Los separatistas de Chechenia no tienen posibilidad alguna de expresarse en las urnas en las elecciones parlamentarias de este domingo, que, según el gobierno ruso, marcarán un momento culminante en la pacificación de la convulsionada república.
"Los que influidos por ideas falsas se sumaron a grupos armados ilegales pero se reintegraron a la vida pacífica sin haber cometido crímenes, o aquellos cuya lealtad no haya sido puesta en duda por la policía, tienen el derecho constitucional a presentarse como candidatos", dijo en Moscú el presidente de la república, Alu Alkhanov.
Pero, según el no gubernamental Centro para los Derechos Humanos y la Memoria, la incesante violencia impide la celebración de elecciones libres y justas, pues las condiciones impuestas impiden la expresión de todas las posiciones políticas, en particular la opción separatista.
Seis de los ocho partidos que participarán en la contienda son filiales chechenas de partidos rusos de alcance nacional: los partidos Comunista y Liberal Demócrata, el nacionalista Rodina (Patria), la gobernante y favorita Rusia Unida, la Unión de Fuerzas de Derecha y el liberal Yábloko.
Sólo dos, la Unión Euroasiática y Voluntad Popular, son partidos regionales, sin relación con los secesionistas.
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El comandante de las tropas rusas en el norte del Cáucaso, general Evgueni Lazebin, aseguró al gubernamental Consejo de Seguridad de Chechenia que insurgentes armados intentarán distorsionar las elecciones mediante actividades de "intimidación y chantaje".
El proceso de paz, según Moscú, comenzó en 2003 con un cuestionado referéndum que reafirmó la permanencia de Chechenia en la Federación Rusa, tras la declaración de la independencia en 1991 con el colapso de la Unión Soviética.
Sin embargo, activistas y expertos pronostican que, luego de los comicios, continuará la violencia, las violaciones de derechos humanos y la falta de garantías.
La república caucásica de Chechenia, de predominio musulmán, debe su importancia estratégica a su ubicación entre los mares Negro y Caspio —en el paso entre Europa, Asia y África—, así como a sus reservas de petróleo y los oleductos, gasoductos y rutas que atraviesan su territorio.
La respuesta de Moscú cuando Grozny se declaró independiente y soberana en 1991 no se hizo esperar: el entonces presidente ruso Boris Yeltsin lanzó de inmediato una guerra contra la república secesionista.
En 1995, Grozny, la capital chechena, estaba casi totalmente destruida. La cantidad de muertos a causa de la violencia política desde 1994 asciende a 150.000.
Tanto los insurgentes chechenos como el gobierno ruso han sido acusados de diversos actos de terrorismo: bombardeos indiscriminados, secuestros y atentados con explosivos contra civiles e incluso utilización de gases tóxicos por parte de las fuerzas militares del gobierno.
Tras el referéndum de 2003, el presidente ruso Vladimir Putin anunció que la guerra de más de 10 años había llegado a su fin.
En esa ocasión, según Moscú, participaron 85 por ciento de los ciudadanos habilitados, 96 por ciento de los cuales se pronunciaron contra la secesión.
Pero diversas organizaciones no gubernamentales advirtieron que la concurrencia a las urnas fue de apenas 30 por ciento, y que hubo gruesas irregularidades.
Ahora, el gobierno ruso dice confiar en que las elecciones parlamentarias consagren el principio de separación de poderes, aseguren la estabilidad política y creen un ambiente favorable para el desarrollo económico de la república.
Unos 350 candidatos participarán de la contienda, que se declarará válida si asisten a las urnas al menos 25 por ciento de los ciudadanos habilitados, dijo el director de la Comisión Electoral chechena, Ismail Baikhanov.
La convocatoria a las elecciones tuvo, según Baikhanov, una respuesta favorable. "Entre los candidatos hay muchísimos políticos y personalidades de las ciencias y las artes, muy conocidos en Chechenia y en toda Rusia".
"El proceso electoral se desarrolla en una atmósfera, en general, bastante calma", agregó.
En los últimos años, cerca de 7.000 insurgentes entregaron las armas, retornaron a la vida civil y se integraron en las fuerzas policiales chechenas, dijo el presidente checheno Alkhanov en la conferencia de prensa que brindó en Moscú.
El mandatario prometió elecciones limpias. "No vamos a interferir en nada durante las elecciones. Queremos que procedan estrictamente según lo ordena la ley. Estamos abiertos y preparados para recibir observadores de cualquier organización internacional", dijo.
El nuevo parlamento será el primer foro de debate civil en la historia de Chechenia desde el recrudecimiento de la guerra en 1999, que coincidió con la llegada de Putin al Kremlin.
Pero el conflicto armado continúa a pesar de que se diga lo contrario, y muchos dudan que las elecciones parlamentarias tengan un efecto positivo, según numerosas organizaciones no gubernamentales rusas, como el Centro para los Derechos Humanos y la Memoria, e internacionales.
Las violaciones de derechos humanos continúan, dijo a IPS la investigadora de Amnistía Internacional Victoria Webb, "pero las elecciones al menos van a servir para atraer la atención internacional".
"Al parecer, las autoridades rusas han tenido éxito en utilizar a su favor la retórica de la guerra contra el terrorismo para neutralizar las críticas que se le hacen por su acción en el norte del Cáucaso", agregó.
El gobierno ruso entiende que "la situación en Chechenia requiere de un operativo antiterrorista".
El Consejo de Europa, la organización política más antigua del continente a la que se integró Rusia en 1996, observará de cerca las elecciones, advirtió entrevistado por la agencia de noticias rusa Interfax el comisario de Derechos Humanos de la organización, Álvaro Gil Robles.
Las elecciones chechenas son una cuestión que hace a los valores europeos y marcan el comienzo de un proceso democrático promovido por las autoridades locales, sostuvo.