttukrishna Sarvananthan.
"Basados sobre esa tendencia, Wickremasinghe habría triunfado si no hubiera habido boicot", concluyó.
En otras áreas controladas por tamiles, como Karadiyanaru y Vakerei en el este del país, cuadros armados del LTTE estaban estacionados en los caminos hacia centros de votación para evitar el acceso de ciudadanos.
Los Tigres, por su parte, insisten en que ellos no forzaron el boicot y que los votantes tamiles se abstuvieron para que la comunidad internacional viera con claridad la preferencia de la mayoría cingalesa.
"Los tamiles de la tierra tamil, al no interferir en esta elección, les dieron la oportunidad a los habitantes del sur de elegir a su propio líder. Esto abrió una ventana a la comunidad internacional para que viera la situación", dice una declaración de los Tigres luego de conocido el resultado de las elecciones.
Por el momento, los Tigres todavía no han respondido al discurso de Rajapakse. Su posición oficial se dará a conocer el 27 de noviembre, cuando el líder supremo de LTTE, Velupillai Prabhakaran, haga su propia alocución anual del Día de los Héroes, según indicó la oficina de prensa de los Tigres en Killinochchi.
Los observadores piensan que, seguramente, a la luz del resultado electoral y la posición del nuevo gobierno, Prabhakaran va a aprovechar esa ocasión para reafirmar y acentuar su conocida línea dura.
Es muy posible que el líder de LTTE responda con amenzas y sugiera incluso volver a la batalla, dijo a IPS el experto en terrorismo internacional Rohan Gunaratna. "Para poner fin al impasse con el LTTE, Rajapakse debe agenciarse un nuevo mediador", agregó.
Los Tigres siempre han repetido, una y otra vez, que no aceptan la revisión del acuerdo de alto el fuego ni la intervención de mediadores internacionales más allá de Noruega.
La misión extranjera que controla el cumplimiento del cese del fuego está integrada por funcionarios escandinavos.
El ministro de Cooperación Internacional de Noruega, Erik Solheim, manifestó que Oslo espera poder mantener "una estrecha cooperación con el nuevo presidente y gobierno de Sri Lanka en un amplio espectro de áreas, incluidos los esfuerzos por mantener una paz duradera que inspire confianza a todos los ciudadanos".
Las primeras señales de los Tigres tras la victoria de Rajapakse no son nada alentadoras.
Una declaración publicada en la página en Internet del Secretariado para la Paz de LTTE dice que el triunfo de Rajapakse indica que los votantes del sur no apoyan un mecanismo federalista para compartir el poder ni el reclamo de autodeterminación de la población tamil.
"El resultado de la elección revela el sentimiento profundo del pueblo cingalés. Muestra que el pueblo cingalés, y por consiguiente, los líderes que ellos eligen, no entienden las razones elementales del problema étnico tamil", dice el texto.
"El resultado también pone de manifiesto que carecen de madurez política, de magnanimidad, de un sentido de justicia y de una evaluación inteligente de la situación", indica.
"Al elegir a un líder que ha rehusado aceptar que una solución justa y permanente para uno de los pueblos de esta isla es una absoluta necesidad, la nación cingalesa ha dejado al descubierto sus sentimientos más íntimos. Lo que vemos salir a la superficie de una manera deslumbrante es el chauvinismo de la mayoría".
Una alta autoridad de LTTE, V. Balakumaran, dijo en una audición radial que Rajapakse no actúa muy diferente de los líderes nacionalistas cingaleses que en el pasado empujaron a los tamiles a empuñar las armas.
En Jaffna, la tensión era evidente entre los civiles y muchos temen que la escalada retórica de Colombo y Killinochchi conduzca a una guerra de verdad.
"Cualquiera sea el resultado, va a afectar a los tamiles y ellos lo saben", dijo S. Balan, un residente de Jaffna.