El recrudecimiento de los combates en la occidental región sudanesa de Darfur renueva las exhortaciones a Estados Unidos, la OTAN y la ONU a apoyar la misión de paz de la Unión Africana (UA) en ese país.
El gobierno de George W. Bush, quien calificó de "genocidio" las operaciones de milicias árabes contra la población negra de Darfur, no brindó un apoyo diplomático y militar adecuado para frenar la matanza, advirtió este miércoles la organización Refugiados Internacional (RI).
"Si Estados Unidos habla en serio de impedir que haya más víctimas civiles en Darfur, él y sus aliados de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte), en sociedad con la Unión Africana, necesitarán moverse rápidamente", sostuvo RI.
La organización considera que Estados Unidos y la OTAN deben "fortalecer" a la misión de paz de la UA en Darfur (AMIS) con "más efectivos militares" y "ayuda logística" para que el gobierno islámico de predominio árabe de Sudán desarme a las Janjaweed, las milicias que cuentan con su apoyo.
RI también exigió al gobierno de Bush la entrega de 50 millones de dólares como apoyo a la operación de la UA el año próximo, retirado por un comité del Congreso legislativo la semana pasada del proyecto de presupuesto de asistencia al extranjero.
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Estados Unidos es el principal apoyo financiero de la misión de la UA.
La crisis en Darfur, reino independiente anexado por Sudán en 1917, comenzó en los años 70 como una disputa por las tierras de pastoreo entre nómadas árabes y agricultores indígenas negros, ambos de fe islámica..
Pero la tensión se transformó en una guerra civil en febrero de 2003, cuando guerrilleros negros respondieron al hostigamiento de los Janjaweed.
La organización no gubernamental estadounidense Africa Action se unió al llamado de RI. Su director, Salih Booker, acusó a Estados Unidos y la comunidad internacional de "esconderse detrás de la misión de la UA, abdicando de su propia responsabilidad para detener el genocidio".
"A menos que haya una fuerte intervención internacional en Darfur para reforzar la operación de la UA, las condiciones de seguridad continuarán empeorando y las muertes seguirán aumentando", agregó.
Numerosas organizaciones de la sociedad civil estadounidense, en especial de la comunidad negra, muestran cada vez más indignación por lo que consideran falta de determinación del gobierno para frenar la violencia en Darfur, que desplazó a unos dos millones de personas de sus hogares y se cobró 400.000 vidas desde comienzos de 2003.
En una carta a la secretaria de Estado (canciller) Condoleezza Rice, 109 legisladores republicanos y demócratas acusaron la semana pasada al gobierno de "comprometerse en una política de contemporización" hacia el gobierno del Frente Nacional Islámico.
Mientras, advirtieron, "la violencia en Darfur empeora y la situación apremiante de sus víctimas se vuelve más terrible".
Los legisladores recordaron que Washington admitió —e incluso alentó— a Sudán a contratar a un ex diplomático estadounidense, Robert Cabelly, para ejercer presión por el retiro de ese país de una lista de países sancionados por su complicidad en el tráfico de seres humanos, elaborada por el Departamento de Estado.
Estados Unidos está ansioso por normalizar el vínculo con Sudán, exportador de petróleo emergente y potencial aliado clave en la "guerra contra el terror", según los críticos del gobierno en Washington.
La última primavera, la Agencia Central de Inteligencia (CIA) llevó en secreto a Washington al director del principal servicio de inteligencia sudanés, acusado de planificar los ataques en Darfur, para participar en conversaciones.
Los activistas también están furiosos por comentarios recientes de Jendayi Frazer, nueva secretaria de Estado asistente para Asuntos Africanos, que, según ellos, minimizan las dimensiones de la crisis humanitaria en Darfur.
Consultada sobre ataques de los Janjaweed, Frazer insistió: "Es sólo una fotografía del momento. No se puede obtener una imagen completa de una instantánea".
El subsecretario de Estado, Robert Zoellick, llegó a Kenia el martes con la intención de enfriar la situación en Darfur y apuntalar el acuerdo de paz entre el régimen islámico en Jartum y los insurgentes del sur del país, que hace poco pusieron fin a una guerra civil de 22 años. Fue su cuarto viaje a la región en siete meses.
El 30 de julio, poco después de la entrada en vigencia del acuerdo de paz, el vicepresidente y ex líder rebelde John Garang murió en un accidente de helicóptero, pero el temor de que la paz pueda quebrarse ha probado por ahora ser infundados.
Refiriéndose al rebelde Movimiento para la Liberación del Pueblo de Sudán, Zoellick dijo el martes, tras reunirse con representantes de las partes en conflicto: "Los urgiría a unificarse del modo más inclusivo posible".
"Los problemas de Darfur no se solucionarán con más violencia", agregó.
Washington ofreció una amplia gama de recompensas diplomáticas y financieras a Jartum por su adhesión al acuerdo de paz, pero a condición de que detuviera la violencia en Darfur y desarmara a los Janjaweed, de acuerdo con las resoluciones del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Representantes de organizaciones insurgentes de Darfur y de Sudán negocian un acuerdo de paz en la ciudad nigeriana de Abuja.
El Consejo de Seguridad, a iniciativa de Washington, autorizó en 2004 el despliegue en Darfur, que tiene una superficie similar a la de Francia, de varios miles de observadores de AMIS, tanto armados como desarmados.
El órgano de la ONU luego elevó la cantidad de soldados de la UA autorizados a apostarse en Darfur a 12.500. Pero el bloque, que reúne a todos los países del continente, sólo ha podido reunir y desplegar alrededor de 6.700.
Para colmo, el Consejo de Seguridad autorizó a la AMIS a usar las armas sólo en defensa propia, lo cual reduce su eficacia, según activistas.
En las últimas seis semanas se recrudecieron los ataques en Darfur, tanto por parte de los Janjaweed como de las fuerzas rebeldes, que parecen cada vez más divididas.
Además, activistas humanitarios sufrieron ataques. En una ocasión, los trabajadores sociales fueron desnudados y golpeados.
Las redadas de los Janjaweed en Darfur septentrional desplazaron a casi 7.000 personas. Otro ataque de los Janjaweed en un campamento de refugiados mató a 29 personas.
Por otra parte, casi 40 efectivos de AMIS fueron secuestrados por una organización rebelde y otros cuatro soldados de AMIS murieron en otro ataque de un segundo grupo insurgente.
"La gente muere en grandes cantidades", dijo la semana pasada Antonio Gutterres, alto comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados.
"La creciente violencia muestra lo que puede suceder cuando no hay suficientes soldados en el terreno, y cuando su mandato es débil por restricciones logísticas y organizacionales", señala el informe de RI.
"Estados Unidos mostró poco interés en enviar soldados propios o de la OTAN en respuesta a la emergencia humanitaria que, según declaró, constituye genocidio. Estados Unidos tiene una enorme responsabilidad en asegurarse de que AMIS sea un éxito", añade.